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Líderes para el siglo XXI

Argumentos de seis invitados sobre la compleja, retadora y atractiva misión que tienen los docentes en este siglo. La importancia de hacer uso de las nuevas tecnologías, del aula, del saber del maestro, de ser creativos, críticos y de reconocer el papel del Estado y de los estudiantes en la construcción de alternativas y de conocimiento.

Al Tablero: Los hemos invitado a hablar del significado de formar maestros competentes en el siglo XXI... Si pensamos en las facultades de Educación, las escuelas normales y las secretarías de Educación, ¿cuáles serían los retos que tienen en esta materia?

Leonor Díaz (LD): Hoy, toda labor educativa se realiza en un mundo complejo y en algunos aspectos problemático debido a los procesos que se vienen y se siguen dando. Por lo tanto, la escuela no es ajena y está llamada a contribuir en la preparación de los ciudadanos competentes capaces de afrontar con responsabilidad ese mundo complejo.

La Escuela Normal está llamada a constituirse en lugar privilegiado de formación y promoción integral, mediante la asimilación constante y crítica de la cultura. Esto se puede alcanzar a través de un encuentro vivo y vital del patrimonio cultural, lo que supone un reconocimiento y aceptación de valores perennes. Por lo tanto, las áreas del conocimiento, además de ofrecer un saber, deben orientarse a fortalecer y descubrir valores y verdades que ayuden a los educandos a formarse como personas de bien, útiles a la sociedad. La Escuela Normal tiene la misión de formar maestros que valoran y aman su profesión, con alto nivel en el manejo y uso de las nuevas tecnologías en el aula, hombres y mujeres competentes para el mundo laboral de hoy con una mirada mundial, global e intercultural. Docentes innovadores con el uso de las nuevas tecnologías, pertenecientes a redes de aprendizaje, con alto conocimiento de la educación virtual y manejo de diferentes plataformas para el desarrollo de la virtualidad; docentes que escriben y hacen públicas sus ideas.

Jazmín Cristina Gamboa Mantilla (JGM): Como estudiante de grado 11° y por los conocimientos que tengo de estas instituciones, el papel de las universidades y las escuelas normales es muy importante pues allí se preparan quienes tienen la responsabilidad de formarnos integralmente. Estas deben fomentar en los futuros maestros el uso de nuevas tecnologías de la información y de la comunicación en su labor educativa, y así recibiríamos una educación de calidad en la que los avances del sistema educativo están a la par con los que ocurren en la ciencia y la tecnología. Además, las universidades deben contextualizar las necesidades educativas a la realidad natural, social y cultural del entorno para que la formación no esté desenfocada. Es ahí donde las secretarías de Educación deben aportar información sobre las problemáticas de las instituciones educativas, para que las facultades de Educación mejoren la calidad de los servicios educativos, reorienten las líneas de formación docente y logren que sus egresados estén en condiciones de enfrentar los retos del siglo XXI en materia educativa.

Silvio Muñoz Cuéllar (SMC): Las normales superiores y las facultades de Educación tienen como reto fundamental la formación de seres humanos integrales, es decir, personas con valores éticos y morales que les permitan convivir adecuadamente en una sociedad democrática, pero además con conocimiento amplio de las disciplinas y excelentes competencias pedagógicas como profesionales de la educación.

Un maestro competente debe ser un profesional idóneo para hacer y liderar procesos de investigación, partiendo de sus propias prácticas pedagógicas; eso implica estar a tono con la sociedad del conocimiento, y además ser reflexivo, crítico, analista-simbólico y creativo para ayudar a formar en y para la democracia.

Las secretarías de Educación deben articularse con las facultades de Educación y con las normales superiores para mejorar los procesos de formación, como las prácticas de formación profesional y aportar a la creación de mejores ambientes de aprendizaje; del mismo modo deben suministrar los recursos económicos, técnico-pedagógicos y didácticos que faciliten la labor pedagógica del docente, entre otros.

María Constanza Montoya (MCM): Considerando que la educación se enfrenta a cambios vertiginosos en la ciencia, la cultura, la sociedad y los medios de comunicación es perentorio formular nuevos perfiles para la docencia, que involucren en la formación el desarrollo de habilidades y competencias para la gestión del conocimiento. En este sentido, es deseable para las escuelas normales y las secretarías de Educación una ágil y flexible modernización de sus estructuras misionales. Las escuelas normales, por ejemplo, deberán incluir en sus procesos formativos temas de manejo de las Tecnologías de la Informática y la Comunicación (TIC), bilingüismo, investigación social y las nuevas concepciones de pedagogía que se abren paso en el ámbito académico nacional e internacional. Por su parte, las secretarías deberán iniciar desde ya un proceso de transformación de sus unidades de calidad, de manera que conformen comunidades académicas para que los discursos pedagógicos y administrativos de sus funcionarios en los procesos de orientación y acompañamiento a las instituciones educativas, no se queden a la zaga de las reconstrucciones curriculares e institucionales que ellas deberán llevar a cabo. Pero además, las secretarías de Educación deberán introducir ajustes en sus unidades administrativas y en sus criterios de inversión en educación. Los proyectos de apoyo en recursos que sean concebidos desde las secretarías, deberán pensarse en función de la necesidad de modernizar la infraestructura de recursos y dotación de las instituciones educativas en relación con los cambios en la ciencia y la tecnología.

Henry Alberto Berrío (HAB): Teniendo en cuenta que la escuela ya no es el único espacio en el que se adquiere y legitima el conocimiento, sino que puede ser obtenido por otros medios como la virtualidad, en el proceso de formación docente se deben brindar herramientas didácticas y pedagógicas para que el maestro, en su práctica, pueda convertir el aula de clase en un espacio de socialización y confrontación de argumentos e hipótesis que sean evidencia de la promoción del pensamiento divergente. En vista de que al estudiante hay que involucrarlo en la construcción social del conocimiento, y de esta manera hacerlo agente y sujeto activo en el aula de clase, el maestro debe enseñarle algo de escepticismo como criterio en la adquisición del conocimiento; debe sembrar en sus estudiantes la duda, el saber que las teorías científicas son válidas más no verdaderas y que en la medida en que ellos desarrollen pensamiento crítico, podrán ser propositivos y examinar los viejos paradigmas. Así, maestros y estudiantes tienen un papel importante en la renovación y surgimiento de nuevos conocimientos y, por consiguiente, en el mejoramiento de nuestra sociedad en la que es imperioso asumir problemas como la crisis ambiental y las tecnologías. Sin embargo, esto no es posible si a los maestros no se les da en su formación herramientas para discutir, examinar, generar y socializar el conocimiento, más que para transmitirlo.

Rubén Darío Montealegre (RDM): El maestro del siglo XXI está llamado a ser un líder de cambio económico, político, social y cultural en el entorno donde se desempeña. Sus competencias deben partir de un diagnóstico sobre las condiciones para la construcción del nuevo conocimiento y la comprensión del pensamiento pasado.

Lo anterior indica que las facultades de Educación, las escuelas normales y las secretarías requieren planteamientos en los que la formación del maestro sea multidisciplinaria, con visión multicultural y con un aprendizaje integral.

Procurar el fomento de prácticas pedagógicas que estimulen el deseo por aprender y la aplicación de nuevas tecnologías que integren la realidad escolar y cotidiana de los estudiantes y los maestros, se convierte en pilar de una nueva educación que, basándose en el propio sentido de transformación de la realidad, trabaje por una cultura de la solidaridad, la ecología, la equidad y los valores.

El reto en la formación de docentes para el siglo XXI está en pensar al maestro como un sujeto que pueda anticiparse y adaptarse a un mundo en permanente cambio.

Que se actualice, aprenda y desaprenda una y otra vez, con el ánimo de actualizar sus estructuras cognitivas, metodológicas y éticas. Incentivando la formación permanente y continua por parte de las secretarías de Educación, en articulación con las normales y universidades como política para el mejoramiento cualitativo de los docentes y cuantitativo de los procesos educativos, con relación a la evaluación y cobertura de los estudiantes.

AT: El sociólogo Alian Touraine afirma que una idea central de estos tiempos "es ayudar a los hijos a que aprendan a caminar con sus pies, de manera autónoma". ¿Cómo aporta el docente a la formación de seres humanos autónomos?

MCM: Necesariamente hemos de avizorar nuevas perspectivas pedagógicas que retomen la consideración ontológica de la labor docente. Los paradigmas educativos que han tenido vigencia durante largos períodos, se han quedado en una visión centrada en el desarrollo material y social, en la dimensión del saber y hacer. Abogamos por una nueva educación centrada en el desarrollo humano, que recupere la importancia de la fundamentación espiritual, estética y axiológica del individuo.

Está demostrado hasta la saciedad que la búsqueda del conocimiento y de la competencia pragmática no genera felicidad ni estabilidad en el ser humano. Tendremos que darle la razón a aquellas corrientes pedagógicas de corte humanista, que privilegian el desarrollo de la autonomía responsable, fundamentada no tanto en el derecho como en el deber.

SM: El primer aporte del docente a la formación de seres humanos autónomos es orientar su propio proyecto de vida y su formación académica, pues como ser humano está en formación permanente. El docente también enseña con el ejemplo, más que un transmisor de conocimientos debe ser un orientador de procesos.

El maestro debe romper con los viejos paradigmas de educación, entendiendo que no todo lo viejo fue malo, sino interpretando y comprendiendo el mundo de hoy, por cierto más complejo y contradictorio. A los jóvenes hay que enseñarles a pensar, a vivir libremente en comunidad, como decía Albert Einstein; "a los jóvenes no hay que enseñarles a ser exitosos, sino seres humanos valiosos". En ese contexto, la autorregulación es fundamental en la construcción de autonomía, porque permite aprender de los triunfos y los fracasos. Hay que enseñar a pensar para que los estudiantes, a partir de sus estructuras mentales, puedan tomar decisiones autónomas y acertadas. Aunque la autonomía es limitada y relativa, en la medida que la persona avanza en los procesos de socialización y construcción de conocimiento, sus decisiones serán más autónomas y libres.

RDM: Sólo se es autónomo cuando se ejerce la autonomía con libertad y responsabilidad. El maestro debe proporcionar y generar con sus estudiantes acciones que impliquen una práctica plena de la autonomía, que garanticen la reflexión constante sobre sus actos y sus consecuencias para la toma de la mejor decisión.

Una formación para el pleno ejercicio de la autonomía supone un encuentro reflexivo sobre el mundo que deseo y las posibilidades de construirlo, sin más pretextos que el de la propia libertad.

LD: Creo que la misión del educador es ofrecer las herramientas para que los estudiantes actúen con independencia y autonomía, sin necesidad de limitaciones externas. En la Normal (como sucede en la de Granada, Meta), a partir del modelo pedagógico (preventivo, social, cognitivo) se enfatiza en el reconocimiento del estudiante como persona que construye, lidera procesos de cambio, se autorrealiza a partir de la reflexión constante sobre la cotidianidad y aporta para mejorar su realidad.

HAB: Con gran frecuencia notamos que los estudiantes salen del bachillerato casi analfabetas, pues en tantos años de formación no adquieren aquellos aspectos mínimos que la educación básica y secundaria deberían garantizar. Me refiero al análisis, comprensión e interpretación de textos, la escritura y la argumentación en las diferentes áreas del conocimiento. Aprender los contenidos de una disciplina depende en gran medida de la comprensión de su lenguaje: se aprende matemáticas cuando se comprende y se sabe usar su lenguaje. Si al estudiante se le enseña a ser lector crítico, más que un simple leedor, tendrá base conceptual y teórica para aportar en las discusiones y en la construcción de los conocimientos, de lo contrario el aula de clase pierde su rigor académico y se cae en el "opinadero" y la especulación. Si al estudiante se le enseñan estos aspectos mínimos, tendrá las herramientas metodológicas y conceptuales para el autoaprendizaje y apropiarse de manera responsable y autónoma del conocimiento y no dependerá de la transmisión dictatorial de unos contenidos que, supuestamente, solo el maestro le puede otorgar. De otro lado, los maestros exigimos a los estudiantes que sean autónomos, pero tenemos interacciones y manuales de convivencia que promueven la heteronomía. Cuando un docente falta al aula de clase, por lo general los coordinadores de convivencia encargan a otro para que vaya a "cuidar" y "vigilar" a ese grupo. La escuela debe brindar espacios y actitudes que exijan de los educandos autorresponsabilidad, pues es contradictorio esperar autonomía cuando las directivas de los colegios y los maestros propenden al conductismo. La escuela no puede seguir de guardería, sino que debe procurar uno de los máximos desarrollos que demanda madurez mental: la autonomía.

JMG: La institución educativa por medio de sus docentes debe generar espacios para que construyamos nuestro concepto de autonomía, de acuerdo con la Ley. Las actividades, programas y proyectos de la escuela deben fortalecernos competencias y fomentar la participación y el liderazgo. Para que construyamos y practiquemos la autonomía, el análisis y la reflexión crítica deben ser el común denominador de la acción educativa diaria; la teoría el complemento de la práctica, y la práctica la expresión de nuestra libertad para la toma de decisiones en pro de la construcción de nuestra personalidad. Igualmente, los docentes aportan a nuestra formación cuando exaltan y fortalecen nuestra creatividad, innovación y liderazgo, nos enseñan a ser responsables y tolerantes, promueven el trabajo en grupo, tienen en cuenta nuestra opinión, respetan nuestras decisiones y formas de expresión y con respeto nos llaman la atención y orientan por el buen camino.

Lo anterior se complementa con una buena formación académica y el fortalecimiento de nuestra identidad cultural, para que conservemos y valoremos nuestras tradiciones y costumbres. La autonomía no se hereda, se construye y la escuela juega un papel relevante al darnos las orientaciones con las que nos hacemos hombres y mujeres libres.

AT: ¿Qué retos le implica al docente trabajar con estudiantes que integran en sus acciones diarias el uso de los medios y la tecnología?

JGM: La mayoría de los estudiantes usamos las tecnologías de la información y de la comunicación que nos brinda el medio externo y entramos en contacto con personas y culturas desconocidas que influyen en nuestra formación. Por tanto, los docentes del siglo XXI deben tener un nivel superior de conocimiento y manejo de las TIC y los medios audiovisuales; además, deben aprovechar la información que obtenemos de estos medios y reorientarla para apoyar el proceso enseñanza-aprendizaje. Las instituciones educativas deben ofrecer espacios para que los docentes se actualicen o capaciten en el uso de herramientas tecnológicas y estén atentos a los avances en ciencia y tecnología.

RDM: El principal reto para el docente es estar actualizado en cada uno de los medios y tecnologías que los muchachos usan a diario, para trabajarlos como factor de apoyo en los procesos pedagógicos y formativos. Nos enfrentamos a una realidad virtual y tecnológica que los estudiantes cada día aprovechan más. Sus mensajes de textos, sus coloquios en el chat, sus comunicaciones en el Facebook, sus blogs, nos obligan a pensar en estrategias educativas que involucren la tecnología como mediadora en la construcción de nuevas lógicas de comunicación entre estudiantes y docentes.

LD: Al docente le supone tener una mirada global de la información. Con la enorme tarea de volver la información conocimiento, siempre tendrá la responsabilidad de orientar los procesos en el aula. Para ello deberá prepararse en el uso pedagógico de las nuevas tecnologías y generar actividades que permitan desarrollar los currículos y replantear el desarrollo de los mismos en lo institucional, ajustar la evaluación a estos esquemas, propiciar actividades retadoras permitiendo el uso de estos medios. Ser un maestro muy creativo para que la tecnología no se convierta en el centro, sino en un recurso más del proceso de aprendizaje; verificar que la información que usa en sus actividades sea la más adecuada para lograr los desempeños deseados y las competencias.

MCM: Definitivamente el docente que no tenga la flexibilidad y la habilidad para caminar con las actitudes y disposiciones de cambio con que crecen y se desarrollan los niños y los jóvenes de hoy, quedará a la zaga. Es tiempo de armonizar el ritmo de aprendizaje y de re-aprendizaje de los docentes con el cambio de las estructuras mentales de los niños y los adolescentes. Hay que frenar la velocidad con que se ahonda la brecha generacional entre estudiantes y maestros. Los docentes se enfrentan a una realidad que desafía sus estructuras mentales: la velocidad con que aprehenden sus estudiantes las cambiantes formas del mundo de la ciencia, la tecnología y la cultura, en contraste con la lentitud con que se aprehenden en las facultades de Educación y en las escuelas normales las nuevas concepciones pedagógicas y sus respectivas implicaciones didácticas y curriculares.

SM: Un primer reto es apropiarse y acceder a los medios y a la tecnología. El segundo, la valoración del maestro de estas herramientas tecnológicas, de tal forma que los medios se convierten en mediaciones porque el docente hace un uso pedagógico de ellos. Para lograrlo debe partir del análisis de la población estudiantil, en su nivel comunicativo-tecnológico, cognitivo y axiológico. Con base en ello, en su saber pedagógico y disciplinar, podrá crear ambientes de aprendizaje mediados por la tecnología informática y la virtualidad. Esto le exige actualizarse en el uso de éstas herramientas para interactuar con los estudiantes y liderar procesos educativos transformadores. Entender que el maestro no lo sabe todo, y que es necesario utilizar los medios como medios y no como fines.

HAB: Las nuevas tecnologías y medios de comunicación están replanteando el papel del docente. Pero, aunque dichas tecnologías brinden al estudiante la información, no pueden, por su naturaleza mecanicista, darle formación, que es una cuestión humana y de competencia del maestro. Por eso su principal reto es que el estudiante comprenda que la tecnología es un medio y no un fin. Además, hay que enseñarle a tomar distancia crítica de la información que se encuentra en la inmediatez y de la deshumanización que estos medios provocan. Un ejemplo muy marcado y contradictorio en nuestros días es que nunca los medios habían comunicado tan rápido a los seres humanos y, no obstante, jamás los jóvenes se habían sentido tan solos.

AT: ¿Cómo pueden usar los docentes, medios y tecnologías para transformar sus prácticas pedagógicas?

MCM: Los docentes requieren el apoyo de sus establecimientos educativos y de las secretarías de Educación, para aplicar en sus prácticas pedagógicas las nuevas concepciones implícitas en los desarrollos tecnológicos. Ya he expresado que las secretarías deberán revisar sus criterios de inversión y de apoyo en recursos a los establecimientos educativos, así como también sus criterios de formación y capacitación docente. Así se garantizará que los docentes pasen definitivamente al paradigma pedagógico que reclaman los nuevos tiempos: prácticas pedagógicas apoyadas en los recursos tecnológicos contemporáneos. De nada sirve que los docentes se capaciten en nuevas tecnologías, si la infraestructura física y de recursos de sus instituciones no les permite aplicarlas, al igual que es inocua la modernización de la infraestructura física y de dotación de planteles escolares, si no se acompaña de formación, capacitación y actualización del talento humano de los docentes. Es deseable, que sus procesos de capacitación en el uso de las nuevas tecnologías les permitan utilizar y administrar los dispositivos tecnológicos para apoyar su labor pedagógica y crear y diseñar esos dispositivos tecnológicos en función de las estructuras curriculares que se introduzcan en los proyectos educativos.

HAB: Actualmente se implementan muchos medios y tecnologías en los procesos de enseñanza-aprendizaje. A los maestros que los usan les sugeriría que, junto con sus estudiantes, pensaran en vivenciar una cultura de responsabilidad y autonomía en el desarrollo del autoaprendizaje que demandan estas tecnologías. Además, tener mucho cuidado de no caer en la desinformación o información errada ni en la deshumanización.

JGM: Nuestros docentes no deben convertirse en observadores pasivos de las transformaciones del entorno (social, cultural y natural) ni de los avances científicos y tecnológicos. Deben estar en constante actualización en el uso de las nuevas tecnologías, para que puedan innovar y transformar su desempeño en el aula de clase garantizando también nuestro aprendizaje.

SM: Para mí la transformación se da superando los paradigmas que han prevalecido en los procesos de aprendizaje y de enseñanza. Como decía Estanislao Zuleta, "conociendo y comprendiendo el mundo actual". El maestro del siglo XXI debe conocer a profundidad su contexto local, pero también saber qué pasa en el país y en el mundo. La tecnología informática puede convertirse en una mediación pedagógica, si: a) los procesos de enseñanza y aprendizaje se basan en la interacción y en la interactividad; b) se concibe la comunicación como el ámbito del proceso educativo, porque a través de ella se construyen los saberes y perspectivas de mundo; c) los contenidos curriculares son de carácter integrado, interdisciplinarios, significativos, pertinentes y contextualizados; d) se concibe el aprendizaje como elemento fundamental del proceso pedagógico para la socialización e internalización del conocimiento y el desarrollo de competencias; e) la enseñanza, por su parte, se entiende como mediación pedagógica que, a través de acciones comunicativas y medios tecnológicos de comunicación e información, pone en relación a estudiantes con profesores, estudiantes con el conocimiento, estudiantes con estudiantes, etc.; f) el maestro se asume como mediador y problematizador que acompaña procesos de aprendizaje de carácter autónomo, colaborativo, significativo y crítico. Por lo tanto, la transformación de las prácticas pedagógicas en los nuevos ambientes de aprendizaje exige un modelo que articule la historia social educativa con la pedagogía, la didáctica, la comunicación y la tecnología.

LD: La internet no nació como herramienta pedagógica, pero vemos la importancia que ha adquirido en la enseñanza. Por eso, el docente debe ser consciente de seleccionar la información pertinente para su actividad pedagógica, generar discusión alrededor de dicha información, hacer uso de los correos electrónicos como medio de comunicación y de los blogs como herramienta de disertación y orientación del proceso enseñanza-aprendizaje y de la evaluación. Sin duda, el uso de medios contribuye a que la enseñanza- aprendizaje se dé en un espacio que gusta y despierta interés del estudiante.

Si el objetivo es instaurar currículos flexibles en las instituciones educativas, el docente ha de procurar la incorporación responsable de las nuevas tecnologías para hacer del aprendizaje una actividad innovadora y productiva.

RDM: La tecnología es una herramienta muy poderosa, pero sus efectos dependen de la calidad del enfoque pedagógico y de los objetivos del programa de formación, y no de la tecnología en sí. Empleando la tecnología educativa y la informática los docentes pueden recrear las lecciones y los contenidos de formación, donde los problemas cotidianos y la realidad de los estudiantes se conviertan en objeto de estudio que invite al debate, al trabajo en equipo y a la producción de conocimientos.

Los medios y las tecnologías vinculadas a lo pedagógico deben ser una fuente de aprendizaje válida en los actuales tiempos, que garantice el desarrollo de actividades formativas, recalcando que no son un fin en sí mismos: son sólo unas herramientas que deben emplearse en la consolidación de proceso de formación. La decisión de usarlos debe responder a criterios de conveniencia y oportunidad, en función del grupo de estudiantes de magisterio o de docentes en servicio y de las condiciones del sistema educativo.

AT: En la coyuntura del siglo XXI, ¿cómo incentivar a los docentes para que desde sus prácticas pedagógicas promuevan procesos de investigación con sus estudiantes?

LD: Todos estamos de acuerdo en la importancia de docentes que prioricen criterios para seleccionar las estrategias más adecuadas que favorezcan la construcción del conocimiento desde el estudiante. El profesor tiene que ser un facilitador y no un expositor, y es más difícil promover e incentivar aprendizajes autónomos que transmitir informaciones.

El docente se motiva y motiva a sus estudiantes cuando tiene la posibilidad de compartir sus descubrimientos. En este sentido, es importante que la institución gestione con las entidades educativas la publicación de los avances que se producen en el aula o en el espacio institucional, que muchas veces se pierden. Además, es importante la construcción de un modelo pedagógico que privilegie espacios de descubrimiento y construcción de los saberes desde la cotidianidad del aula de clase.

JGM: La investigación es muy importante en el proceso enseñanza-aprendizaje y debe motivarse en la práctica pedagógica. Las universidades que forman docentes deben promoverles el espíritu investigativo, para que conviertan las aulas en laboratorios donde enseñen a confrontar lo teórico y lo práctico y, si es posible, producir conocimiento propio. Esta labor puede partir desde la formulación de la pregunta o desde la metodología de proyectos de aula. Para ello, la institución educativa debe flexibilizar el currículo teniendo en cuenta que se requiere la confrontación práctica o la interacción con el entorno. Por ejemplo, el proyecto ambiental escolar que lidera la institución necesita del componente investigativo, ya que muchos de los problemas se dan por la carencia de información, el registro o confrontación de la misma. Así se puede orientar la investigación, que debe dar respuesta a las necesidades e involucrar a estudiantes y docentes que aportan los conocimientos que tienen desde sus áreas.

SM: Hay que construir procesos de formación y actualización de los educadores por cuenta del Estado. Sistematizando experiencias pedagógicas significativas a partir de proyectos de investigación en el aula; promoviendo nuevos enfoques de enseñanza basados en el trabajo en equipo; vinculando los docentes a grupos de investigación, creando semilleros de investigación educativa. Desde luego esto requiere apoyo efectivo en tiempo y recursos de las instituciones educativas y del Estado. En síntesis, creando estímulos y políticas claras de investigación.

MCM: El maestro se debe formar como investigador desde las escuelas normales y facultades de Educación. Si concibe su práctica docente no tanto como una transmisión de conocimientos, valores y principios, sino como una práctica investigativa en las aulas y espacios escolares, en esa medida irradiará en sus estudiantes el deseo de construir permanentemente nuevas dimensiones del conocimiento. Pero, además, el Estado deberá implementar políticas de estímulos e incentivos para los maestros que exhiban resultados reales de procesos investigativos en sus ámbitos de trabajo pedagógico. Una política de incentivos salariales, ligada a la exigencia de presentar evidencias de trabajos investigativos en el ámbito escolar, sería un buen ejemplo de lo que el Estado debería formular en materia de planificación del desarrollo educativo en el país.

HAB: Estoy totalmente de acuerdo con Stenhouse en afirmar que el laboratorio, es decir, el lugar donde por excelencia debe investigar el docente es el aula de clase o, por ser más incluyente, el contexto propio de la clase, pues hay espacios fuera del aula donde también se construye conocimiento. En el aula o contexto de la clase debe ser donde se relativiza el conocimiento, se somete a examen los conocimientos establecidos, y para ello lo mejor es problematizar los planes de estudio, más que tematizarlos. Eso implica enseñar a leer la realidad y aprender a formular preguntas esenciales. Hay que enseñar a investigar para un problema que está ahí en la realidad social, política, económica, y no para cuestiones intangibles que no aportan a la sociedad. Pero, ante todo, una forma de incentivar la investigación es promoviendo la autonomía y desarrollando herramientas metodológicas para que el estudiante aprenda a aprender.

RDM: El siglo XXI se caracteriza por los acelerados cambios tecnológicos y ocupacionales, y definitivamente el ejercicio de la investigación debe partir de problematizar la realidad para descubrirla, comprenderla y transformarla. Nada más rico en experiencias y en conocimientos que la propia realidad de la escuela, la familia, el barrio, la vereda o la ciudad.

Se debe partir de una problematización que desafíe las tradicionales formas de enseñar, que promueva el aprender desde proyectos de aula y de escuela. La competencia investigativa solo se logra en la propia investigación, en la práctica constante de la pregunta y la búsqueda de la respuesta, mediante la observación y el registro, la lectura y escritura de los hechos y los sucesos.

AT: ¿Qué propondría para que la sociedad reconozca más la importancia que tiene el maestro en la construcción de un mejor país?

SM: En mi opinión, la importancia del maestro en la sociedad tiene que ver con un aspecto interno, propio del maestro o del gremio, y otro de carácter externo, ya sea de las instituciones o de la sociedad en general. En el primer caso, la dignificación del maestro parte de su capacidad como profesional de la educación y su comportamiento social; demostrando con su responsabilidad, eficiencia y eficacia su calidad profesional, ayudando a construir colectivamente nuevos ambientes y escenarios educativos. Desde las instituciones del Estado, mejorando el salario de los educadores, creando condiciones de trabajo dignas (escenarios, ayudas pedagógicas), estimulando su trabajo docente, sus proyectos de investigación y/o proyección social. Dándole el trato social que merece como profesional de la educación.

LD: En el ejercicio de la profesión de educador se requieren habilidades, competencias, gusto, dedicación, actualización constante y empeño para que la educación sea como enseñaba el gran santo y educador Juan Bosco: "cuestión de corazón". Cada educador está llamado a convertirse en compañero, guía y amigo de sus estudiantes.

Cuando la sociedad descubre al educador como un servidor guiado y orientado por estas virtudes, le reconoce su estatus y su misión en la construcción de un mundo mejor y, por lo tanto, lo valora como persona y como profesional y lo respalda en su tarea.

JGM: La educación es prioritaria para la transformación del país y se debe canalizar la mayoría de recursos para su promoción, superando a los que se destinan a la guerra. El docente forma la juventud que regirá los destinos del país; es un actor que ayuda a construir patria e identidad cultural y debe ganar liderazgo con su participación en la solución de problemáticas de la comunidad educativa. El Estado debe velar por su capacitación y formación para que cada día dignifique su profesión y contribuya a la calidad educativa.

HAB: Hay que rescatar la importancia social y ética del maestro, brindándole cualificación constante y dignificando la profesión. Se necesitan incentivos para que la docencia sea una profesión atractiva para los mejores estudiantes, no solo por pasión, sino también porque ven en ella una oportunidad para su calidad de vida. En educación, el maestro es una autoridad que hay que escuchar con respeto y debe pronunciarse sobre sus prácticas pedagógicas. Está bien que los docentes defiendan sus intereses laborales y se agremien, lo cual es un derecho en una sociedad democrática, pero tampoco pueden caer en el exceso de gastar todas sus energías en ello y descuidar la calidad de la educación que, no solo depende del Estado, sino también de los procesos académicos que son su responsabilidad: muchos se escudan en las políticas y en la legislación educativa para esquivar el trabajo serio, honesto y responsable. Por otro lado, si la educación debe ser tomada en serio, como en los países que han ocupado los primeros lugares en las pruebas PISA, Corea y Japón, debe haber más inversión. Pero además es pertinente que enseñen los que se han preparado didáctica y pedagógicamente para ello. Sin demeritar otros estudios, no es pertinente que en nuestro país sean maestros de escuela los profesionales de otras ramas que, aunque tienen un gran conocimiento disciplinar, no poseen formación pedagógica ni sienten pasión por enseñar y solo ven en la docencia una opción laboral.

MCM: Habrá que trabajar mucho en la resignificación de los imaginarios colectivos en torno a la educación. Los medios de comunicación deberían asumir una gran dosis de responsabilidad en este campo. Programas televisivos, por ejemplo, que se diseñen con fundamento en experiencias significativas y en buenas prácticas identificadas de los planteles escolares, aportarían a la reconstrucción de las representaciones simbólicas de la sociedad sobre el sistema educativo. La tarea de recuperar su imagen como líderes del desarrollo comunitario y social será ardua para los educadores, pero si cuentan con el apoyo de la sociedad, no será imposible.

RDM: Lo conveniente es que el maestro elabore propuestas de formación pertinentes a la realidad que trasciendan el aula y propicien cambios en las estructuras de aprendizaje de los estudiantes, donde se involucren medios tecnológicos para estimular el aprender y comprender y el deseo de saber; que se involucre en la construcción de los proyectos de vida de los niños, niñas y jóvenes; que garantice, desde su formación personal y profesional, calidad en su trabajo pedagógico y educativo, de manera que se concilien el docente con su entorno en lo personal y el docente inmerso en una comunidad.

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