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Actualizado el 24 de mayo de 2013

Viviana Fernández Ossa

Ser maestro en Colombia

Una de las labores más loables que se desarrollan en Colombia es la de ser maestro en nuestros tiempos, pues es una profesión que si bien es tildada de no ser bien remunerada ni de ser valorada socialmente, es sin duda de las que más brinda satisfacciones a nivel humano y personal. Que maestro no se eternece al ver la sonrisa de un niño que logra desarrollar la habilidad para hacer algo por su cuenta. A qué maestro no emociona el encontrarse con un hombre que está cumpliendo su sueño profesional y que le dice gracias profe por creer en mí. O en ocasiones poder contribuir a resolver con un problema familiar o personal y conmovernos hasta el llanto o por el contrario alegrarnos con sus progresos como si fueran propios. En qué otra profesión tenemos la oportunidad de permear con el conocimiento a varias generaciones. Por esto y por muchas otras razones ser maestro en Colombia es realmente gratificante.

Por otra parte, ser educador en el mundo actual y más en Colombia, es todo un reto que nos invita día a día a ser mejores profesionales y seres humanos. Que nos exige ir a la vanguardia con los avances tecnológicos, pedagógicos y metodológicos; es por esto, que en la búsqueda de transformar la calidad en la educación colombiana surge el Programa Todos a aprender, el cual se propone como una oportunidad para compartir lo mejor de ser maestro, nuestras experiencias de aula, nuestros saberes compartidos y se abre la oportunidad para reflexionar entorno a nuestra realidad educativa, sentires, miedos y fortalezas como docentes. En un esfuerzo que realiza el Ministerio de educación para contribuir a este fin, pero que depende del compromiso de cada uno de los maestros colombianos.

Es necesario que los maestros cambiemos paradigmas y el principal es la concepción de que el conocimiento lo tenemos nosotros, puesto que éste debe ser compartido y construido con nuestros estudiantes y colegas. Otro aspecto tiene que ver con asumir el reto de estar en formación constante, de ser seres inacabados, ávidos de aprender cada día un poco más. Y por último, es el momento de abrir nuestra mente y las puertas de las aulas para compartir con el par las experiencias pedagógicas que nos enriquecerán a todos, pues siempre habrá cosas que aprender del compañero y siempre tendremos algo que aportar desde nuestro que hacer.

Pese a los retos, las dificultades y los sinsabores, me siento realmente orgullosa de ser maestra y más aún de pertenecer a un programa como el del PTA, puesto que me siento comprometida con mí que hacer docente, con mi formación constante y sobre todo aportando un granito de arena más con las formadoras, compañeros tutores y docentes de las instituciones a las que servimos.

Viviana Fernández Ossa