Es muy común pensar que los museos son espacios que por su carácter patrimonial centrado en los objetos, la historia y el saber en general, no deberían transformar sus prácticas ni sus procesos de aproximación a estudiantes, docentes y público en general. Revestidos de un aura sagrada, pareciera no permitido cuestionar su manera de abordar las diferentes manifestaciones del ser humano, que les dan razón y sentido de existir.
Sin embargo, ya en la segunda mitad del siglo XX y en el inicio de un nuevo milenio estas instituciones han comenzado a repensar sus prácticas y, de esta manera, tratar de establecer nuevas formas de comunicación con sus visitantes. Ello, además, en vista de la obligada renovación que también ha tocado a los procesos de pedagogía y enseñanza de las diversas disciplinas en los diferentes niveles de formación, así como los nuevos contextos de participación ciudadana. Es por este motivo que ahora se respiran nuevos aires de cambio, a través de los departamentos de educación de muchos museos de Colombia y el mundo.
El Museo del 20 de Julio de 1810, que pretende convertirse en el Museo de la Independencia en el marco de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional, ha experimentado en el último tiempo estas nuevas prácticas, logrando que por medio de propuestas transdiciplinarias (arte, historia, antropología, pedagogía) los públicos reinterpreten las narrativas históricas a partir de espacios participativos, en los cuales cuenta prioritariamente la voz de los públicos, en una tarea que hace parte del lema del museo: "Cada quien construye la historia con su propia historia".
Talleres y visitas comentadas como "Rompa usted el florero, nosotros se lo reponemos", buscan ser consecuentes con la renovación de la que se hablaba anteriormente, articulada, además, a un ejercicio de ciudadanía democrática y cultural en el que la participación y construcción de significados se realiza de manera colectiva. Esto se ejemplifica en un acto tan sencillo -dentro de un conjunto de otras actividades- como el de la posibilidad de que cada visitante redacte su propia Acta de Independencia (personal, religiosa, política, afectiva), en un facsímil del papel sellado en el que se escribió el Acta de 1810, y sea un motivo de reflexión para la comprensión, tanto de nuestro pasado histórico como de su proyección en el presente y futuro inmediatos.
(*) Director Casa Museo Quinta de Bolívar y Museo del 20 de Julio de 1810.
Más información en www.quintadebolivar.gov.co/casadelflorero/index.htm
Y en la página web del Comité de Acción Educativa y Cultural de Museos de Bogotá, www.cecabogota.pbwiki.com
Altablero, 46, Cada quien construye la historia con su propia historia |