Con la expedición de la Constitución Política de 1991, se dieron importantes transformaciones en el país basadas en el reconocimiento de la existencia de distintas etnias que se expresan en más de 87 pueblos indígenas, con 65 lenguas vivas, poblaciones afrocolombianas, palenqueras y raizales, con dos lenguas criollas, así como las comunidades Rom (gitanos de Colombia), hablantes de lengua Romaní.
En concordancia con este postulado, la Revolución Educativa se fijó como una de sus prioridades, la implementación de una política pública basada en la protección de los derechos humanos, la equidad y el reconocimiento de la diversidad social, económica y cultural de estos grupos, a través de la formulación concertada de acciones y proyectos etnoeducativos, directamente con los pueblos y a través de instancias como la Comisión Nacional de Concertación de Políticas Educativas para Pueblos Indígenas (Contcepi), y la Comisión Pedagógica Nacional de Comunidades Negras (Cpn), que garanticen condiciones de acceso y permanencia, y el mejoramiento de la calidad de la educación según sus cosmovisiones y planes de vida.
En la medida en que se identifique la diversidad, y en ella distintas maneras de acercarse al conocimiento, avanzamos en la construcción de un país más democrático. El reconocimiento a la diferencia cultural, a los saberes y el pensamiento propio de los pueblos y comunidades étnicas nos permiten enriquecer los procesos educativos que se implementan en las instituciones e identificar elementos fundamentales para desarrollar proyectos y procesos innovadores. La construcción de ideas novedosas a partir de las enseñanzas que estos pueblos nos brindan, un valor agregado para reaprender, reconstruirnos y transformar nuestra realidad por medio de la innovación y la competitividad.
El Ministerio de Educación Nacional entiende como una acción transformadora el fortalecimiento de la institución educativa y viene desarrollando diferentes estrategias para lograr que, cada vez más, éstas reconozcan y atiendan de manera inclusiva y pertinente a la población diversa y en condición de vulnerabilidad. Con los procesos se busca afianzar la formación de niños, niñas y jóvenes de los grupos étnicos, para valorar y conservar su propia identidad, el ejercicio de su autonomía, su territorio y el fortalecimiento de su idioma a través del diseño de currículos pertinentes, formación de docentes y prácticas en el aula, que consideren los calendarios ecológicos y ceremoniales, así como los diferentes aspectos que promueven las relaciones interculturales, incluyendo el uso y apropiación de tecnología de la información.
Los proyectos etnoeducativos se construyen por pueblo, y comprenden tres componentes: el primero tiene que ver con los procesos de consulta y concertación a partir de metodologías participativas, con la representación de autoridades tradicionales, sabedores, docentes, padres y madres de familia, entre otros, respetando las estructuras organizativas e instancias de toma de decisión de cada pueblo. Así se logra que las propuestas educativas respondan a prácticas innovadoras que reconocen formas propias de pensar y aprender, estilos cognitivos y pedagogías diferentes. Posteriormente se formula el proyecto etnoeducativo, que consiste en definir el qué, el cómo y el cuándo como guía de los procesos proyectados por el grupo étnico. Se identifican las prácticas y estrategias pedagógicas en el aula y en la comunidad, estableciendo modelos etnoeducativos acordes con estas realidades. Una vez implementado, se definen estrategias de fortalecimiento que permiten identificar avances en el proceso y propiciar acciones de mejoramiento para alcanzar los propósitos. De manera paralela se trabaja en la conformación de un tejido interinstitucional, donde distintos actores, incluyendo a las autoridades propias de los grupos étnicos, las secretarías de Educación, entidades del Estado y el Ministerio, definen sus roles y responsabilidades en la implementación del proyecto mediante procesos de corresponsabilidad, propiciando una atención diferenciada a las comunidades. Los proyectos se inician con un pilotaje que una vez evaluado se multiplicará en las demás instituciones educativas a donde asistan niños y niñas que pertenecen a los pueblos indígenas.
Entre 2005 y 2009 se han apoyado 43 grupos y comunidades étnicas en la formulación y puesta en práctica de proyectos etnoeducativos, en 20 entidades territoriales, beneficiando 893 establecimientos, 4.291 docentes y 128.159 estudiantes. Se tiene proyectado para el año 2010 acompañar procesos en 18 entidades más con población indígena, que incluyen 24 pueblos, y en 6 entidades territoriales con comunidades negras en territorios colectivos.
En este número se presentan experiencias, opiniones y concepciones sobre la etnoeducación, que enriquecen una nueva concepción de la educación desde el marco de derechos y deberes, que hace posible la competitividad a partir del reconocimiento y valoración de la diversidad. Los proyectos etnoeducativos son un punto de partida para seguir construyendo una Colombia mejor, que respeta la diversidad y propicia la participación de los grupos étnicos, en un escenario para la existencia y permanencia de estas culturas.
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