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Entre 1995 y el 2000, Colombia participó en el Segundo Estudio Internacional de Educación Cívica, organizado por la Asociación Internacional para la Evaluación del Logro de la Educación, la misma que llevó a cabo el Tercer Estudio Internacional de Matemáticas y Ciencias (TIMMS), cuyos resultados se difundieron en el país en 1997.
Cerca de 90.000 estudiantes de grado octavo, representativos de 28 países (dos de América Latina, once del antiguo bloque socialista y 15 de países de ingresos altos), fueron interrogados sobre conocimientos y actitudes en educación cívica (democracia, ciudadanía, valores políticos y temas afines). Se adelantaron instrumentos complementarios con rectores y profesores, al tiempo que los estudiantes respondieron preguntas sobre temas socioecónómicos y educativos relevantes para interpretar los datos de la encuesta.
Los resultados de Colombia son ambivalentes: el país ocupó el último lugar, después de Chile, entre los 28 países participantes en la prueba relativa a conocimientos. No obstante, en el cuestionario de actitudes, que fue parte integral de la encuesta (con 4.5 veces más preguntas que el formulario de conocimientos), se situó entre los primeros en opiniones favorables a la democracia y a la participación cívica.
¿Cómo explicar los bajos rendimientos en conocimientos de educación cívica? ¿A qué se debe que los jóvenes escolares de grado 8º exhiban actitudes por lo general favorables a la democracia? ¿Cómo interpretar la disonancia entre conocimientos pobres y unas actitudes relativamente ricas hacia la democracia?
El bajísimo nivel de competencias cognoscitivas o teóricas sobre la democracia, obedecería a factores de distinto orden: uno de carácter general, consistente en la baja tasa de escolaridad del país, relacionada también con los bajos niveles de educación de los padres y con el poco peso relativo de los libros en las familias; otro, de carácter más específico, apunta a una baja valoración del conocimiento de las ciencias sociales y de su función en la formación democrática por parte de los maestros y de la sociedad en general, a lo cual se suma la ausencia de estándares para una enseñanza integrada de las ciencias sociales, materia en la cual no se han expedido aún lineamientos curriculares.
Colombia le apostó desde 1991 a la formación en valores democráticos. Los resultados del estudio reflejan esa opción. Pese a todas las deficiencias que puedan existir en la Constitución Nacional de 1991 y en la aplicación de la Ley General de Educación en las escuelas, los valores democráticos han calado en la socialización de los jóvenes y ello se muestra en predisposiciones personales favorables a la democracia, inducidas por los rectores y maestros, apoyadas en el progreso del gobierno escolar y en cambios en la relación pedagógica del aula (más dialogal, menos magistral), pero secundadas también en la educación informal y en la atmósfera del país.
Pero para sustentar estos buenos resultados en actitudes, Colombia se debe empeñar en elevar los conocimientos de los estudiantes en ciencias sociales. En este sentido, es crucial el trabajo que adelanta el Ministerio de Educación Nacional en la elaboración de lineamientos y estándares curriculares para esta área, los cuales servirán de guía para la formación de maestros, el desarrollo curricular, la labor pedagógica de los docentes y la producción de materiales educativos.
FRANCISCO JOSÉ LLOREDA MERA Ministro de Educación Nacional
Luces y sombras en la educación cívica |