Interactuar con recursos naturales como el suelo y el agua, desde la comprensión de las formas socioculturales tradicionales practicadas por la comunidad campesina, ha permitido que la actividad educativa se encamine a la formación de ciudadanos y ciudadanas responsables y éticos en el manejo del ambiente.

Los 95 estudiantes del Centro Educativo Rural San José reciben y construyen una formación integral desde proyectos productivos, para su comunidad. En otras palabras y con sus docentes como guías, desarrollan una cultura responsable en el manejo del ambiente, desde la enseñanza en la escuela.

Con 4 docentes, Ana Belén Portilla, José Ballesteros, Alfonso Cote y Evelia Gamboa, y un director, Hernando Flórez, se ha hecho posible sostener y consolidar un proceso de vida escolar en el que la integración de las actividades y los diversos proyectos que se desarrollan en la institución hace más fuerte los objetivos y los aprendizajes de jóvenes competitivos, que ofrecen respuestas a los retos de su comunidad. Como muestra de esta realidad, en el Centro Educativo Rural San José del Pino, en Norte de Santander, se orienta a los estudiantes (desde Preescolar hasta grado 9°) en la construcción de conocimientos, actitudes y valores que permiten una nueva interacción entre la comunidad educativa, y entre ellos y los recursos naturales.

Esta institución, que se encuentra en la vereda San Agustín del municipio de Mutiscua en el Nudo de Santurbán -una zona de gran importancia binacional para Colombia y Venezuela por su considerable producción de agua-, ofrece una enseñanza que permite la comprensión de un problema ambiental local -como es el impacto de la agricultura tradicional de la comunidad campesina de alta montaña sobre los recursos suelo y agua de la vereda- e involucra curricularmente técnicas agrícolas de conservación, que propician la sostenibilidad ambiental.

"Hemos logrado articular el Proyecto Educativo Institucional con los Proyectos Pedagógicos Productivos y el Proyecto Ambiental Escolar (PRAE), como un todo integrador de aprendizajes y no como una suma de proyectos. Esta articulación parte del conocimiento de la problemática del contexto y la búsqueda de soluciones a las problemáticas de la comunidad", comenta la docente de la institución Evelia Gamboa, quien se encarga de la educación de grados 5° a 9° en todas las áreas y es dinamizadora del proyecto.

Teniendo en cuenta "el eje central de la educación ambiental: atender al hombre en su integralidad, en contextos mayores, partiendo de la problemática ambiental local", señala la profesora, los estudiantes del centro educativo hacen parte de proyectos productivos que están involucrados en el PRAE: una granja integral de conservación donde se manejan las técnicas de labranza mínima, y los cultivos en invernadero, con el uso de abonos verdes y la crianza de especies menores -conejos, cerdos, pollos y ovejas para producción y consumo-, alimentados con alfalfa, cerraja y nabo forrajero, productos del banco de proteínas. "Desde grado los estudiantes se involucran con los proyectos; se comienza con la separación de residuos, el concepto de seres vivos y el manejo básico del contexto ambiental".

Además, en la escuela existe una asociación cultural que fomenta y difunde muestras culturales propias de la región (tamboras, cuerdas campesinas y danzas folclóricas) y artesanías (accesorios, mochilas, cuadros artísticos, tejidos...), en la que se utilizan insumos y se manejan temáticas formativas amigables con el ambiente. Según el profesor Alfonso Cote Mogollón, quien se encarga con la profesora Evelia de la enseñanza y la orientación, en estas actividades "los niños y niñas y algunos adultos de la vereda, trabajan y comercializan dichos productos, generando beneficios económicos tanto para la institución educativa, como para los directamente involucrados en los proyectos. También se resalta que para garantizar la sostenibilidad se ha conformado una Asociación que permite dinamizar procesos auto gestionarios y con amplia participación comunitaria.

Las actividades de este trabajo abarcan todo el currículo escolar y emplean un enfoque pedagógico y didáctico construido desde las necesidades de la comunidad educativa que responde a características de aprendizaje significativo y que rompe con muchos paradigmas de la escuela tradicional en lo relacionado con proyectos de aula, conceptos de autoridad, horarios de clase y procedimientos de evaluación, entre otros. Todas las áreas del conocimiento tienen que ver con el trabajo educativo-ambiental que se desarrolla. "Los proyectos están en todo el proceso académico: desde la filosofía, la misión, el objetivo institucional, y la cotidianidad del aula...También impregna los componentes administrativos, comunitario, pedagógico y conceptual", afirma la profesora. Por ejemplo, en Español, "hacemos artículos sobre el manejo de los proyectos productivos; en Matemáticas trabajamos la cuentas comerciales y los cálculos de nuestro trabajo".

Tanto los marcos teóricos como las prácticas han tenido resultados en los aprendizajes de los estudiantes. Uno de ellos, ya egresado hace tres años de la institución, Javier Alexander Jaimes, reconoce su aprendizaje para su vida después del colegio: "Para mí, la parte teórica fue muy buena; también lo aplicativo, como el manejo de los desechos orgánicos y la labor de mantenimiento de la huerta sin aplicar químicos".

Todos hemos pasado por un proceso de aprendizaje, afirma Evelia Gamboa. Para comenzar este proyecto que ha vivido durante doce años, "(los docentes) nos capacitamos y nos ruralizamos. Teníamos la obligación de entender el entorno y vivir con las necesidades de la comunidad. Conocimos cómo se trabaja el establecimiento y mantenimiento de la huerta, la cosecha y la comercialización. En fin, conocimos la realidad de los asuntos de la vida rural".

Ahora bien, esta pedagogía para la competitividad que parte de principios de sostenibilidad ambiental se construye con el modelo Escuela Nueva, en el cual se utiliza la figura del maestro multigrado, se trabaja la relación escuela-comunidad, el aprendizaje a ritmo de las diferencias individuales de cada estudiante, la promoción flexible, el trabajo en grupo, el desarrollo de guías realizadas por el mismo centro educativo, la participación de los padres con sus saberes y habilidades (músicos, artesanos, agricultores, criadores de animales) en el ámbito escolar, el desarrollo de liderazgo personal y comunitario y la gestión para el manejo del entorno inmediato.

Para el profesor Alfonso Cote, "la respuesta de los estudiantes se ve reflejada en su producción y en la visión que tienen de la vida, lo que los diferencia de jóvenes de otras comunidades. Los estudiantes del Centro Educativo Rural San José del Pino desarrollan una visión más amplia de posibilidades y un gran sentido de responsabilidad por el mejoramiento". Es lo que la profesora Gamboa llama "el espíritu de superación en la vida cotidiana y en su desempeño" porque, según ella, estos jóvenes, cuando egresan, estudian carreras afines a la vida de campo y desarrollan un sentido de mejora y pertenencia del entorno". Es una realidad que reconoce Javier Alexander Jaimes: "El trabajo productivo en el centro educativo nos hizo ver que podíamos desarrollar actividades importantes y que teníamos las habilidades para hacerlas".