La sociedad actual, caracterizada por la globalización, impone al mundo y a países como el nuestro un grado cada vez más alto de exigencia en materia de productividad y competitividad. Ante las dimensiones de este desafío, nuestra mejor respuesta es la educación.
En un mundo en el que cada vez será más importante el manejo de la información y el conocimiento, todo esfuerzo por la educación debe estar destinado a poner al alcance de nuestros niños y jóvenes no sólo el conocimiento sino las herramientas para acercarse a él, comprenderlo, aprovecharlo y transformarlo.
Por ello, la Revolución Educativa se ha propuesto la formación de unas nuevas generaciones de colombianos en condiciones de equidad e igualdad y que todos nuestros niños, niñas y jóvenes reciban una educación de calidad.
La calidad de la educación pasa indudablemente por el aula, y los progresos de los estudiantes están relacionados directamente con la actividad de sus maestros, de sus prácticas pedagógicas y de la capacidad que tengan de suscitar interés en el aprendizaje para garantizar la permanencia y el tránsito en todos los niveles educativos, así como una actitud de aprendizaje a lo largo de toda la vida.
El mejoramiento continuo de los maestros depende de la capacidad del Sistema para modernizarse e introducir mejores prácticas de gestión en todos los niveles; así como de la capacidad de la sociedad en general para participar en la construcción de una agenda presente y futura centrada en la educación como objetivo común, en la que se les reconozca a esos maestros y maestras el papel determinante que cumplen como líderes naturales del desarrollo del País.
Para hacer realidad estos propósitos, la Revolución Educativa implementó un sistema de gestión centrado en el fortalecimiento de la Institución Educativa, que apoya de manera decidida los proyectos destinados a consolidar un cuerpo docente altamente calificado, con más y mejores oportunidades y condiciones de vida satisfactorias; a potenciar su desarrollo profesional en la perspectiva del siglo XXI; y a mejorar la calidad de los procesos pedagógicos que desarrollan en el aula.
En este sentido, el Ministerio de Educación ha liderado procesos de movilización educativa, acompañamiento y formación que buscan que los maestros y maestras incorporen los estándares básicos de competencias que se han definido de acuerdo con las exigencias del siglo XXI; hagan un uso eficiente y pedagógico de las tecnologías de la información y la comunicación; fortalezcan sus competencias en bilingüismo e introduzcan el inglés como segunda lengua en sus instituciones; e implementen proyectos transversales con enorme trascendencia para el país, como la educación para la sexualidad y construcción de ciudadanía, la educación para el ejercicio de los derechos humanos y la educación ambiental.
Sabemos que son muchos los maestros y maestras que han asumido el reto del siglo XXI y que están trabajando de la mano con sus rectores, colegas, estudiantes y padres y madres de familia en la construcción de instituciones educativas pertinentes, que den respuesta no solo a las necesidades locales y globales, sino a sus propias expectativas y las de sus estudiantes.
Sabemos que la mayoría de nuestros maestros y maestras están enseñando a sus alumnos a "aprender a aprender", generando procesos pedagógicos que incentivan su creatividad y potencian su capacidad de producir y transformar; que trabajan y enseñan a sus alumnos a trabajar en equipo, a definir proyectos, resolver problemas, plantear hipótesis, defender argumentos y proponer soluciones. Sabemos que son nuestros maestros y que con su liderazgo la educación como motor de desarrollo del país es una realidad posible.
Maestros de la Innovación y la Competitividad, altablero, |