Actualizado el 06 de Agosto de 2010

Una mirada a partir de tres ejes de transformación

Conmemorar el Bicentenario ha sido asumido para el sector educativo como la posibilidad de recordar juntos, volver con la memoria a lo que nos convoca y reflexionar sobre las transformaciones que se han dado en el tiempo.

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Conmemorar el Bicentenario ha sido asumido para el sector educativo como la posibilidad de recordar juntos, volver con la memoria a lo que nos convoca y reflexionar sobre las transformaciones que se han dado en el tiempo.

Como parte de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, el Ministerio de Educación Nacional ha promovido, a través del Foro Educativo Nacional 2010, una reflexión sobre el sistema educativo actual a la luz de las más importantes transformaciones en tres ejes específicos: los procesos de enseñanza - aprendizaje; la gestión institucional y las relaciones entre institución educativa y sociedad.

La pregunta por las transformaciones en la educación es una herramienta que ayuda a identificar los retos que tenemos como sector hacia un futuro. El poder identificar cómo se ha constituido el sistema educativo que tenemos, cuáles han sido las principales apuestas conceptuales, pedagógicas y organizativas, qué papel han jugado los distintos actores en su organización, por señalar algunos temas, permite dimensionar la capacidad del sistema educativo para producir cambios y modificaciones, para plantear nuevas apuestas educativas, señalar nuevos rumbos y derroteros.

Con el objetivo de contribuir a este gran debate nacional, a continuación se incluyen algunos de los tópicos de la transformación más ampliamente reconocidos, para cada uno de los ejes.

Eje 1. ¿Cómo se han transformado los procesos de enseñanza y aprendizaje?

Desde la época de la Independencia hasta ahora han cambiado mucho las ideas, concepciones y conocimientos que soportan lo que ocurre en las aulas. Han cambiado las nociones sobre la infancia, las profesiones, la forma de educar a hombres y mujeres, el trabajo manual, las artes, la ciencia, la tecnología, la política. Pero también se ha enriquecido el saber científico sobre los procesos de aprendizaje, la pedagogía y la didáctica y nuestra comprensión del desarrollo de los valores éticos y ciudadanos. Todos estos cambios se materializan en las transformaciones pedagógicas, en modelos curriculares, en diferentes aproximaciones a las diversas áreas del saber, en nuevas formas de relación entre los estudiantes y los maestros, en nuevas estrategias para formar a todos los estudiantes, desde la primera infancia hasta adultos en educación superior, y, en distintas formas de entender y evaluar al sistema.

En el Cuadro 1 , se incluyen algunas de las que podemos considerar, las principales transformaciones en los procesos de enseñanza-aprendizaje:

Quizá la más importante transformación que se ha presentado en los procesos de enseñanza-aprendizaje en los últimas décadas, radica en pasar de una educación centrada en la transmisión de contenidos, a una educación centrada en el desarrollo de competencias.

Si bien los conocimientos disciplinares continúan -y probablemente seguirán- siendo un referente importante de los procesos educativos y de la formación básica de los estudiantes, los cambios acaecidos desde la segunda mitad del siglo XX en las formas de producción del conocimiento científico y tecnológico, y en el impacto que este conocimiento tiene en la vida de las personas, pusieron en discusión la pertinencia de un sistema educativo basado en un enfoque de transmisión de conocimientos.

Hoy por hoy, cada vez más se plantea la necesidad de que la educación debe brindar las bases sólidas para que las personas tengan los conocimientos, las actitudes y las destrezas que les permitan comprender, transformar y crear en el mundo en el que viven, reconociéndose como parte de una sociedad y asumiendo sus capacidades ciudadanas.

Se espera que la educación dé las bases para que, entre otros, las personas puedan comprender cómo se produce el conocimiento científico y tecnológico y cómo se relaciona con otro tipo de conocimientos; así mismo, para que puedan buscar información y valorarla a partir de sus necesidades, y utilizarla para resolver problemas relacionados con su contexto vital; que puedan, aprender de manera constante y transformar sus conocimientos y habilidades en un mundo que cambia constantemente. Igualmente, que les dé las bases que les permitan participar políticamente en la toma de decisiones sobre asuntos que afectan su vida, reconociendo la importancia de respetar sus derechos y el de los otros. Que puedan ser creativos y, sobre todo, ser felices.

Esta transformación en el para qué de la educación se da de manera concomitante con cambios en la manera de concebir a los estudiantes y a los docentes. Los niños y jóvenes pasan de ser receptores pasivos de conocimientos, a ser entendidos como sujetos activos del proceso de aprendizaje. Los procesos escolares deben reflejar, en sí mismos, aquello que se espera como producto del proceso educativo. Y esto implica una nueva forma de concebir el rol de los docentes: de transmisores de contenidos y ejecutores de metodologías determinados de manera externa, se les reconoce un proceso de profesionalización que les lleva a generar las condiciones para el desarrollo de estas competencias, tomando en cuenta las necesidades del contexto y con una amplia autonomía en la organización de los planes curriculares y los procesos didácticos escolares.

Eje 2. ¿Cómo se ha transformado la gestión en las instituciones educativas?

Es muy interesante poder examinar los cambios que han sufrido las instituciones que atienden los estudiantes desde la educación inicial, preescolar, básica, media hasta la superior a lo largo del tiempo. Es evidente que una buena parte de la búsqueda de calidad se consigue a través de la organización institucional: tiempos, espacios, relaciones de autoridad, infraestructura, introducción de tecnologías, formas de participación, conectividad, entre otros aspectos que permiten hacer un paralelo entre los cambios en la infraestructura institucional implementada y los desarrollos de las diferentes ciudades del país. Sin duda, los espacios educativos para la primera infancia y las instituciones de educación superior de hoy son diferentes a los de hace cincuenta años. También es claro que nuevos objetivos en la formación de niños y jóvenes han generado nuevas formas de organización que cumplen un papel fundamental a la hora de pensar en la calidad de la educación.

En el Cuadro 2 , se incluyen algunas de las que podemos considerar, las principales transformaciones en los procesos de gestión de las instituciones educativas:

El desarrollo de modelos educativos más centrados en el contexto, en las necesidades de los estudiantes, en el reconocimiento de lo que sucede en el mundo a escala global y local, sólo es posible dentro de estructuras organizativas y de gestión que otorguen una mayor autonomía a los agentes educativos.

En Colombia, la Ley 60 de 1993 y posteriormente, la Ley General de Educación de 1994, sentaron las bases normativas para los procesos de descentralización y autonomía del sector educativo, que junto con la política de ampliación de la cobertura, constituyen las más importantes transformaciones en términos de la gestión del sector.

Los procesos de descentralización y autonomía responden, entre otros, a la comprensión de que suplir las necesidades educativas nacionales implica una mirada que, a la vez, tenga en cuenta los desafíos globales del sistema educativo, reconozca las situaciones y peculiaridades locales. El tipo de centros, la distribución de los maestros, la organización de los currículos no puede ser la misma si hablamos de Amazonas o de Bogotá. El reconocimiento de las diferencias sociales, culturales, políticas y económicas suponen formas de organización del sistema educativo de manera diferenciada, si bien los objetivos generales permanecen.

Igualmente, se ha avanzado en la comprensión de la importancia de una gestión que involucre todos los actores sociales: la educación, al ser entendida como un derecho de todos los ciudadanos, implica también el reconocimiento de que todos los ciudadanos deben y pueden participar en sus procesos organizativos y en la toma de decisiones acerca de su direccionamiento. Este es un punto que abordaremos con más detalle en el siguiente eje.

Por otra parte, en el país, se ha ido avanzado en la construcción de un sistema educativo integrado desde Primera Infancia hasta Educación Superior, acorde con el objetivo institucional de pensar un sistema educativo que responda a las exigencias de una educación para toda la vida.

Para finalizar, el tema de la cobertura. Entre 2002 y 2009 se presentó mayor atención de población en todos los niveles, con lo cual las tasas de cobertura bruta aumentaron así: transición pasó de 75.7% en 2002 a 90.8% en 2009. En 2002 la educación primaria tenía una cobertura de 114.1% que aumentó a 121.1% en 2009. En este periodo se logró la universalización de la educación secundaria y la tasa de cobertura bruta pasó de 79.4% en 2002 a 101.7% en 2009. En educación media se alcanzó el 75,4% en 2009 respecto al 57.4% en 2002. En estos niveles el aumento de cupos en el periodo fue de 1.330.470 cupos. En educación superior se presentó un avance de 10.9% puntos, ya que la tasa de cobertura bruta fue de 24.4% en 2002 y pasó a 35.3% en 2009, con 570.299 estudiantes adicionales. En 2010 se están atendiendo integralmente 678.429 niños en el territorio nacional en primera infancia, de los cuales 405 mil se atienden en el marco Programa de Atención Integral para la Primera Infancia (PAIPI) del Ministerio de Educación Nacional.

Eje 3. ¿Cómo se han transformado las relaciones entre institución educativa, familia y sociedad?

Es evidente que un motor importante de la transformación social, cultural, política y económica de la Nación lo constituye la educación que reciben sus ciudadanos. La situación parece tan obvia, que es bastante probable que se deje esto de lado. El Foro es un buen espacio para poder repensar cómo la institución educativa ha contribuido a la construcción del país que tenemos hoy, a configurar la idea de ciudadanía, de familia, de poder político, etc. Pero también es importante pensar el otro lado: cómo la sociedad y las nuevas configuraciones familiares han transformado los procesos educativos.

Las relaciones entre las instituciones educativas y el entorno social con sus distintos agentes educativos también son muy diferentes a las que se vivían antaño. La concepción insular que primó durante mucho tiempo, se ha ido modificando. Nadie imagina hoy que un jardín infantil o un colegio puedan trabajar sin contar con las familias, buscando una cooperación activa en los procesos de formación de los niños y niñas. Tampoco se contemplaba, en el sistema tradicional, que las familias hicieran parte de los órganos de gobierno escolar. De igual forma, es inconcebible hoy un sistema de educación básica y media o superior que no tenga vínculos estrechos con el sector productivo o con la comunidad científica nacional e internacional pues sin el protagonismo de estos actores, es imposible pensar en la innovación y la competitividad. Siendo la familia y el entorno social los que influyen en las decisiones de elección de educación en los diferentes niveles, ello también hace cuestionar qué tan abiertos y preparados estamos para responder a los requerimientos reales en el desarrollo de habilidades, competencias y tener claridades sobre las diferentes posibilidades en el planteamiento de un proyecto de vida acorde a la dinámica actual.

En el Cuadro 3 , se incluyen algunas de las que podemos considerar, las principales transformaciones en las relaciones entre institución educativa, familia y sociedad:

La búsqueda de un sistema educativo con mayores niveles de descentralización y autonomía, requiere una profunda reconceptualización de la relación sociedad civil-Estado en educación, y de las expectativas, derechos, responsabilidades y actores involucrados.

Uno de los cambios fundamentales que se ha estado gestando en los últimos años es el convencimiento de que la responsabilidad del proceso educativo debe ser compartida por el Estado, la familia y la sociedad, bajo unas nuevas formas de relación.

La compartimentación de responsabilidades en el proceso educativo que primó en la relación Estado- familia, ha ido cediendo a una reflexión más integral. La Ley General de la Educación abrió el paso a que la familia -y la comunidad educativa ampliada- tuvieran una mayor injerencia en las decisiones curriculares y de planeación institucional: qué se enseña, qué pretende la institución educativa, cómo se organiza el gobierno escolar y cómo se administra la disciplina y la convivencia, pasan a ser objeto de una negociación entre maestros, directivos, estudiantes, padres de familia y comunidad.

Estas negociaciones que se dan a nivel micro (institucional y de aula) tienen su correlato a nivel macro: en la organización general del sistema. La realización participativa del Plan Decenal 1996-2005 y 2006- 2016, mostró los caminos a través de los cuales los ciudadanos en general definieron y consensuaron unos objetivos generales para el sistema educativo del país, trazando una ruta nacional sobre el tema. Por otro lado, los procesos de articulación intersectorial entre el Ministerio de Educación Nacional y otras instancias gubernamentales nacionales, como Colciencias, y organizaciones productivas y empresariales, en el trabajo educativo, muestran cómo se amplía la esfera de la responsabilidad educativa en el sistema.

Un renglón donde esta reflexión es importante es en la relación Universidad-sociedad. Una universidad cerrada y sin relación con la sociedad y sus demandas, ha entrado en crisis. Cada vez más las Instituciones de Educación Superior se dirigen a ajustar sus programas y proyectos a las necesidades globales, tanto en desarrollo de investigación e innovación que impone la sociedad del conocimiento, como a su relación con los contextos sociales y locales en los que se hayan inmersas. Los programas universitarios se enfrentan al reto de responder a lo global desde las apuestas locales y uno de los indicadores de esta transformación es como la organización del bienestar universitario ha pasado de estar dirigida internamente a la población universitaria, a Sistemas de Servicio Social donde la Universidad presta un servicio al entorno social.

Conmemorar el Bicentenario ha sido asumido para el sector educativo como la posibilidad de recordar juntos, volver con la memoria a lo que nos convoca y reflexionar sobre las transformaciones que se dan en el tiempo. No se trata de la memoria individual, sino de la memoria extensa de aquellos hitos que a lo largo del tiempo determinan un destino común.

Dedicar el año 2010 a reflexionar sobre la calidad de la educación y centrar la conmemoración del Bicentenario en el marco de unas reflexiones sobre las más importantes transformaciones del sector educativo, es un gran desafío de la comunidad educativa nacional: se propone que a través de esta mirada crítica de lo que ha sido el devenir histórico de nuestro sistema educativo, podamos sentar las bases de una agenda de trabajo conjunta que nos permita generalizar y afianzar los grandes aciertos y definir estrategias para resolver los más grandes problemas.

Bibliografía

MEN (2009), Estadísticas del Sector Educativo. Disponible en: http://menweb.mineducacion.gov.co/seguimiento/estadisticas/inicio.php , consultado Junio 15 de 2010.
MEN (2010), Foro Nacional Calidad de la Educación 2010. (Power Point con la presentación del Foro en las regiones).
MEN (2010), Orientaciones Generales. Foro Educativo Nacional 2010. Aprendiendo con el Bicentenario. Disponible en: http://www.colombiaaprende.edu.co/html/home/1592/articles-221413_recurso_1.pdf , consultado Junio 15 de 2010.

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