En Nariño y Putumayo docentes de las culturas indígenas inga y kamentza y de la población no indígena -conocida como colona- vuelven a las aulas para propiciar el conocimiento y el entendimiento global y acorde con sus respectivas concepciones de la educación para la sexualidad.

Tratar, socializar y analizar el tema de la sexualidad y la convivencia requiere tener en cuenta las múltiples miradas de las distintas comunidades indígenas del país e involucrarlas en el desarrollo educativo. Por eso, en Nariño en el Programa se trabajan conceptos de equidad de género, multiculturalidad, biodiversidad y comprensión del entorno, enalteciendo el recurso humano y las competencias de cada persona, para crear proyectos de vida autónomos y acordes al contexto.

"Teniendo en cuenta al estudiantado, es muy importante respetar sus concepciones de vida. La sexualidad es un tema sobre el que existe diversidad de opiniones en nuestra sociedad. Se trata de una dimensión humana que conlleva aprendizajes, conocimientos, habilidades, destrezas, actitudes, conductas y sentimientos profundos, que están íntimamente ligada a los valores, creencias y convicciones de la persona", afirma la investigadora Emma Cristina Zambrano, de la Universidad de Nariño.

Desde 2006, en Nariño se viene desarrollando un proyecto con varias comunidades indígenas, lo que ha permitido la expansión de acciones en Educación para la Sexualidad y la Construcción de Ciudadanía a los docentes de las culturas inga y kamentza -oriundos del Putumayo y gran parte de Nariño- y de la población no indígena (colona), diplomado ofrecido por la Facultad de Educación de Universidad de Nariño.

Para las investigadoras y docentes, Emma Cristina Zambrano y Olga Lucía Muñoz, el reto de la propuesta etnoeducativa es construir una conciencia de compromiso, sensibilización y conocimiento, desde la cosmovisión, cultura, costumbres, sistemas de creencias y comunicación de las etnias. "Por ejemplo, era notable la actitud dominante de los hombres y la sumisión de las mujeres, una noción palpable en las primeras clases que tienen mucho que ver con la historia y las costumbres de las comunidades étnicas; de la misma manera, que las mujeres llegaran con una concepción formada por creencias amenazantes".

La doctora Muñoz afirma que el diplomado de la Universidad "pretende fortalecer el enfoque integral de los proyectos pedagógicos en educación para la sexualidad en las instituciones educativas, de tal forma que los maestros logren que niños, niñas y jóvenes tomen decisiones autónomas, responsables y saludables que enriquezcan su proyecto de vida y vivan su sexualidad plenamente. A su vez, que repliquen lo aprendido con otros compañeros docentes".

Las temáticas desarrolladas les han permitido a los docentes recordar y reflexionar sobre lo que fue su formación desde la familia, la escuela y la influencia social, enriqueciendo estas vivencias con las experiencias de los demás y profundizando en el conocimiento de sus costumbres y la normatividad de sus culturas. Por otro lado, mirar falencias en la manera de educar en sexualidad.

La maestra Sandra Yolima Burbano, de la comunidad colona, destaca que la propuesta le ha servido para la vida en pareja. Además, ha posibilitado que se descubran partes físicas, valores y gustos que cotidianamente se desconocían, lo que posibilita un trato más comprensivo entre parejas, padres, madres e hijos, docentes y estudiantes, amigos y compañeros, partiendo del respeto de su cultura.

El proceso se viene expandiendo en el Putumayo, en una dinámica de trabajo sensible y respetuosa de las cosmovisiones culturales.

Algunos aspectos identificados en una investigación de carácter etnográfico realizada en 2006, que incluyó a Panan y Cumbal, en Nariño (*) y que hizo parte de la formulación del Proyecto de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía, muestran un cambio en la relación que establecen los jóvenes en sus relaciones sexuales y la formalización del vínculo matrimonial: hay mayor independencia. Los jóvenes reconocen que son machistas y dominantes y que ahora las mujeres tienen más capacidades y oportunidades y no se dejan dominar por ellos. Asimismo, para el grupo de estudiantes de grado 9° del resguardo indígena de Panan la satisfacción sexual no está mediada por la protección y el cuidado frente al embarazo o a las enfermedades; sólo sugieren el uso de métodos de protección como una recomendación de padres y docentes. La práctica del aborto se ve como algo negativo.

(*) La labor se desarrolló a partir de la metodología de grupos focales en cinco áreas demostrativas: Bolívar, Caquetá, Nariño, Risaralda y Bucaramanga; 5 de los 22 grupos focales realizados tuvieron lugar en el departamento de Nariño: en La Cruz, con niños y niñas de grado 5°; en Cumbal y Panan, con jóvenes de grado 9º; en Taminango, con docentes y directivos docentes, y con padres y madres de familia con hijos en las instituciones educativas. Para ello se tuvieron en cuenta los ejes temáticos: perspectiva de género, derechos humanos, sexuales y reproductivos, educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía. Los resultados permitieron tener un conocimiento de tipo cualitativo sobre las actitudes, creencias, prácticas y comportamientos frente a los temas de sexualidad y ciudadanía entre la población objeto de estudio, y muestran que existen particularidades en lo regional y en lo étnico.