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Se trata de crecer como seres humanos

La importancia de las competencias ciudadanas, la escuela y el país, a ojo de la antropóloga Maritza Díaz, directora del Proyecto de Educación Preescolar del Centro de Expresión Artística, Mafalda, y de Francisco de Roux, director de la Corporación Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.

AT. Hablemos de ciudadanía...

FDR: El paso a la ciudadanía se da desde la comunidad espontánea: familia, tribu, clan. Éstas son todavía comunidades donde se reviven tradiciones que se transmiten de padres a hijos, donde todo el mundo espontáneamente tiene una forma de relacionarse. El paso a la ciudadanía es posterior, es cuando entre grupos espontáneos diferentes se resuelve construir una nación y para hacerlo se acuerdan normas a través de las cuales se establecen derechos, normas formales y establecidas conscientemente, de una manera concreta a través de pactos ciudadanos. La forma de respetarlos entre todos es lo que permite conformar una comunidad nacional que ya no es espontánea.

MD: Enseñar la ciudadanía, formar un buen ciudadano es algo indispensable y sin duda posible. Como dice el padre, el paso de esas instancias culturales a lo que ya implica una nación es algo que se aprende desde que se llega a este mundo y una vez que se está habitando en una sociedad.

FDR: Vale la pena detenerse en el desafío de lo que significa la preparación para vivir como ciudadanos. El juego está en cómo pasar de las motivaciones profundas, de las tradiciones culturales, de la herencia moral de la comunidad, a establecer normas y leyes objetivas que todos vamos a cumplir. Ese paso requiere una finura pedagógica única, de tal manera que las leyes y las normas respondan a lo que la comunidad -ya amplia y compleja- considera que es absolutamente indispensable para poder sobrevivir.

Para poder ser un buen ciudadano se necesita una combinación de cosas indispensables y esto es lo que hace tan exigente la formación ciudadana. En el programa del Ministerio, esto se visualiza con propiedad en la manera como está trabajando la metodología de apropiación de las competencias ciudadanas, tanto en convivencia y paz como en participación y responsabilidad democrática, y en pluralidad, identidad y valoración de las diferencias; allí hay unas intuiciones muy serias y unos cuidados metodológicos finos en la forma como se están enfrentando las cosas. Yo agregaría unos elementos sustanciales que para mí son tres: 1. Formación de la conciencia moral, del sentido de recoger las tradiciones morales que se trae desde el entorno; 2. El paso de éstas a transformar los deberes en leyes y normas, mínimos que todos vamos a cumplir, necesarios para sobrevivir como sociedad humana; 3. y luego la formación del sujeto para ser consistente y coherente consigo mismo.

AT: Miremos la ciudadanía en términos de desarrollo y crecimiento social

MD: La ciudadanía, básicamente se trata de desarrollo humano que cobra forma en términos de las relaciones sociales y que se manifiesta en todas las posibilidades de manifestaciones culturales; es decir, que eso que desarrollamos en nuestro interior como seres humanos -esa posibilidad de ser, de que nuestro hacer, lo que tengamos, lo que construyamos como colectivo sea algo que se fundamente en el bienestar, en el reconocimiento, en el respeto, en la justicia, en la aceptación en valores como la compasión, la solidaridad-,

se refleje en toda la forma de organización que se construya socialmente y, por supuesto, en los mecanismos de la economía, la organización política, todas las formas de diversión; que todos los comportamientos sean coherentes con ese desarrollo humano. Es el punto de partida.

FDR:Creo, igualmente, que lo que está en juego hace referencia a las cartas básicas de derechos humanos que la humanidad estableció en los grandes convenios, los pactos de las declaraciones de Naciones Unidas. Cuando se establece la carta de los derechos humanos fundamentales, en esos grandes núcleos, se lee que estos derechos son interdependientes, integrales, van todos juntos; no se puede ser buen ciudadano y al mismo tiempo mentir en los negocios, cometer injusticias o no cuidar el medio ambiente.

MD: Todo debe partir de un reconocimiento de sí mismo, desde las emociones de la corporeidad, e ir ganando -a partir de la conciencia que se adquiere a través del reconocimiento de los sentimientos, de todo su ser-, un reconocimiento del otro y luego del colectivo que se conforma con esos muchos otros; implica un proceso permanente de sensibilización, de ser consciente de esos sentires, de esos saberes que están allí, de las necesidades de comunicarse, de expresarse, de nutrirse de conocimientos.

FDR: Comparto lo que dice Maritza y retomaría una de sus ideas: ¿cómo podemos desarrollar en nosotros mismos y el niño las cosas que lo hacen crecer más como ser humano, como persona: las dinámicas, los sentimientos, las actitudes, la manera de comportarse que lo valorizan, que lo hacen sostenible, que lo clarifican como persona; y cómo podemos igualmente favorecer y fortalecer las actitudes, las acciones y los valores que lo hacen fortalecer dentro de la comunidad humana a la que el niño pertenece, para hacer que se vuelva más capaz de perseverar a través de los años, se fortalezca y se integre mejor?

MD: Es necesario también presentar a los niños el aprendizaje de lo que se debe hacer, pero con el sentido que lo sustenta, que es el que me permite luego tener un criterio y discernir.

FDR: Sí. Hay que ayudarles a comprender que hay cosas que no deben estar presentes por leyes externas, sino porque arrancan desde nuestras propias vísceras, y en la construcción de eso no valen los argumentos de autoridad; las cosas no son así porque lo dijo la maestra o la rectora; las cosas valen porque las hemos probado como ciudadanos, porque nos hemos dado cuenta de que sin proteger ese valor nos destruimos, porque tenemos que apoyarlo juntos.

Ahora bien, la moral colectiva arranca del trasfondo, de la herencia cultural de un pueblo. Tenemos una herencia cristiana muy profunda, que la historia nos dio. Pero, la ética ciudadana no es una ética religiosa, más bien es una ética de los mínimos, donde se encuentran personas con distintas herencias religiosas y con distintas posiciones filosóficas. Justamente hacer una ética ciudadana implica encontrarnos todos y proponernos cumplir unas cosas mínimas que permitan ser una comunidad ciudadana en la diferencia, con cosas para cumplir porque garantizan la dignificación de todos; esa es la moral civil o ciudadana.

MD: Yo siento que la moral ciudadana se focaliza en buena medida en la funcionalidad de la sociedad que tiene que basarse en esos criterios que le permite la ética. Lo que yo asociaría a la religiosidad está en la espiritualidad, que no es requisito para la ética ciudadana, pero que sí pienso que la enriquece. Es un puente para lograr esa coherencia de la que venimos hablando entre quién soy yo internamente y cómo me relaciono con el mundo

AT: Ahondemos en el tema del papel de la escuela en la formación de los buenos ciudadanos...

MD: La escuela es una primera vivencia de la vida pública; genera unos referentes fundamentales que nos van a acompañar a lo largo de toda la vida, que tienen que ver con la formación del carácter, con la posibilidad de confianza en su capacidad de aprendizaje, en el conocimiento y establecen un corpus cultural. Efectivamente, la escuela es un espacio de socialización en donde básicamente transmitimos la cultura.

FDR: La escuela es el ámbito de la confianza, de la construcción colectiva de la nación que, entre otras cosas, los colombianos todavía no la tenemos como quisiéramos; la escuela es un lugar donde no hay corrupción, donde no hay desigualdades, donde no hay exclusión, donde la justicia prevalece, desde donde se originan nuestras leyes, donde es posible entender que el Estado es una construcción de todos.

MD: Al reflexionar sobre estos temas en relación con las competencias ciudadanas veo que los tres campos temáticos que se abordan (la construcción de la convivencia y la paz, la participación y responsabilidad democrática, y la pluralidad, identidad y valoración de las diferencias) permiten tocar los elementos focales para arrancar en un proceso al interior de la escuela, que se proyecte desde allí. Tengo la preocupación de cómo hacer que eso sea algo real, que transforme los comportamientos y las personas y que se logre esa coherencia. Me parece que se plantean estrategias pedagógicas que les abren caminos a los maestros, pero sin un proceso de sensibilización que permita ver esos elementos al interior de cada uno de nosotros va a ser difícil lograrlo.

FDR: Mi reacción al ver el contexto general de los tres grandes ámbitos temáticos es muy positiva. Se logra conformar una totalidad bien integrada de las cosas fundamentales que están en juego en la formación del ciudadano y que, posteriormente, a través del sistema metodológico para que los niños se las apropien -con base en preguntas referentes a los valores en cada uno de estos ámbitos-,

alcanzan una explicitación bien valiosa de muchos elementos que son constitutivos de la formación de una moral ciudadana.

Mis preguntas de allí en adelante vienen referidas a lo que se llama la voluntad política, no solamente del Ministerio, sino de los directivos de colegios y escuelas para llevarlo a la práctica, para transformarlo de formulaciones conceptuales, de frases formales una apropiación de la vida. El paso a la práctica toma un acto de libertad, una opción libre y allí es donde realmente las cosas fallan. Hay que formar para que los seres humanos hagan lo que realmente tienen que hacer. Y formar para pasar de los dichos a los hechos toma un trabajo sobre la libertad del ser humano, para hacerlo consistente, para que sus acciones reflejen lo que piensan. Todo eso se debe convertir en hábito para que llegue, poco a poco, a que las cosas salgan naturalmente; eso se hace no porque esté escrito en normas y uno se las aprenda, sino porque hay un continuo ejercicio de actividades que yo libremente elijo. Ese es el gran cambio donde siento a la sociedad colombiana supremamente frágil.

MD: Debe hacerse un proceso de formación de docentes e instituciones para lograr voluntad política, que es un elemento complementario; es decir, no solamente la cuestión metodológica y de estrategia pedagógica inmediata, sino cuáles van a ser los elementos que apuntan a la estructura educativa para que se haga. Me llamó la atención que se empiece con grado primero y no con grado cero, cuando ese es el asomo a la vida pública.

Un punto adicional es que en términos de las competencias ciudadanas, las áreas que se toquen en la escuela deben ser transversales y deben tener un espacio que permita sintetizar, recoger y ordenar el aprendizaje de alguna manera que seguramente sería algo similar a una cátedra, taller o seminario. La separación entre lo transversal y la cátedra en la educación ha sido complicada, pues durante muchas décadas todo nuestro proceso de enseñanza y aprendizaje se dio en cátedra, en clases formales, por áreas de conocimiento.

FDR: Mi sentir es que deben tener un espacio de formulación explícita del sentido de la operación, de lo que se está haciendo; no sé si como cátedra, seminario o taller. Tiene que haber un lugar donde la gente se apropie de lo que se está haciendo, se dé cuenta del método, comprenda cuál es el sentido de la operación, pero ésta en sí misma tiene que ser transversal, permear todo el ámbito de la escuela, debe ir en todas las materias, debe ser más de las actitudes y los hábitos colectivos, que desde la dirección de la escuela.

De otra parte, considero pertinente ahondar más en la explicitación de ciertos contenidos. Por ejemplo, cómo llevar la tradición espiritual de un pueblo a una moral ciudadana, o la formación de la libertad. Sería partidario, además, de exponer más los derechos económicos, sociales y ambientales: la forma como todos los ciudadanos tengan los recursos materiales y culturales básicos para vivir con dignidad y la forma de construir una economía para que eso sea posible.

En suma, lo importante es tener voluntad para hacer consecuentemente lo que se propone a partir de los elementos creados. Por ejemplo, al tema de la paz le podemos crear condiciones para que acontezca en nuestro pueblo, pero nosotros no podemos construirla; lo mismo pasa con el amor en una pareja: me hacen mucha gracia los manuales y libros donde dicen que si usted hace esto o lo otro con su pareja, el amor va a acontecer; no, esto tiene que ver con la espiritualidad, con algo más profundo. Yo sí creo que construir ciudadanía es crear condiciones para que las cosas ocurran, pero el acontecer mismo de las cosas es algo que está más allá de cualquier clarificación porque es un asunto de libertades.

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Medir el desarrollo moral

AT: ¿Es posible medir el desarrollo moral, las competencias ciudadanas? ¿En este sentido se puede hablar de estándares?

FDR: Yo soy econometrista y esto es un "proxy" artificial, lo que quiere decir que usted se inventa una medida para una cosa que no es medible, pero al indicador que se inventa sí le puede poner un número que es una analogía, una transposición de lo no medible a lo medible. Creo que se puede lograr una percepción de la forma como se va ganando en ciudadanía, una comprensión que permite comparar estados y desarrollos.

MD: Yo diría que si tenemos claros indicadores de lo que es la falta de competencias ciudadanas, pues esa carencia se convierte en violencia, en vulneración, en atropellos, en indicadores de injusticia, de impunidad; esa parte de alguna manera está indicada, está cuantificada. Esto permitiría ubicar la coherencia entre lo que la gente dice, lo que la gente hace, y las normas y los mecanismos de control social que añaden el elemento de la doble moral, es decir, la posibilidad de decir algo, hacer lo contrario y justificarlo desde el argumento, que es un riesgo permanente.

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Entre lo rural y lo urbano

AT: ¿Cómo es la vivencia de la ciudadanía desde lo rural y cómo desde la ciudad?

FDR: Los elementos mínimos son los mismos y a pesar de que digo que son mínimos son absolutamente indispensables. Es evidente que estamos sometidos a riesgos y presiones diferentes, a confrontaciones muy desafiantes y lo que tiene que vivir un niño en la dura complejidad de la ciudad es muy diferente a lo que tiene que vivir en los territorios donde hay desplazamiento y conflicto.

MD: Cambian los escenarios y las dinámicas, sin duda, son diferentes. Los elementos que conforman esa dinámica son completamente distintos, pero la búsqueda por armonizarnos, como seres humanos, como sociedad, es esencialmente la misma.

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Altablero No. 27, FEBRERO-MARZO 2004
Debate
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