La Revolución Educativa exige que todos marchemos en una misma dirección y nos integremos en un solo sistema, el cual comienza en preescolar, pasa por la básica y media y culmina en la superior. El cambio fundamental para quienes tenemos la responsabilidad de impulsar la transformación del sistema educativo en Colombia es ponernos de acuerdo en que nuestra prioridad son los niños y jóvenes.
Nuestro reto es un sistema educativo ordenado. Se trata de movilizarnos en función de mejorar los aprendizajes. Los niños se quedan en las escuelas cuando tienen un buen maestro y cuando además les interesa y les gusta lo que aprenden. Para lograrlo, además de trabajar en cobertura y mejorar la eficiencia del sector en todos los niveles, nos hemos puesto en la tarea de discutir y definir conjuntamente con la comunidad académica, las facultades de educación y los maestros, unos estándares mínimos que podamos dar a conocer de forma clara en todos los colegios. Es decir, unos criterios que todos entendamos y dominemos.

Con base en estos estándares mediremos, a través de evaluaciones, las competencias que están desarrollando nuestros niños en áreas como las matemáticas, el lenguaje, el pensamiento científico y, por las características propias de nuestro país, en competencia ciudadana. Los resultados de esas evaluaciones también serán informados a los colegios y servirán de insumo para que tanto maestros como rectores diseñen e impulsen planes con el fin de que sus alumnos y colegios mejoren y superen sus propios resultados.

Nuestra meta para 2006 es la evaluación censal de estudiantes de grados quinto y noveno en los 1.090 municipios en las cuatro áreas. Así, el próximo 4 abril haremos la evaluación de los niños de 29 municipios, más los 389 municipios que ya tenemos a la fecha, en las áreas de matemáticas y lenguaje. En complemento, en octubre, iniciaremos la aplicación de la evaluación a los niños de noveno grado en pensamiento científico y competencia ciudadana.

Aunque nos hemos propuesto aumentar la cobertura, tal esfuerzo pierde significado si no aseguramos que nuestros niños y jóvenes aprendan lo que necesitan aprender como seres humanos. La revolución educativa está en poner en marcha un sistema de mejoramiento continuo de la calidad. La evaluación periódica de lo que los muchachos avanzan en el desarrollo de las competencias hace posible la reflexión de los rectores de colegios y de sus maestros acerca de su práctica pedagógica. A esta estrategia también debe sumarse la comunidad académica, que tiene en los resultados de las evaluaciones una fuente invaluable para sus investigaciones y un insumo para fortalecer y mejorar sus programas y facultades de educación.

La calidad es un proceso que encadena la creatividad de los maestros con la equidad, entendida como el derecho de todos los niños y jóvenes colombianos a recibir una educación de calidad, que les permita enfrentar su propia vida, desarrollarse, competir en el mercado laboral y convivir en sociedad. La estrategia de calidad nos dará la medida exacta de lo buenos y capaces que somos y que podemos ser. Se trata de una revolución de prioridades.