La responsabilidad de la educación recae especialmente en la institución educativa, ya que es en ella donde realmente se presta el servicio. Visto de este modo la institución es la real responsable del aprendizaje de la totalidad de los estudiantes y de la calidad de la educación que a ellos se les brinda. De ahí la importancia de la expedición del Decreto 230 que modifica el sistema de evaluación y promoción de los estudiantes.

Este Decreto, que establece una escala cualitativa de calificación de los estudiantes y que además fija un máximo de 5% de repetición por grado, entrega a las instituciones, mediante una Comisión de Evaluación y Promoción, la tarea de decidir qué estudiantes, analizando caso por caso, deben o no repetir la totalidad del año escolar. Dejará entonces, de ser esta una decisión de individuos aislados y será una decisión institucional que se debe dar en casos excepcionales.

El 5%, contrario a lo que se ha dicho, no es un porcentaje arbitrario, ya que el promedio actual de repetición en Colombia es de 4.7% concentrado en los grados primero, sexto y noveno como rezago de lo establecido en el Decreto 1860 de 1994. Además teniendo en cuenta que los niños que repiten un año lo sienten como un castigo, pocas veces solucionan el problema de aprendizaje. Este fracaso escolar en muchos casos es un fracaso de los métodos que emplean las instituciones y no de ellos mismos.

Por otra parte, la institución como responsable de la calidad, se debe encargar de hacer un acompañamiento al niño para que supere sus deficiencias en el caso de ser promovido por la Comisión. Debe además, llevar un registro de todos los estudiantes que le permita hacer un seguimiento del proceso educativo y que a su vez, les dé la oportunidad a los padres de familia de involucrarse en el mismo. Para este fin el Decreto 230 establece también la entrega de 4 informes a los padres de familia, claros y con algunas recomendaciones; además de un informe final que recoja el desarrollo del niño en el grado que finaliza.

El ideal sería que todos los niños tuvieran un buen desempeño, que desarrollaran de igual manera su comprensión en todas las áreas, que la calidad de las instituciones fuera tan óptima, que todos los niños superaran sus deficiencias a lo largo del año escolar. Infortunadamente este no es el caso, por esta razón debíamos poner un tope, como lo hizo el Decreto, que exija más compromiso por parte de las instituciones, que le permita mayor continuidad al proceso educativo, que evite la deserción escolar, que resuelva los problemas de las instituciones y de los estudiantes, y que vele por la calidad de la educación que nuestros niños reciben hoy.

FRANCISCO JOSÉ LLOREDA MERA
Ministro de Educación Nacional