(Apartes)¹ ...En nuestro caso particular hemos contado con la presencia en las aulas de algunos estudiantes con necesidades educativas especiales, entre los que están jóvenes con limitaciones auditivas o con discapacidad motora y cognitiva, que nos han puesto en apuros, conmovido e impacientado pero que, ante todo, nos han enseñado, en contexto, que sin contar las dificultades individuales todos podemos lograr lo que nos proponemos si en realidad queremos hacerlo.
Y no es para poco si se toma como ejemplo una de mis estudiantes que, a pesar de tener limitación auditiva, logró aventajar a muchos de sus compañeros en redacción, caligrafía, ortografía e, incluso, en aspectos como la acentuación de las palabras; o también la pequeña diagnosticada con retardo mental que es una de las mejores en su curso.
Recuerdo cuando notificaron todo este asunto de la inclusión: fui de los primeros en renegar y condenar, pero hoy puedo afirmar que, pese a las dificultades, todos nos beneficiamos al tener en nuestra población estudiantes con necesidades educativas especiales.
De un lado, estos niños y jóvenes ya no son relegados ni discriminados y logran integrarse, de acuerdo con sus posibilidades, a la dinámica sociocultural. Por otra parte, los demás estudiantes desarrollan criterios de aceptación de la diferencia, la tolerancia y la solidaridad.
Basta con mencionar el caso de una chiquilla con una seria limitación motora, causada por una enfermedad degenerativa. Ella cursa el grado 7° y siempre ha contado con la ayuda de sus compañeros para subir con su silla de ruedas las escaleras, en la hora del descanso, cuando se atrasa y falta a clases como consecuencia de su enfermedad. Todo el tiempo le colaboran y velan por su bienestar.
Y sin duda los docentes también nos beneficiamos. No se sorprenda, señor lector, pues al enfrentar situaciones y requerimientos para los que definitivamente no fuimos capacitados ni preparados psicológicamente, nos encontramos en la imperiosa necesidad de dejar aflorar nuestra creatividad y nuestras más ocultas habilidades pedagógicas, con el fin de lograr que el proceso educativo de los estudiantes con necesidades especiales se desarrolle a la par del resto de nuestros educandos, y que todos logren alcanzar el ideal de formación.
Si bien hablar de inclusión plantea conceptos tan claves como la tolerancia, la equidad y la formación en valores, también deja ver claras falencias en cuanto a la capacitación de docentes, adecuación de espacios y locaciones y, ante todo, en los planes tendientes a contemplar aspectos inherentes a la prestación de los servicios profesionales propios de la población con estas necesidades.
Para concluir quiero comentar que al pensar en un estudiante con limitación auditiva, que entre gestos y sonidos me cuenta que en este periodo logró pasar ciencias naturales, o que le escribió un poema a la niña que le gusta, o al ver jugando feliz a otro u otras que se creyó autista por mucho tiempo, puedo sentir la bendición que es ser un docente.
(*) Docente de la Institución Educativa María Auxiliadora, Santuario (Risaralda)
Notas
¹ La atención educativa de la población con necesidades educativas especiales es una obligación del Estado, según la Constitución Política de Colombia de 1991 y una serie de leyes, decretos reglamentarios y normas que se estructuran mediante política pública (2003) y política social (Conpes 80 de 2004). El servicio educativo tiene como objeto primordial la formación permanente, personal, cultural y social de los estudiantes, dando cobertura a todos los que acceden a las diferentes propuestas de formación educativa en las modalidades establecidas, incluyendo a las personas con necesidades especiales (Ley General de Educación, artículos 1 y 2).
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