Un total de 32 escuelas de los corregimientos de Tarapacá y Pedrera se benefician con el proyecto de cobertura implementado por las Asociaciones de Autoridades Tradicionales Indígenas del Amazonas (Aatis), el apoyo del Fondo Nacional de Regalías y la mediación del Ministerio; 787 estudiantes ticunas, macunas, boras y mirañas asisten a programas acordes con su tradición.
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Reinaldo Tapuyima Viena, secretario de Educación del Cabildo Indígena Mayor de Tarapacá (Cintar), que hace parte de las Aatis, cuenta la historia del proceso. "Antes y durante muchos años, la educación de las comunidades indígenas fue administrada por la Iglesia Católica; hoy, después de un fallo favorable del Consejo de Estado, como resultado de una acción de cumplimiento entablada por los paisanos del Miriquí, la Gobernación ha iniciado un proceso de contratación directa en materia de educación". Una conquista más de las Aatis, entidad conformada por diez organizaciones regionales indígenas, que viene trabajando hace más de 20 años.
Desde 2001 las Aatis tienen una mesa permanente de coordinación administrativa que trabaja con el gobierno departamental, examina propuestas y define políticas sobre los territorios de las asociaciones, que abarcan el 80 por ciento del Amazonas.
Con el apoyo de la Fundación Gaia, viendo que el departamento no tenía plata y analizando lo que estaba haciendo el Ministerio, se decidió buscar una financiación a través del Fondo Nacional de Regalías. "En conjunto con la Gobernación, las Aatis enviamos un proyecto, en mayo de 2003, que fue aprobado en agosto del mismo año", explica Tapuyima. El objetivo: que los indígenas "impartamos nuestra propia educación, con programas que se ajustan a nuestro estilo de vida".
Para Reinaldo Tapuyima, la tarea de conseguir los recursos no fue nada fácil: "Por ejemplo, el interventor nos pedía fotografías de los niños; hacer eso acá, en regiones alejadas, donde muchas veces no hay la forma de revelar un rollo es muy complicado". Pero lo hicieron. Además, se reformularon los instrumentos de seguimiento y evaluación aplicados a los niños atendidos por el proyecto. "Los reformulamos a la manera de nuestro entorno", afirma el Secretario de Educación del Cabildo.
La ejecución de los recursos también se realizó muy al estilo de las Aatis. Los cinco delegados de las asociaciones se reunieron en el corregimiento de Pedrera y, partiendo de que la educación anual de cada niño ascendía a algo más 635 mil pesos, distribuyeron el dinero asignado de manera equitativa. Una vez hecha esta tarea, se recurrió a los curacas (*), quienes elaboran los planes de inversión anual de cada una de las asociaciones.
Obtenidos los recursos y con un norte bien trazado, quedaba la ejecución. Las Aatis invirtieron en bonificación de docentes y administrativos, investigación lingüística y calidad. Pusieron especial énfasis en el seguimiento académico, que consta de talleres de actualización de docentes, elaboración de textos y materiales y dotación de materiales y biblioteca básica. Adicionalmente, agrega Tapuyima, "empezamos a diseñar algunos otros currículos; y se invertirá en suministros de materiales para las escuelas". De este modo, "en cada organización se están beneficiando los niños".
Ahora bien, la investigación lingüística resulta definitiva para estas comunidades. Ellos ven la etnoeducación como el eje fundamental para la supervivencia de su pueblo, sus costumbres y sus tradiciones. Pero, de la misma manera, afirman: "No queremos conservar nuestra cultura como una pieza de museo; queremos aprender de los demás, hacer una educación intercultural".
(*) El cargo de curaca es ocupado por un hombre adulto, líder, con conocimientos de su cultura y capacidad de interacción con los "blancos". Debe saber leer, escribir y, en general, ser el portavoz de su comunidad ante los organismos oficiales. Antiguamente, el curaca era un jefe guerrero y hasta el chamán de la comunidad; en nuestros días, se elige gracias a la votación de los miembros de la comunidad.
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