Actualizado el 19 de Septiembre de 2012

Todos a aprender: una posibilidad emancipadora...Yazmín González Ortiz

Si doy una mirada al pasado, encuentro que jamás me proyecté para moverme en el campo de la educación; sin embargo, siempre busqué que lo que yo hiciera de mi vida, me permitiera sentir el aroma de la libertad, una libertad que fuera inspiradora, una libertad que me permitiera trascender la sociedad en la que nací.

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"Si doy una mirada al pasado, encuentro que jamás me proyecté para moverme en el campo de la educación; sin embargo, siempre busqué que lo que yo hiciera de mi vida, me permitiera sentir el aroma de la libertad, una libertad que fuera inspiradora, una libertad que me permitiera trascender la sociedad en la que nací, una libertad que me llevara siempre más allá de lo que me ofrecía el destino".

Tal vez, por esta razón, me ha llamado siempre la atención ese discurso libertario de Paulo Freire, que invita a quien lo lee, a descubrir desde la crudeza de la opresión, aquella posibilidad de liberarse a sí mismo y de liberar con sus propios cambios de actitud a aquellos que caminan a su lado.

Hoy traigo a colación la frase de Freire en su obra La educación como práctica de la libertad, frase que, además de impulsar mi vida profesional, mueve de manera constante mi mundo personal: "La educación es un acto de amor, por tanto, un acto de valor"; y es que educar es un proceso constante en la vida de toda persona, aprendemos y enseñamos con nuestros gestos, palabras, pensamientos e ideales expresados, con nuestros actos cotidianos, somos educables y educadores todos los días de nuestra vida, pero ante todo debemos estar dispuestos a asumir el reto de desaprender, labor de valientes, para poder aprender para mejorar.

Definitivamente, si hago una reflexión en torno a por qué enfoqué mi vida profesional hacia la educación, encuentro que siempre me ha gustado ayudar a los otros y otras para ayudar a cambiar realidades sociales, siempre me ha llamado muchísimo la atención. Uno puede ser revolucionario y protestar, pero es más hermoso y contundente, cuando como un acto de amor, pones en acción tu saber para acompañar a otros y otras en procesos generadores de cambio.

A lo largo de mi vida laboral he trabajado con niños, niñas y jóvenes en educación formal; he vivido procesos con iniciativas de educación popular, llevando nuevas alternativas de proyección social a las familias; he participado de iniciativas en y para la paz con jóvenes estudiantes, he tenido la experiencia de trabajar el lenguaje con profesionales en preparación en algunas instituciones de educación superior, he estado participando de algunas propuestas de investigación educativa con algunas organizaciones en el país y en Latinoamérica; en resumen, he tenido la oportunidad de respirar la educación desde diferentes ámbitos y cada vez me enamoro más de lo que ésta logra en las personas.

En mi vida personal, Dios puso en mi camino un hermoso reto, mi hijo, y es que me he dado cuenta que ha sido una de las personas de las que más he aprendido en la vida, todo un reto, con él sí que he sentido el precio del aprendizaje. Y obviamente también he tenido que enseñarle muchas cosas..., procurando cumplir bien con mi tarea de ser mamá.
En definitiva, muchas personas y personajes en el camino, muchos roles desempeñados y una vida construida de momentos donde el aprendizaje ha sido el centro.

Y es que cuando te mueves en ambientes educativos, te confieres la oportunidad de evidenciar los resultados de lo que haces bien, de lo que mueves en los y las demás, de lo que logras con tu discurso emancipador, de ser motivador, impulsor, generador de sentido, de ser susceptible de aprender y de servir de ejemplo para que otros quieran seguir adelante. En suma, esos otros y otras se convierten en la imagen reflejada de esa obra de arte que vas puliendo poco a poco a lo largo de tu hacer humano y profesional.

En este sentido, el Programa "Todos a aprender", se ha convertido para mí, como profesional de la educación, en una oportunidad de vida, son pocos meses los que llevo como Formadora y siento que he adquirido muchas herramientas para ser más y mejor persona y profesional. Me motiva pensar en todos esos niños y niñas a los que apuntan las propuestas y acciones del programa; siento que esta es una oportunidad para permear la realidad educativa del país y liberar verdaderamente a esos otros y otras.

Además de todo lo que perfila mi labor con algunas regiones del país, en el camino de esta nueva y retadora labor, he encontrado profesionales con el corazón puesto en lo que hacen; y es que como dice Freire, esta es una labor de amor que decanta en actos valerosos.

Los tutores docentes con los que he podido compartir en el programa, han demostrado un gran sentido de pertenencia y amor, tanto con su región como con su labor de educadores. Este ha sido el mayor motor que los ha venido impulsando a ser propositivos y a querer participar en el programa.

Definitivamente, creo que esta es una oportunidad para hacer parte de la verdadera revolución educativa. Soy una convencida que con amor y dedicación, ética profesional y creatividad, podemos guiar a los maestros y maestras de nuestro país a desear aprender nuevas cosas y así fortalecer sus saberes pedagógicos. Creo que ya hay en nuestras escuelas un elemento humano muy importante, nuestros docentes y estudiantes, al igual que una materia prima amasada y lista para hornear y que nosotros los formadores estamos llamados a preparar esta receta con cariño, dispuestos a ayudar y a poner al servicio de la educación colombiana, todo ese potencial profesional y humano que traemos con nosotros y que poco a poco se seguirá fortaleciendo.

La transformación está en nuestras manos y doy gracias a Dios porque alguien creyó que yo podía hacer parte de este interesante equipo. Espero seguir creciendo, porque como lo dice nuestro programa: todos podemos aprender.

Todos a aprender: una posibilidad emancipadora...Yazmín González Ortiz