Hace unos días llamaron de un medio de comunicación preguntando las ochenta razones (por la edad que cumple), las sesenta (de actividad literaria pública), las cuarenta (por Cien años de soledad), o las veinticinco (en conmemoración de la distinción otorgada por la Academia Sueca), para leer a García Márquez.
En verdad, no son tantas pero, sobre todo, no hay que acudir a ninguno de esos artificios cuando se busca un motivo para sumergirse en la obra del escritor colombiano.
- Y se podría empezar por decir que cada uno de sus títulos es una razón, un reclamo -como se dice en algunos medios- para leerlo. Títulos como Cien años de soledad o El amor en los tiempos del cólera son de una belleza asombrosa. Otros, como Crónica de una muerte anunciada son inquietantes, a pesar del manoseo a que lo han sometido el montón de malos periodistas que abundan en el país. En resumen, hay más de veinticinco razones para leer a García Márquez, pues sus títulos ya sobrepasaron esa cifra.
- Otra razón: ¿Acaso a Usted no le basta que su más emblemática novela haya vendido más de cuarenta millones de ejemplares y se haya traducido a treinta y cuatro idiomas... Y Usted, señor, sí usted, cuya lengua materna es el español, no la haya leído? A esta razón podría añadirse que sólo dos autores en la historia de la literatura española, que ya tiene por cierto más de mil años, don Miguel de Cervantes y Gabriel García Márquez, han merecido el homenaje de que la Asociación de Academias de la Lengua prepare una edición conmemorativa de un millón de ejemplares. Mientras que el pobre Cervantes tuvo que esperar cuatrocientos años, a García Márquez le harán ese reconocimiento en vida. ¿No le dice nada eso, señor?
- Una razón más -y los numerales poco importan- es la curiosidad. Sí, no han faltado quienes consideren -equivocados los pobrecitos- que ningún libro debe abrirse por curiosidad. Es todo lo contrario, ¡todos los libros se abren por curiosidad! Y si la curiosidad sigue siendo mala educación, pues ¡que viva la mala educación! La curiosidad de leer a alguien que sostiene que no le gusta viajar en avión porque, cuando se viaja en avión el cuerpo llega primero y el alma mucho después.
- "Siempre sobrevivirá -decía Juan Carlos Onetti en sus mejores momentos- en algún lugar de la Tierra, un hombre distraído que dedique más tiempo al ensueño que al sueño o al trabajo, y que no tenga otro remedio para no perecer como ser humano que el de inventar y contar historias. También estamos seguros de que ese hipotético y futuro antisocial encontrará un público afectado por el mismo veneno, que se reúna para rodearlo y escucharlo mentir". Ahí hay otra razón: ¿no le gustaría hacer parte de ese grupo que rodea a un hombre y lo escucha contar historias?
- A Alberto Manguel, quien a la edad de dieciocho años iba a casa de Borges a leerle, oficio que desempeñó por espacio de dos años, un día su profesor de idiomas le recomendó que se aprendiera de memoria un libro. ¿Para qué?, preguntó Manguel. Para que tenga algo que recitarse a sí mismo cuando no tenga nada que leer o nadie con quien conversar, le contestó el viejo profesor, cuyo abuelo había muerto en un campo de concentración nazi y recitaba fragmentos enteros de los clásicos a sus compañeros de prisión, con el fin de hacer más llevaderos los días de oprobio. Esta razón no obedece directamente a García Márquez, pero es tan válida como cualquiera otra.
- Entre más transparente es la escritura, dice Cayetano del Aura, personaje Del amor y otros demonios, más se ve la poesía. Una poderosa razón para leer a un escritor que sostiene semejante afirmación por boca de uno de sus personajes y luego tener la satisfacción de corroborar que es cierta.
- Desde Ojos de perro azul hasta Memoria de mis putas tristes usted podrá encontrar centenares de palabras llenas de tonalidades diversas y acepciones que no sospechaba. El léxico de García Márquez es un océano.
- Y por último, para no hacer interminable algo que no lo necesita, se trata del más universal y el más leído de todos los escritores vivos y nos brindó la fortuna de devolvernos el placer de leer literatura en español.
(*) Profesor universitario e investigador de la obra de Gabo.
Razón (es) para leer a García Márquez; Altablero No.40 |