Actualizado el 15 de Julio de 2013

Mujer, esposa, madre, abogada y orgullosamente MAESTRA. Deycy Cirley Medina Rojas

Me siento hoy muy orgullosa de ser formadora y servir a los niños y niñas de todo el país, siendo parte del maravilloso Programa "Todos a aprender".

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Mi nombre es DEYCY CIRLEY MEDINA ROJAS soy abogada y maestra por vocación. Muchos se preguntaran si las dos profesiones son opuestas y la respuesta es: no. Ambas son servicio a los demás. Por eso me siento hoy muy orgullosa de ser formadora y servir a los niños y niñas de todo el país, siendo parte del maravilloso Programa "Todos a aprender".

Mi historia comienza a muy temprana edad cuando decido ser abogada, sin embargo, la universidad nacional cerró las inscripciones por un tiempo para esta carrera y al no querer esperar en casa, sin estudiar, tomé la decisión de aprender inglés mientras abrían nuevamente las inscripciones en la facultad de derecho. Aún habían inscripciones en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas para la carrera de lenguas modernas, la cual ofrecía inglés y como mis resultados de la prueba ICFES superaban los esperados para el ingreso a esta licenciatura, sin ninguna dificultad obtuve el cupo para estudiar: la verdad creí en ese momento que estudiaría otro idioma mientras esperaba mi ingreso a la facultad de derecho, pero que no sería licenciada. Pero las cosas no fueron así, las asignaturas que involucran la docencia son muy encantadoras y eso fue lo que ocurrió; me encantaron de una forma tan increíble que no pude interrumpir mis estudios hasta obtener mi titulo de pregrado: Licenciada en Lenguas Modernas: Español - Inglés.

Mi práctica docente fue todo un inicio a lo que sería mi sueño de ser una gran maestra, rápidamente inicié mis estudios en Francés y comencé mi vida laboral como docente de idiomas, pasados dos años me ofrecieron la coordinación académica de la institución. Con un poco más de experiencia y obtenido mi título en Francés decidí retomar mi sueño de ser abogada, estudie en la Universidad Libre y obtuve mi titulación como Abogada. Rápidamente conocí muchas personas que vieron en mi un gran potencial en el derecho y me ofrecieron un cargo administrativo, fue así como ingresé a la Rama Judicial y me desempeñé primero como Oficial Mayor en un juzgado de Circuito y luego como Secretaria de despacho en un Juzgado Municipal.

Mi paso por la Rama Judicial no duró mucho y en verdad extrañaba el día a día en el sector educativo. Quienes se hayan alejado por un tiempo y retornado, me entenderán. Por fortuna, conocí a mi esposo en mi paso por la Rama Judicial, un prestigioso abogado. Rápidamente tomé la decisión de retirarme de mi trabajo e iniciar los preparativos de mi boda. Por alguna razón durante este tiempo, en el cual no pensaba trabajar, recibí una llamada de la comunidad Jesuita para invitarme a trabajar con ellos, nuevamente en el sector educativo; que alegría.

La primera dificultad que tuve, fue convencer a mi esposo que la profesión de docente no es menos que el ejercicio del derecho y que es todo un honor tanto el ser abogada como el ser maestra. Al inicio fue algo duro pues él no había compartido mucho con maestros, pero con el paso del tiempo una de las personas más orgullosas de que me desempeñe como maestra es mi amado esposo. Su respeto por la docencia ha llegado a un grado muy alto y entre sus más queridos amigos tiene a muchos docentes y personas vinculadas al sector educativo.

Al regresar a la docencia me encontré nuevamente en un aula de clase, cada día era diferente, los niños y niñas que acompañaba eran maravillosos, cada uno diferente, con anhelos e ilusiones en la vida diferentes, con sueños diferentes, y por fortuna lo diferente ahora, es que yo estaba ahí para acompañarlos a subir algunos de los peldaños que ellos debían alcanzar, para que cada uno de ellos lograra sus metas, yo era su MAESTRA.

Al año siguiente de ingresar a la comunidad Jesuita, me ofrecieron el cargo de coordinadora, pero por fortuna tuve la oportunidad de tener algunas horas de cátedra y no me desvinculé del aula de clase. La vida me dio el regalo más maravilloso: ser madre de dos preciosas niñas y continuar con ellas y con otros niños mi servicio en su educación. Por azar de la vida, me presenté a la Secretaria de Educación de Bogotá y me vinculé con una Institución al Sur de Bogotá, en la que actualmente estoy nombrada. Me siento muy orgullosa del trabajo de mis estudiantes y mis compañeros de trabajo, pues la institución nace muy recientemente y ya ha obtenido grandes distinciones y premios no sólo por parte de los estudiantes sino por parte de los docentes.

Creo que en todas las profesiones es necesario estar continuamente actualizándose y preparándose, mucho más en la educación. Es un reto para el maestro de hoy, leer sobre las nuevas tendencias en educación, lo nuevo en pedagogía, en didáctica, etc., es importante encontrar acuerdo y desacuerdos entre autores pero sobre todo asumir posturas crítica y de cambio en beneficio de nuestros niños acompañados. Por eso decidí continuar con mis estudios en al Universidad Externado de Colombia y obtuve así mi título de Magister en Educación.

Tiempo después, el programa "Todos a Aprender" llamó mi atención, pues era una gran oportunidad para conocer de cerca las realidades de nuestro país, en cada una de las regiones y como docente poder ser parte del cambio, ese cambio que desde muy temprano, en mi decisión de permanecer en la docencia, me había trazado: "todos los niños deben tener la misma oportunidad de aprender y aprender bien".

La parte del derecho aún sigue en mi y cada día busco la defensa y aplicación de esos derechos pero también obligaciones que tenemos cada uno de los participantes de la sociedad, pero sobre todo en lo que respecta a la educación.

Cada una de las regiones de nuestro país tiene sus propias características, su propio transporte, su propio afán, sus propios dichos, sus climas y geografía, pero lo que nunca cambia en ellas es la buena voluntad de los tutores y docentes acompañados. Creo que ahora si se logrará el cambio, que ahora sí se cerrarán las brechas en la educación, de eso estoy segura y lo ratifico cuando veo las caras entusiastas de los tutores a mi cargo, cuando logro contagiarlos en ser parte importante de este cambio, pero sobre todo cuando veo las caritas alegres de los niños y niñas de cada uno de los Establecimientos Educativos focalizados de las regiones que he tenido la oportunidad de visitar, caritas que permanecen en mi mente hasta mi regreso a casa y que impulsan mi trabajo como FORMADORA.

Mujer, esposa, madre, abogada y orgullosamente MAESTRA. Deycy Cirley Medina Rojas