Al observar las experiencias desarrolladas en cuatro departamentos de los anteriormente llamados "territorios nacionales", queda demostrado que es indispensable tener en cuenta las características propias de cada región para avanzar en las políticas propuestas por la Revolución Educativa. Putumayo, Guainía, Amazonas y Guaviare: "Cada día un grano pon y harás un montón".
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Tal vez pocos sepan que Guaviare es uno de los departamentos más exitosos en términos de calidad y resultados en el Icfes: si en el año 2001 se ubicó en el puesto 18, en el 2002 quedó entre los seis primeros departamentos, superando a Antioquia y Valle del Cauca; en las pruebas de lenguaje sólo fue rebasado por Bogotá. Pero esta vez, esa no es la historia.
Ubicado al suroriente de Colombia, con aproximadamente 55 mil kilómetros cuadrados, entre la Orinoquia y la Amazonia, Guaviare no sobresale por las facilidades de acceso. Tiene únicamente mil kilómetros de trochas carreteables; a las demás instituciones educativas se llega por ríos, caños y lagunas, y en unos pocos casos por vía aérea.
La cobertura, pues, es un segundo reto. Para su ampliación, la Secretaría puso el ojo en los veinte internados rurales, que les permite atender a más de 2 mil alumnos. "Los internados han funcionado desde hace más de 20 años y en estos momentos tienen más importancia por los problemas de orden público y por la fumigación extensiva a los cultivos de hoja de coca", explica Irineo Martínez, secretario de Educación del departamento.
"Por la crisis económica hemos hecho una campaña importante para llevar a los niños recogedores de coca a los internados", añade. Para cada uno tiene un costo de $30 mil mensuales, con los que se cubre todos los servicios educativos, el alojamiento y la alimentación. El dinero lo paga la familia, aunque se está trabajando un proyecto para conseguir recursos que permitan la gratuidad. A los niños se les hace énfasis en proyectos pedagógicos productivos, especialmente en productos agrícolas de la Amazonia y la Orinoquia. En las tardes, ellos trabajan en granjas con cultivos de borojó, arazá, yuca y plátano, y en algunos internados tienen ganadería. El propósito es que cuando los jóvenes salgan de estudiar, puedan organizar una empresa familiar sostenible.
"Los internados no son tan fáciles de manejar", subraya Martínez. "Sobre todo porque los docentes tienen que trabajar las 24 horas, convertirse en papá, mamá, consejero, enseñar cómo se remienda un pantalón, cómo se pega un botón...No es sencillo conseguir esta clase de maestros".
Para este año han optado por un calendario experimental, que les permitió iniciar clases el 13 de enero. "Pero a pesar de que los docentes se hicieron presentes, los alumnos comenzaron a llegar a mediados de febrero, tal vez porque en época de verano el agua es escasa y el transporte no se puede hacer por los ríos; sólo regresan con las primeras lluvias de marzo", señala el secretario.
De otra parte, el Proyecto de Educación Rural, con cobertura departamental, les ha permitido ofrecer alternativas de formación para niños, jóvenes y adultos. Igualmente trabajan con posprimaria, educación de adultos, Escuela Nueva, a través de capacitación vivencial y llevando docentes del eje cafetero para aprender de sus experiencias exitosas. Con el fin de encontrar una salida a los problemas de repitencia y extraedad, en la básica primaria se trabaja con las aulas de aceleración del aprendizaje. "Con todas estas estrategias ampliaremos 2.600 nuevos cupos este año", asegura Irineo Martínez.
Guaviare Un esfuerzo sostenido |