Responsabilidad con la historia: visibilizar e incluir la memoria de los grupos étnicos en el relato nacional.
En el mundo de la política educativa -hace carrera desde hace un tiempo-, se viene hablando de afroetnoeducación, concepto emergente, entendido como una distinción de carácter epistemológica y de naturaleza pedagógica entre los llamados procesos etnoeducativos y experiencias que se preguntan por la temática afrocolombiana.
En el centro del debate pedagógico sobre la terminología, las orientaciones entre las que se incluye la Cátedra de Estudios Afrocolombianos, los estándares de competencia y sus consecuencias curriculares, se encuentra el docente, en este caso etnoeducador, que se plantea lógicas diferentes de entregar a su comunidad legados ancestrales de los grupos étnicos sujetos de una política diferencial, establecida en el principio constitucional de reconocimiento a la multietnicidad y la pluriculturalidad.
En el caso de los educadores del área de Ciencias Sociales -y especialmente de historia- tienen la enorme responsabilidad de incluir la memoria de los grupos étnicos en el relato nacional. Las nuevas narraciones que conforman la historia nacional deben contener a la multiplicidad de voces, actores y escenarios, que develen los recuerdos que en la institución educativa se vuelven difíciles de promover e incluso de activar, como los hechos de la conquista sobre los pueblos originarios de América o el tráfico de esclavos africanos.
No obstante, esa riesgosa circunstancia debería convertirse en una oportunidad para la cualificación de los docentes que día a día trajinan el delicado asunto de las identidades. A los temas sobre el recuerdo y el olvido, contribuyen los museos, archivos, efemérides, izadas de bandera y demás soportes de la memoria colectiva. El complemento de esta situación es competencia de la institución que forma al docente y que requiere un cortocircuito en su accionar para reescribir la historia nacional.
Un accionar pedagógico que aún mantiene los dictámenes de la historia convencional que deambula no sólo en las escuelas, sino también en las facultades de historia, ciencias sociales y educación y frente al cual, todo el despliegue del bicentenario amerita una mayor concentración en hacer visible a los grupos étnicos y sus aportes a la construcción nacional.
Si el bicentenario no logra colapsar, el único relato que se encuentra en la escuela incluso las etnoeducativas, la siguiente fase podría ser lapidaria: "En tanto sigamos cargando con esa deuda histórica de no reconocimiento frente a las y los esclavizados, será igualmente incompleta y perversa la comprensión de la personalidad histórica de Colombia"¹
En consecuencia, a los y las docentes que aportan en la construcción de la identidad nacional y las diversas identidades que la conforman, les espera uno de los retos más importantes del siglo XXI: la institucionalidad de una ciudadanía multiétnica, que integre a los contenidos curriculares las improntas de los grupos afrocolombianos e indígenas.
(*) Historiadora de la Universidad del Valle,docente del área de Ciencias Sociales de la Universidad Distrital, investigadora de los textos escolares y sus ilustraciones. Correo electrónico: afromenaahoo.com
Nota ¹ Díaz, Rafael Antonio. La población afrocolombiana y su lugar en la historia de Colombia: una lectura desde la diáspora africana y la esclavitud. Academia Colombiana de Historia. Bogotá 2008.p.12
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