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En el municipio de Guasca, al noroccidente del departamento de Cundinamarca, una experiencia educativa ha venido formando pequeños empresarios y perfilando líderes.
Su nombre: La Gallina Feliz; el lugar: Guasca, comunidad con casi 12 mil habitantes, Colegio Departamental El Carmen; el objetivo: desarrollar una actividad empresarial a través de un proyecto en torno a la avicultura y la explotación de las gallinas ponedoras.
"Esto nació en 2003, como una idea del colegio para formar estudiantes en competencias, con el fin de desempeñarse en el panorama laboral de su comunidad", recuerda Fredy Alexander Alfonso Acosta, coordinador del proyecto. "Un año después recibimos una capacitación del SENA en especies menores e hicimos énfasis en avicultura. Entonces, los niños se formaron en la parte técnica y tecnológica: ahí se perfiló la idea. En 2005 y con aportes de la Gobernación y del Municipio como capital semilla, agrega, comenzamos a trabajar el proceso de la granja avícola".
El Colegio Departamental El Carmen tiene 12 sedes, 3 de las cuales ofrecen educación básica y 2, educación media. Es en la sede Pastor Ospina donde se implementa el modelo educativo de Telesecundaria; uno de sus proyectos es La Gallina Feliz, ejemplo en la región.
"Para el Colegio, señala Armando Moyano, el rector, lo realizado es de gran importancia, sobre todo porque se traduce en logros de los estudiantes: en lo formativo, lo pedagógico, en su capacidad para hacer empresa y en la formación para el trabajo".
La Gallina Feliz ha venido armando su propio proceso. Su administración y funcionamiento están totalmente a cargo de 15 estudiantes de grados 6° a 9°. Las ganancias son para ellos y para el mantenimiento de la granja donde se desarrolla el proyecto. En el ámbito administrativo, los estudiantes están distribuidos en la gerencia de proyecto, la administración de la planta (el galpón, que se encuentra en las mismas instalaciones del Colegio) y el manejo del almacén, la comercialización y el producto: los huevos.
A su vez, explica el rector, "hay varios grupos de trabajo: comité empresarial, de logística, de contabilidad, de alimentación, de publicidad y de proyección, entre otros. Por estrategia de la coordinación, todos los estudiantes de Telesecundaria deben participar. Y añade, "con La Gallina Feliz y como parte del proceso de socialización, también desarrollamos competencias comunicativas; por ejemplo, los muchachos aprenden a interrelacionarse e integrarse, gracias a las dinámicas internas".
El proyecto maneja dos productos: el huevo, su clasificación por tamaños y colores, lo que incluye el maquillaje de cubetas para que se vean más atractivas; y el sacrificio de las gallinas, cuando terminan su ciclo de postura, para el mercadeo de la carne.
"Tenemos dos turnos, en la mañana y mediodía. En el primero, revisamos las aves; y en el segundo, vigilamos que tengan agua y suministramos la comida. Asimismo recogemos los huevos, clasificados en Tipo A, Tipo B y Tipo C. Algunos salen con el precio del galpón y, por lo general, después de la limpieza tienen otro precio", resume Luis Alejandro Rodríguez, gerente general, estudiante de grado 9°. Y agrega: "Los desechos orgánicos producto de la avicultura sirven de abono para la lombricultura y las lombrices, a su vez, son comida para las gallinas. Es un proceso integral que ayuda a formar una granja de las mismas características. Estamos mirando no comprar concentrado sino que un proyecto lleve a otro".
Luego de cinco años, todos aceptan que apoyos fundamentales para esta labor, que se desarrolla de lunes a viernes y que incluye los fines de semana, son los padres y madres de familia y el área Proyectos Productivos, impartida por el mismo coordinador de La Gallina Feliz, el profesor Fredy Alexander Alfonso Acosta.
Los padres de familia son veedores y, teniendo en cuenta que la edad de los estudiantes oscila entre los 6 y 14 años, las figuras paterna y materna se erigen como colaboradores constantes. "Los niños trabajan en las tardes, los fines de semana, los festivos, por lo que necesitan el acompañamiento de los padres. Hacemos jornadas en las que ellos están presentes, con turnos de trabajo y compañía", afirma el rector Moyano.
Por su parte, el área Proyectos Pedagógicos forma niños con diferentes capacidades, que se preparan para su inmersión en el mundo empresarial. "Se están perfilando como líderes en sus comunidades", comenta Fredy Alexander Alfonso. Igualmente, la gerente de La Gallina Feliz, una estudiante de grado 9° llamada Daniela García, cree que "todo lo que estamos viendo nos va a servir para montar nuestra propia empresa y para dejar un camino a los muchachos que vienen detrás de nosotros".
Ahora bien, es necesario que el proyecto se mantenga cerca de lo académico. Áreas como biología, química, matemáticas e historia tienen un papel especial en el quehacer de La Gallina Feliz. Por ejemplo, el profesor Fredy Alfonso explica que manejan "la agricultura, su historia y tradición, ya que así se vincula con los proyectos productivos. El aprendizaje tiene que ser interdisciplinario -con la contabilidad, las cuentas del proyecto, desarrollan habilidades matemáticas-, y la práctica debe tener un gran impacto en los niños", agrega.
La formación académica y empresarial ha dado frutos entre los estudiantes que han sido parte del proyecto. Los tres gerentes que ha tenido tienen su propia empresa. El último de ellos, Luis Alejandro Rodríguez, maneja un negocio, "Huevo Orgánico"; y vende los productos en Bogotá.
Hoy, a La Gallina Feliz le espera una ampliación a los grados 10° y 11°, con ramificaciones en cunicultura, lombricultura y cultivos hidropónicos. Es que lo realizado ha servido para aprovechar al máximo espacios para el ejemplo empresarial educativo, "todo a partir del cuidado de la gallina en su comer, beber y poner".
Altablero, 45, Muchos niños y gallinas felices, |