Actualizado el 30 de Abril de 2002

Premios en el día del maestro

La labor docente en zonas de conflicto armado y áreas rurales de difícil acceso, con poblaciones desplazadas y comunidades de barrios pobres y marginales, fue reconocida este 15 de mayo por el Ministerio de Educación Nacional, en el marco de la celebración del Día del Maestro.

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La labor docente en zonas de conflicto armado y áreas rurales de difícil acceso, con poblaciones desplazadas y comunidades de barrios pobres y marginales, fue reconocida este 15 de mayo por el Ministerio de Educación Nacional, en el marco de la celebración del Día del Maestro.

Doce educadores, provenientes de distintas regiones del país, recibieron la condecoración Francisco de Paula Santander, la cual resaltó el trabajo de estos maestros, quienes han hecho de su desempeño una vocación para cumplir con el deber de educar, a pesar de los obstáculos que han debido enfrentar para ello.

La reconstrucción de la escuela después de la tragedia natural, el quehacer pedagógico en áreas marcadas por la violencia, y el trabajo educativo con niños de hogares pobres y conflictivos, han sido algunas de las tareas emprendidas por estos docentes.

La ceremonia de condecoración tuvo lugar el 15 de mayo pasado en las instalaciones de Maloka. Allí, el Ministerio de Educación hizo un reconocimiento a la labor de los siguientes docentes.

Elvira Ortega Romero: lleva 32 años de docencia. Su labor educativa la ha llevado a cabo con niños de escasos recursos en Carmen de Bolívar, a quienes, además de educar, ha ofrecido condiciones dignas para adelantar su proceso de aprendizaje: aulas, útiles escolares, uniformes y alimentación.

Durante 23 años laboró en la escuela Luis Malo Alandete, la cual resultó afectada por el huracán JOAN en 1984. Además de ayudar a su reconstrucción, Elvira amplió a noveno bachillerato su oferta educativa.

Desde el año pasado dirige la Concentración Educativa Gabriel García Tabuada, en la cual trabaja con 456 niños desplazados. Es licenciada de la Pontificia Universidad Javeriana y con posgrado en 'gerencia educativa' de la Universidad de Sucre.

Dolly Magaly Manjarrés: Emanuel, un niño guajiro de ocho años, abandonado por sus padres, con conductas agresivas y cierta apatía al estudio, aprendió con Dolly el valor de la vida y el sentido de las letras y los números. Después de haber sido deportado de Venezuela, a donde intentó ingresar ilegalmente con su abuela, se le asignó un hogar sustituto en el ICBF de Maicao y una docente en la Escuela Urbana Mixta Loma Fresca. Esa maestra era Dolly. En tres años no sólo educó y cambió la conducta de Emanuel, sino que hizo de la escuela una institución pionera para el manejo de menores con problemas especiales.

Dolly es licenciada en Educación Básica Primaria de la Universidad Javeriana y especialista en enseñanza religiosa escolar y catequesis de la misma institución.

Oscar Vargas Barrientos: graduado en 1998 como licenciado en Educación Básica Primaria de la Universidad Javeriana. Fue fundador de la emisora local de Dadeiba (Antioquia) y llevó la primera señal de televisión a la región. Su trabajo comunal se ha caracterizado por su interés de impulsar la profesionalización de los docentes dabeibanos, de integrar a los indígenas al desarrollo del municipio y de hacer del maestro un agente de cultura. Actualmente es miembro de la Junta Directiva de la Sociedad de Mejoras Públicas de Dadeiba.

Lidia Margoth González: el sector rural ha sido su plaza de trabajo desde hace 18 años, cuando comenzó a ejercer la docencia. Actualmente labora en la escuela PLEBAP del corregimiento de Santana (Putumayo), ubicado en la vía que conduce de Puerto Asís a Mocoa. Allí, confluyen ejército, guerrilla y paramilitares, lo cual ha generado un ambiente de guerra y lucha por el poder en la zona.

El trabajo de Lidia se ha concentrado en ofrecer educación, especialmente a jóvenes entre los 10 y 15 años, susceptibles de tomar el camino de las armas como opción de vida. Por ello, ha incrementado la cobertura académica de su escuela, manteniendo todo el ciclo de educación básica, con miras a crear el ciclo de enseñanza media.

Silvio José Ruales: actualmente se desempeña como educador en una escuela del municipio de La Florida (Nariño). Hasta el 2001 laboró con la escuela La Cocha, en la localidad de Linares, de la cual salió por amenazas de muerte contra él y su familia, provenientes de la guerrilla.

Después de haberse convertido en un desplazado más por la violencia, se vinculó a la ONG Movimundo, en la cual trabajó con niños víctimas del desplazamiento forzado.

Reina Dilia González: su vocación de ayuda la condujo a trabajar con niños discapacitados, integrándolos al aula regular. En 1988 recibió por primera vez un menor con parálisis cerebral y con el apoyo de la directora de la escuela Gabriela Mistral, de Líbano (Tolima), donde actualmente labora, desarrolló una pedagogía especial para atender las necesidades educativas del menor, basada en su sensibilidad y amor por los niños. Posteriormente recibió menores con limitaciones auditivas. En 1990, con el apoyo del Ministerio de Educación, aprendió el lenguaje de señas. Hoy en día, sus alumnos cursan secundaria.

Dilia es licenciada en Básica Primaria y tiene una especialización en educación religiosa escolar y catequesis de la Universidad Javeriana.

Alfredo Garcés Morales: el 25 de abril de 2001, vio morir a sus amigos y fue desterrado de la escuela de la vereda "El Rayo", de San Pedro de Urabá (Córdoba), porque a las Autodefensas les disgustaba su trabajo de docencia. Aunque para él fue "el peor día de su vida", su vocación como docente continuó con más ahínco y lo llevó a la vereda 'La Rula', para continuar el ejercicio de su profesión. Hace seis años comenzó su trabajo de educador en áreas rurales de la localidad de San Pedro de Urabá.

Jairo Obdulio Vivas: después del terremoto del 31 de marzo de 1983, que destruyó gran parte de Popayán, Jairo mantuvo viva la labor educadora. En ranchos y carpas improvisadas, con velas y lámparas de gasolina, inició el trabajo con niños y adultos y dio vida a la escuela 'El Porvenir', la cual estuvo a punto de desaparecer en el año de 1985 cuando asesinaron a dos de sus maestros. Después del hecho, Jairo reagrupó a los jóvenes y docentes que habían huido de la escuela por causa de la tragedia y en 1987 logró la aprobación del colegio 'José Daniel Lasso', nombre de uno de los docentes asesinados.

Vilma Constanza Murillo: bogotana, egresada de la Normal de Popayán y licenciada en Básica Primaria de la Universidad del Quindío. Su logro ha sido disminuir la agresividad de sus alumnos a través del arte, como eje principal de la enseñanza en todas las áreas del conocimiento.

Trabaja hace 22 años en la Institución Luis Eduardo Nieto Caballero, de la ciudad de Cali, a la que asisten menores de bajos recursos y de familias conflictivas.

Jorge Enrique Conde: licenciado de Educación Básica de la Universidad Javeriana. Hace 20 años es docente y labora en el municipio de Puerto Rico (Caquetá).

Mercedes Marina Bolaño: licenciada en Español y Literatura de la Universidad del Magdalena. Directora del Centro Educativo Mixto Simón Bolívar de Fundación (Magdalena).

Francisco Javier Caizamo: licenciado en Educación Básica con énfasis en humanidades y lengua castellana de la Universidad Javeriana. Docente en las comunidades Vacal y Uva de Bojayá (Quibdó).

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Doce educadores, provenientes de distintas regiones del país, recibieron la condecoración Francisco de Paula Santander, la cual resaltó el trabajo de estos maestros, quienes han hecho de su desempeño una vocación para cumplir con el deber de educar.

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