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Educación más allá de las dificultades

Para miles de niños colombianos, la escuela puede estar a muchas horas de camino; y si a ello se le agregan factores de orden socioeconómico y cultural, o la llegada de la época invernal o la inseguridad, se está ante una de las tantas situaciones que dificultan la vida escolar y especialmente la de los menores que viven en las zonas rurales. Esta es una de las razones por las que el Ministerio emprendió acciones más pertinentes para lograr coberturas universales.

Uno de los temas centrales fue combatir la deserción de los más pequeños. "Un papá no envía a su hijo a un centro educativo lejos en época de invierno, cuando se crecen los caños y los ríos", explica Yolanda Cuéllar, coordinadora general del PER en Caquetá. "A veces van a la institución con sus hermanos mayores, pero no siempre. Hace varios años, muchos niños repetían dos o tres veces primero de primaria, porque su educación se iniciaba en primaria y no tenían la preparación de preescolar", añade. Según ella, los obstáculos geográficos en estas regiones eran sólo una muestra de las tantas dificultades que el niño menor de cinco años ha tenido para acceder a su educación inicial escolarizada. Además, los niños y niñas trabajan.

Todas esas condiciones llevaron a que el Ministerio de Educación Nacional y las secretarías de Educación buscaran alternativas que garanticen la terminación de los ciclos. Es así como la escuela tuvo que llegar a los niños y no a la inversa.

El PER y los maestros

Desde 1996, el Ministerio comenzó a diseñar el Proyecto de Educación Rural (PER) para brindar más y mejor educación a la población rural, en todos sus niveles y desde el grado de transición (niños de cinco años de edad). El PER consideró tres componentes: fortalecer la gestión y los equipos departamentales y municipales -dándole prioridad a las demandas locales y a las condiciones sociales y geográficas de estos territorios-, la formación para la convivencia y, especialmente, la ampliación de cobertura con calidad, con miras a fortalecer la educación rural.

En los primeros años del proyecto, la educación preescolar se identificó como la más baja en cobertura en las regiones rurales. "Normalmente la comunidad de esos sectores piensa que la educación preescolar no es importante; los niños entran a la escuela a primer grado, a los siete años", afirma Clara Agudelo, profesional de la Subdirección de Poblaciones del Ministerio de Educación Nacional. "También se identificó que los maestros tenían poca preparación en la educación preescolar; eran licenciados de diferentes áreas pero la mayoría no lo era en transición", añade.

La dispersión no sólo era geográfica; las edades de los niños de un mismo grupo eran desiguales. "En el sector rural es muy común la escuela multigrado. Es decir, un maestro maneja de primero a quinto grado en una misma escuela (que puede estar conformada por una o dos aulas), y si, además, debe atender a niños de preescolar, el asunto se complica más", señala la profesional.

"Los maestros siempre han manifestado la necesidad de que los niños tengan preescolar, pues este nivel permite establecer las bases para que adquieran competencias y se estimule su desarrollo físico, cognitivo y afectivo, lo que les permitirá ser exitosos cuando llegan a primero", afirma Clara Agudelo.

Al conocer la situación de la educación rural, el PER fortaleció el preescolar tradicional -el maestro con un número determinado de niños en un aula corriente, con sus materiales- y definió estrategias para atender a los niños que no puedan ir al centro educativo. Se conformó una lista de universidades y ONG en capacidad de apoyar a las Entidades Territoriales en la identificación de estrategias de educación para niños y niñas de cinco años.

Una de las estrategias empleadas en diversas regiones y acogida por las comunidades para el nivel de transición es el maestro itinerante. Este educador cumple su función pedagógica mediante visitas a las casas o puntos de reunión donde están los niños que no pueden asistir a la escuela de su zona. "Los maestros itinerantes, en el área rural, trabajan cada día en una vereda, viajan con diferente material y dejan tareas para los días en que no hay visita. Esa tarea la trabajan niños y padres. Así, los niños llegan más preparados y, por ejemplo, vencen la timidez e inseguridad", asegura Yolanda Cuéllar.

Los recursos educativos

Con el maestro itinerante también llegaron a los hogares recursos y materiales como la Canasta Educativa y el Centro de Recursos de Aprendizaje. Estos paquetes traen un número suficiente de elementos y materiales para desarrollar la parte motora, cognitiva, musical, deportiva y lúdica; son instrumentos musicales (guitarras, xilófonos, maracas, guacharacas o triángulos), balones, títeres, muñecas, lazos, rompecabezas, juegos de lotería y cajas chinas, entre otros.

Los niños aprenden a expresarse, a contar y a identificarse dentro de su sociedad gracias a las visitas del maestro itinerante y el refuerzo diario del agente formador, que puede ser la madre, el padre, la abuela, el hermano mayor o la persona encargada del hogar. Además, es muy pertinente el papel del juego dentro de este aprendizaje. Un ejemplo de ello es la articulación entre las tareas de los niños y la familiarización con los medios de expresión.

En el Guaviare, esta dinámica se plasma en Preescolar No Escolarizado Expedición Chiribiquete: Una aventura del saber en casa, programa radial transmitido los sábados por la mañana, que es el acompañamiento para la cartilla de estudio. "Los docentes trabajan horas extras para hacer las visitas los fines de semana. En estos encuentros dan las orientaciones a los niños y a sus padres para trabajar los puntos de la cartilla que se tratarán en el programa", explica Hernando Lagos.1

Otras modalidades, como el preescolar articulado a la escuela multigrado, manejan cartilla para el niño, cartilla para el maestro y cartilla para el niño piloso, el estudiante de cuarto o quinto grado que realiza la labor de apoyo al maestro. "Las modalidades de atención al grado transición son diversas, dependiendo de las circunstancias propias de cada comunidad. Hay niños que van dos días a la semana, otros van cada 15 días. El resto del tiempo los niños realizan sus actividades con el cuidador. Hay casos en que los niños de la comunidad (con su cuidador y docente) se reúnen en el salón comunal o la iglesia y desarrollan aquí su trabajo", comenta Clara Agudelo. "En mi caso, nos encontramos en las sedes de la escuela. Trabajo con varios barrios, ubico los niños y ellos vienen determinado día; son dos días por grupo. Los lunes y jueves con un grupo, y los martes y miércoles con otros. El viernes voy a los barrios", afirma la profesora Darcy Pulecio.

Los diversos entornos

El Ministerio también considera la educación inicial para niños y niñas de la población indígena con modelos etnoeducativos, según sus particularidades culturales.

En el caso de los Wayúu, en La Guajira, ellos están construyendo su propio modelo y han creado estrategias como los Comités Municipales de Apoyo a la Etnoedución Wayúu, que funcionan en los diez municipios. "Cada comité tiene su delegado al Comité Departamental; todos analizan la pertinencia del material educativo de las escuelas indígenas", añade Juana Vargas, coordinadora del Proyecto de Atención Pertinente a la Población Indígena Escolar. "El Ministerio de Educación Nacional contrata entidades u organizaciones regionales para que desarrollen los modelos educativos dirigidos a esta población, con docentes de la misma etnia".

Para el pueblo Wayúu, la educación inicial es un proceso permanente, señala Jairo Nieto, Coordinador del Proyecto. "La formación empieza desde que el ser está en el vientre materno y va hasta que cumple los siete años. Está determinada por el arraigo cultural. En esta etapa la responsabilidad corresponde básicamente a la familia y a la comunidad.

Durante la educación inicial (Ekirajaa sulu'u wakua'ipa -Educación Propia-) se le brinda al niño un espacio en donde se desenvuelve libremente, de acuerdo con su contexto cultural. Él aprende, asume su rol dentro de la comunidad y participa en las actividades de su cultura; es el tiempo para iniciarlo en su vocación. Por ejemplo, ser palabrero (el Pütshipü, quien maneja la palabra) o ser Oütsu (médico tradicional).

En estos primeros siete años, la persona wayúu se define por dos parámetros: la identidad y el respeto. Aquí entran cuestiones como el dominio del idioma y de sus competencias étnicas (ser, hacer, tener y saber). "Lo importante es que ellos definen esta etapa como una educación propia para ser wayúu, responder como wayúu, comportarse como wayúu, ver como wayúu y entender como wayúu", afirma Nieto. "Es una relación de pertinencia, un proceso que corre a cargo de su familia y su comunidad y un ejercicio de la autonomía como pueblo", añade Juana Vargas.

A pesar de los avances obtenidos por el Proyecto de Educación Rural2, la tarea es larga pues la brecha en la escolaridad entre los habitantes de las zonas rurales y urbanas es profunda. En el sector rural aún se presentan altas tasas de analfabetismo, bajos niveles de escolaridad y un alto índice de vinculación laboral a una edad temprana.

Sin embargo, los resultados de este proceso de identificación y atención de la educación en la población rural comienzan a ser visibles: es menos común la repitencia en los primeros grados de primaria; hay más receptividad en los adultos hacia la educación preescolar y la actividad del docente ya no está limitada al aula de clase. El aprendizaje del niño está orientado por la guía conjunta entre el docente y el agente formador, en un proceso que requiere el esfuerzo de cada uno y que resulta en una experiencia educativa especial para el niño que vive en un entorno difícil pero no imposible.

Notas

1 En los últimos 5 años, esta modalidad pasó de cubrir 12 grupos de 15 niños cada uno, a 40 grupos de igual número de estudiantes.

2 En el año 2003 el Proyecto de Educación Rural atendió a 1.365 niños, y en el 2006 fueron 4.020, con un total, durante cuatro años, de 11. 239 niños atendidos. Las experiencias implementadas por modelo educativo durante el periodo 2003-2006 han pasado de 64 a 318.

Educación más allá de las dificultades
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Altablero No. 41, JUNIO-AGOSTO 2007
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Educación más allá de las dificultades
Formación y atención integral
Cuidado para sentirse bien
Niños y maestros, unidos en la experiencia educativa
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