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La Revolución llega al aula de clase

Himelda Martínez, viceministra de Educación Preescolar, Básica y Media; Carlos Pardo, subdirector académico del Icfes, y Tito Nelson Oviedo, jefe del Departamento de Español de la Universidad ICESI, del Valle del Cauca, dialogan sobre la labor del docente, la evaluación, el proceso pedagógico y el mejoramiento de la calidad educativa. Reflexiones sobre la visión de los maestros.

Revolución Educativa Al Tablero: Muchos maestros afirman que el Ministerio de Educación hace cambios frecuentes y que no se les da tiempo para asimilarlos y ponerlos en práctica. Además, señalan, son propuestas no compatibles unas con otras...
Himelda Martínez: El siglo XXI exige un sistema educativo más móvil, que contribuya a ponerse al día con el avance de la ciencia y la tecnología. Es cierto que la Revolución Educativa está movilizando cambios simultáneos en muchos aspectos. Uno fundamental es la formulación de estándares para todas las competencias básicas; otro, es la introducción de la evaluación censal que ha permitido, por primera vez en la historia, que todas las instituciones educativas del país cuenten con los referentes que necesitan para trazar sus planes de mejoramiento. Es cierto que un maestro tiene que conocer los nuevos estándares en todas las áreas que enseña y estar preparado para que sus niños sean evaluados. Este es un cambio muy grande.

Tito Nelson Oviedo: Algunos maestros de Primaria y Secundaria dicen que no hay claridad sobre lo que involucra el proceso pedagógico; se despistan cuando les hablan de la necesidad de seguir unos estándares. Eso me lleva a pensar que el Ministerio le falta llegar a los maestros con talleres, conferencias y formación, e interactuar más con las facultades de Educación, encargadas de preparar a los maestros. Muchos maestros no cuentan con la formación necesaria para mejorar la calidad educativa a través de los estándares. Esta confusión los ha llevado a preguntarse, por ejemplo, si los estándares son los mismos objetivos de los que se hablaba antes. Todo proceso pedagógico conlleva objetivos, estándares, evaluaciones, acción y desarrollo de un conocimiento, pero el desarrollo integral de estos conceptos requiere maestros preparados.

H.M: Es muy importante que podamos dar un mensaje muy claro a maestros y facultades de Educación, un mensaje claro para los padres de familia y los estudiantes. Entender qué es lo que los niños deben aprender y cómo se les va a evaluar es una tarea diaria de la sociedad. Los medios de comunicación se están involucrando más en este proceso tan importante para el país.

T.N.O: Los que están frente a ese proceso son los maestros. Ellos cumplen con su misión profesional de acercar la familia y la escuela. En este sentido, son los multiplicadores los que deben aclarar a los padres de familia qué es lo que está involucrado en el proceso pedagógico.

Carlos Pardo: Todos apuntamos al mismo sitio, a la misma necesidad, al logro de ese gran reto: formarnos y posicionar la educación como un principio social y familiar básico.

R.E.A.T: Podríamos explicar a los maestros, cuál es la diferencia que hay entre estándar, competencia, objetivo y logro. ¿Cómo interactúan estos conceptos desde la práctica pedagógica de los maestros?

H.M: Hoy en día está de moda discutir los términos. Pero no se da el paso siguiente; ponerlos en la práctica. Uno se puede quedar en definiciones lingüísticas durante mucho tiempo, pero la dificultad real para el maestro es el cómo formulo mis objetivos, mis indicadores de logro, cómo puedo evaluar para ver si mis alumnos están o no cumpliendo los estándares, y qué tengo que hacer para saber si lograron o no las competencias. Creo que ya es tiempo de pasar de definiciones lingüísticas a practicar y ensayar "el cómo" en el aula de clase.

T.N.O: Pienso que las definiciones o los conceptos tienen que estar muy claros para poder aplicarlos. Si no hay un acuerdo del concepto en cada caso, difícilmente el maestro va a poder participar en el establecimiento de objetivos, estándares, logros y competencias. El maestro tiene que fijar sus objetivos claramente, saber qué es lo que busca y establecer sus metas. Las competencias tienen que estar relacionadas con los campos de conocimiento; es decir, cada especialista está obligado a participar en el establecimiento de los contenidos y las destrezas que los estudiantes deben tener al terminar cada ciclo educativo. Luego mira en el tiempo si esas metas se han alcanzado: qué es lo que el muchacho es capaz de hacer y qué le quedó faltando; es lo que determina los indicadores de logro. Esos logros se comparan con los estándares y tienen que ver con la nivelación en el plano nacional. Le corresponde al Ministerio, con la participación de la comunidad académica, determinar los niveles básicos a los que deben llegar los estudiantes. Si no llegan a ese nivel, quiere decir que no cumplen con la calidad esperada.

C.P: Objetivos, estándares, indicadores de logro y competencias son conceptos que obedecen a una misma perspectiva de la educación. Interactúan entre sí y conllevan a una meta: cualificar los procesos educativos. Por esto los maestros pueden tomar como guía los estándares, los objetivos o los indicadores de logro. Involucrar de manera efectiva la integración de todos los aspectos del proceso es una gran herramienta para reorientar la práctica pedagógica.

R.E.A.T: Se dice que los estándares van a nivelar a todo el mundo ¿Qué piensan?

H.M: Para entender la importancia de los estándares es útil observar lo que ocurre en los mercados laborales de países desarrollados y especialmente en Europa, donde la gente que se gradúa en un país puede trabajar en otro. Por ejemplo, los franceses necesitan conocer lo que saben los alemanes y viceversa. De ahí surgió la necesidad de ponerse de acuerdo en cuáles son las competencias básicas y cómo se pueden medir y evaluar. Esto no quiere decir que estén estandarizando a toda la población. Más bien, cada país cuenta ahora con unos parámetros para comparar qué competencias tiene cada persona, institución educativa y municipio. Además, el Ministerio de Educación debe apoyarlos e impulsarlos. Las competencias se pueden desarrollar a través de diferentes contenidos.


La función de los estándares es mirar lo que una persona del mismo nivel cognoscitivo es capaz o debería estar en capacidad de hacer. Esto no es uniformidad ni masificación, pero sí significa la posibilidad de que todos los sujetos de este mundo podamos compartir unas competencias mínimas.

C.P: Es necesario decir también que los estándares no deben ser entendidos como parámetros máximos a alcanzar, sino más bien como unos mínimos que pueden ser superados en la práctica pedagógica dentro del aula de clase. La educación debe proveer potenciales mucho más altos que los que se describen en los estándares.

R.E.A.T: Qué evalúa el Icfes: estándares o competencias. ¿Cuál es la correlación de esta evaluación con la que hace el maestro?

C.P: El Icfes evalúa las competencias que los estudiantes han desarrollado mediante el proceso educativo. Los elementos más importantes sobre los cuales se fundamenta la evaluación nacional son los estándares. El Icfes tiene como propósito obtener información general y detallada en relación con el perfil de los estudiantes que forma una institución educativa pero, por otra parte, todas las evaluaciones tienen diferentes niveles de detalle según sea su propósito. Con la evaluación que hace el docente se obtienen datos detallados sobre lo que el estudiante, en términos individuales, puede y no puede hacer.

R.E.A.T: Teniendo en cuenta las diferencias entre las regiones, ¿es válido aplicar el mismo examen a toda la nación?

H.M: No sólo es válido sino necesario. La única forma de obtener esos puntos de referencia comunes, para saber hacia dónde vamos, es aplicando un examen unificado que nos permita conocer cómo estamos en relación con los otros. Ese es el valor agregado que tienen las evaluaciones internacionales de competencias, como por ejemplo, las pruebas TIMSS: le permiten a Colombia saber si sus resultados están por encima o por debajo de los promedios internacionales.

C.P: Definitivamente el tratamiento disciplinar no puede ser diferente en la Costa que en Pasto, aunque los contextos y contenidos sean distintos. En términos generales, la disciplina es la misma. Por eso el examen se basa en elementos generalizados.

T.N.O: La educación tiene que proporcionar oportunidades en igualdad de condiciones para todos. Los chicos de la montaña, como los de la capital, tienen el derecho de acceder a esos discursos especializados o disciplinas. De manera que los estándares cognoscitivos deben ser iguales para que todos lleguen al mismo nivel.

R.E.A.T: ¿Cómo se está apoyando a las instituciones educativas para que empleen los resultados de las pruebas?

C.P: La evaluación tiene impacto en la medida en que genera transformaciones en el aula, a través de Planes de Mejoramiento. Primero, es necesario entender los resultados y en este momento esa es nuestra prioridad: estamos trabajando con las instituciones, los docentes y los padres de familia. En segundo lugar, se deben identificar las posibilidades de mejoramiento y, a partir de allí, diseñar los Planes correspondientes. Finalmente, el Ministerio y el Icfes hacen un acompañamiento a las diferentes entidades territoriales para interpretar los resultados, apoyar el desarrollo de los Planes de Mejoramiento y para verificar cómo estos Planes están transformando los procesos educativos.

H.M: El Ministerio es consciente del gran reto que tiene el país en este momento para lograr que todas las instituciones educativas cuenten con los resultados, los entiendan y los usen para el diseño y seguimiento de los Planes de Mejoramiento. Estoy de acuerdo con muchos alcaldes y secretarios para quienes esta tarea es muy retadora, porque implica manejar bases de datos, términos estadísticos y comparar esa información con las competencias. Es un reto para todos. Es un proceso revolucionario para el país y estoy de acuerdo con Tito en que hay que apoyar a los maestros, pero también a las Secretarías de Educación y a los rectores. Debemos sumar los esfuerzos de las facultades de Educación, técnicos de las entidades territoriales y todas las personas que, de alguna forma, hacen parte del sistema educativo. Entre todos vamos a mejorar la calidad.

R.E.A.T: ¿Qué puede hacer un maestro o una institución educativa para formular un buen Plan de Mejoramiento?

H.M: Cada institución educativa recibirá una guía, desarrollada especialmente por el Icfes, que orienta la formulación de los Planes. Esta contiene una serie de ejercicios y tablas con los resultados de cada institución. Al desarrollar esas actividades, se identifican las competencias más débiles, a partir de las cuales el grupo de maestros, ojalá con la participación de los estudiantes, diseña estrategias específicas para superar las deficiencias. Cabe resaltar que, en los sitios donde este proceso se ha dado de forma organizada y sistemática, toda la comunidad educativa se ha beneficiado.

T.N.O: Es necesario que este proceso vaya acompañado de unos promotores que tengan claridad sobre todos los conceptos, que se involucren de tal manera que contribuyan a un mejor entendimiento y a prácticas de mejoramiento por parte de los maestros.

R.E.A.T: ¿Cuál es la importancia de la evaluación en el proceso pedagógico?

H.M: Lo verdaderamente revolucionario para este país es la aplicación de unos exámenes que nos van a permitir saber en dónde estamos y para dónde vamos. Las evaluaciones están orientando todas las acciones que estamos llevando a cabo en el eje de calidad de la Revolución Educativa. En este sentido, elaboramos los estándares con el fin de que todos sepamos qué es lo queremos evaluar. Con los resultados de las evaluaciones se formulan los Planes de Mejoramiento para cada una de las instituciones; vamos a tener un Plan por cada aula de clase. La evaluación, entonces, es un eje central, pero lo que realmente va a revolucionar el sistema educativo es lo que se haga en cada una de las aulas de clase.

T.N.O: La evaluación está planteada para medir y conocer el nivel de competencias que el estudiante alcanza en las diversas áreas. Sin embargo, atemoriza un poco a los maestros porque se sienten solos. Estoy seguro de que la evaluación no es una amenaza para los profesores, sino un instrumento que cumple la misma función de un espejo. A partir de los resultados de estas evaluaciones podremos identificar con mayor facilidad qué tenemos por mejorar, pero la gran revolución no puede ser la evaluación en sí sino la formación del maestro, para que asuma el proceso pedagógico como una responsabilidad compartida entre maestro y estudiante. Los maestros tienen que desempeñar su oficio de enseñantes y aprendices, a la par con sus estudiantes.


El maestro hace sus propias evaluaciones en el aula de clase, pero sin referentes que le ayuden a comparar el nivel de sus estudiantes, con los de otros niños del país y del mundo. Todos los profesores queremos saber: '¿Lo estoy haciendo bien?, ¿cómo se compara lo que estoy haciendo con lo que hacen otros?, ¿estoy ayudando a mis alumnos?, ¿están llegando adonde tienen que llegar?'

C.P: Esa respuesta nos lleva a plantear un concepto muy importante: la responsabilidad en la evaluación misma. Todos, de diferente manera, compartimos esa responsabilidad. Cuando el maestro, el estudiante y los padres de familia la asumen como uno de los motores del proceso educativo, pueden darle sentido a los procesos que se desarrollan en el aula de clase. La relación entre la evaluación y la práctica educativa tiene mucho sentido porque, a partir de los resultados que arrojan las evaluaciones, es posible emprender transformaciones y cambiar totalmente el proceso educativo.

La evaluación contribuye a la formación de los docentes, de los padres y de los alumnos. Conocer el qué y el cómo se evalúa forma parte del sentido básico de la evaluación: contribuir al mejoramiento de los procesos educativos apoyando una serie de elementos adicionales. Además, le va a permitir al maestro tener los referentes para comparar la calidad educativa y suscitar reflexiones oportunas para el sector educativo. Podríamos pensar que gran parte de la divulgación que se haga de la evaluación debería estar encaminada a la responsabilidad evaluativa.

T.N.O: Carlos tiene toda la razón: la responsabilidad de la evaluación es de todos, pero la obligación de las autoridades del sistema educativo en el país, también, es apoyar al maestro.

C.P: Anteriormente, cuando los estudiantes eran evaluados, el maestro era quien conocía los resultados; tenía poco acceso a los principios de la evaluación, a sus elementos conceptuales y su visión disciplinar, lo cual no contribuía al mejoramiento de sus procesos educativos. Durante el último año se viene acompañando el proceso de evaluación haciendo énfasis en que el docente pueda valerse de ella en el aula de clase. Para esto se está entregando una serie de cartillas que explican qué hacer con los resultados y con la herramienta de evaluación.

Esta información puede ser útil para que él mismo reconozca el desarrollo de su proceso. También, a partir de los resultados, podrá identificar sus fortalezas y debilidades, los procesos que está llevando adecuadamente y en cuáles debe enfatizar, de tal forma que los chicos logren un equilibrio mucho mayor en el desarrollo de todas las disciplinas; es decir, que habrá necesariamente una interacción del docente con el proceso evaluativo.

H.M: Quisiera ponerle un nombre a eso tan ilustrador que nos dijo Carlos Pardo: crear desde el aula de clase una cultura de la evaluación y el mejoramiento. Cuando miramos internacionalmente lo que está pasando con la educación, encontramos varios países donde las comunidades educativas leen periódicamente resultados de evaluaciones censales y hacen uso de sus resultados desde el papel del maestro, de los padres de familia y de las autoridades educativas. En Colombia, por múltiples razones históricas, y quizás un poco tarde respecto a otros países, sólo hasta ahora se incorpora la evaluación censal, que nos va ayudar a crear una cultura que nos permita analizar los resultados de las pruebas, y utilizarlos para el mejoramiento de la calidad educativa. Seguramente es un proceso que requiere algún tiempo, pero estamos convencidos de que su impacto nos permitirá, internacionalmente, ubicarnos en mejores posiciones.

La Revolución llega al aula de clase
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Altablero No. 24, SEP-OCT 2003
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