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El maestro es como un guía que les pone alas a los estudiantes”: Dolly Montoya Castaño

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Actualizado: 16 de mayo de 2018

La nueva rectora de la Universidad Nacional de Colombia Dolly Montoya Castaño, quien se ha desempeñado como docente e investigadora por muchos años, accedió a compartir su mirada sobre el ser maestro en Colombia.

La nueva rectora de la Universidad Nacional de Colombia es una mujer sencillamente admirable. Recién se posesionó en ese cargo y está lista a ejecutar los proyectos que tiene en la cabeza y guardados en su computador. Ella es Dolly Montoya Castaño, una pereirana de profesión química farmacéutica, pero con su corazón, su ejercicio profesional y su vida entera dedicada a ser maestra.

Para ella, la primera mujer que llega a ese cargo, sus hijos son más que los dos que la vida le dio como mujer. Como bien dice, tiene hijos (estudiantes) “por todo el mundo como maestros y doctores en diferentes lugares y a quienes ha inspirado para que amen lo que hacen y sean agentes éticos de cambio”.

La rectora Dolly Montoya accedió a compartir su mirada sobre el ser maestro en Colombia.

Ministerio de Educación Nacional: Ha ejercido la docencia, ¿desde cuándo y qué le ha aportado en lo personal?
 

Dolly Montoya Castaño: He sido docente desde chiquita, porque cuando estábamos en el colegio y mis compañeros perdían matemáticas, en las vacaciones les daba clase y los actualizaba para sus habilitaciones; también en el barrio muchas personas iban para que les enseñara. En el colegio, durante mi trabajo social, dábamos clases para personas adultas en los barrios más deprimidos de Pereira y siempre me quedaba más tiempo del exigido.

Para mí la docencia es una vocación de vida. Terminé mi carrera de química farmacéutica, me quedé en la industria farmacéutica más de 5 años, sin embargo, pensé que ese no era mi campo, aunque me fue muy bien, pero yo decidí irme a estudiar para ingresar a trabajar en la Universidad Nacional de Colombia. Lo que más me llamó la atención es que la universidad te permite crecer y no tiene tope, te da libertad en tu trabajo y muy pronto aprendí que lo mejor es formar a los estudiantes en el método científico.

MEN: Su elección de estar en la Universidad es un asunto de vocación…

DMC: Si ha habido muchas vidas, creo que siempre he sido docente en todas, porque me encanta la docencia, ver como un ser humano se transforma a sí mismo, porque un profesor puede tallar en él y sacar de él su escultura y lo mejor que lleva es la luz que tiene dentro, para que se vuelva creativo. Me parece que ese es un premio de la vida muy grande que cada uno pueda encontrar su camino y su mejor espacio de desarrollo.

MEN: Tradicionalmente las mujeres han sido maestras, ¿usted cree que es una profesión muy de la mujer?

DMC: Somos diferentes. Tenemos un poder femenino, que es un poder receptor y de acogida, y los hombres tienen un poder que son más dadores. Creo que si lográramos tener equilibrados los maestros y las maestras en todos los espacios, los estudiantes podrían aprovechar la bondad de tener los dos géneros, pero antes se pensaba que las ingenierías, la veterinaria todas esas carreras no eran para mujeres sino para hombres; ha sido difícil.

Recordemos que hasta 1958 pudimos votar, el ingreso de las mujeres a la universidad, sobre todo en Colombia no fue tan temprano, entonces todo esto ha hecho que nos hayamos venido ganando un espacio.

MEN: ¿Hay alguna diferencia entre ser maestro y ser docente?

DMC: Un maestro es el que con su ejemplo induce a los estudiantes a enamorarse del conocimiento. Si un maestro tiene vocación es un ejemplo ético, de transparencia, es un ejemplo de vida y tiene unas buenas prácticas pedagógicas, el estudiante puede avanzar y lo puede enamorar del conocimiento. El maestro es como un guía que les pone alas y no los obliga a repetir lo que él sabe. Es muy difícil que el muchacho pueda crear si lo obligamos a repetir cosas.

Docentes es el cargo formal, porque se dedica a la docencia, pero yo creo que todos los docentes deberíamos ser maestros, aunque no todos los docentes podemos decir que tengamos tanta vocación. Ser un maestro es el que realmente con su ejemplo logra motivar al estudiante.

MEN: ¿Qué actitudes y aptitudes debe tener el docente colombiano?

DMC: En la formación hay dos partes que deben funcionar de manera integral: el desarrollo de actitudes ciudadanas como seres humanos éticos, responsables y libres, y llevarlos a su autonomía para que los estudiantes puedan ser coherentes y tengan conciencia, que implica coherencia entre el pensar, el sentir, el hacer. Esto lleva al estudiante a que sepa quién es, qué quiere hacer, cómo lo quiere hacer y con quién lo quiere hacer.

Si nosotros hacemos un trabajo basado en el ser humano y con un método científico, la persona aprende a lo largo de la vida lo que se quiera, desarrolla ahí sus aptitudes que son conocimientos, aprende a volar porque toma la información, la metaboliza, la procesa, hace síntesis y crea. Ya no aprende nada de memoria, sino que todo lo que coge lo transforma en algo creativo y por eso es importante motivarlos.

Repetir no es la tarea, es procesar. Hay que cambiar la cultura, los imaginarios que están, porque el centro de la formación es el estudiante no es el maestro y a veces nos equivocamos en eso, creemos que los importantes somos nosotros y realmente el importante es el estudiante.

MEN: De las Escuelas Normales a las licenciaturas, ¿cómo ha evolucionado el concepto de maestro?

DMC: He tenido cerca gente que ha estudiado en Normales y sé que el desarrollo pedagógico es muy importante en estas instituciones, en los colegios que gradúan docentes normalistas. Lo que siento ahí es que lo que se aprende en ese tipo de colegios es muy valioso para luego profundizar su proyecto de vida y llevarlo a la universidad, entonces tenemos una gran responsabilidad como universidades, sobre todo, y es una lástima que la Universidad Nacional hubiera cerrado Ciencias de la Educación, pero la verdad es que allí en la universidad es donde debe crecer el proyecto de vida que trae este maestro que si escogió una Normal es porque tiene la vocación de ser maestro.

MEN: ¿Qué debe aprender un docente de sus estudiantes?

DMC: Todo. Creo que no hay mayor aprendizaje que ser un docente con la mente abierta; como decía Einstein: ‘la mente es como un paracaídas, si no está abierto no sirve’. Entonces, cuando tú tienes la mente llena y no la logras vaciar y ponerte claramente enfrente del estudiante mirando que tienes un ser humano con una experiencia distinta, con una vida distinta, con una comunicación distinta, eso es muy lindo entre las generaciones.

Yo tengo un curso de contexto que reúne estudiantes de todas las facultades en Biotecnología y he podido mirar, como profesora, a través de la historia el tipo de muchachos que entran a la universidad, las costumbres que tienen cómo van cambiando. A mí me parece que cada vez son mejores, lo que pasa es que hay que motivarlos, uno no puede andar pintando cosas en el tablero que ya existen en los libros, se trata de motivarlos con preguntas para que ellos resuelvan y lean respuestas de muchas fuentes, las puedan procesar y al final tengan su síntesis; ellos se gozan eso.

La comunicación es muy importante, los estudiantes saben quién los quiere, quién se puede comunicar con ellos, porque al final la diferencia entre un profesor y un estudiante es la experiencia, uno tiene más experiencia, pero ellos profundizan más en algo específico. Un profesor es un orientador que pone alas para que la gente vuele y no debe tener miedo a que sus estudiantes sepan más.

MEN: ¿Cómo hacer una sociedad justa, incluyente e ilustrada desde la labor del maestro?

DMC: Lo que pasa es que yo siento que lo único que cambia al ser humano es la educación, no hay nada más. Independientemente de que el profesional vaya a la sociedad como profesional debe saber el método científico para transformar el mundo, este método no es solo para los que investigan, es para toda la sociedad, para que las personas sean autónomas.

Si desarrollamos un equilibrio entre el ser y las actitudes que desarrolla como ciudadano, el respeto por sí mismo, por el otro, por el medioambiente y siempre en un medio de innovación para que no se quede en la línea de confort, sumado a eso unos buenos conocimientos como se hacen en la Universidad Nacional, tú tienes necesariamente un agente ético de cambio social, ese es el producto.

Finalmente, la rectora Dolly Montoya dejó esta reflexión para los maestros del país: “Escogimos la mejor profesión del mundo, siempre su eje gira en torno a los seres humanos que están en formación y debemos generar ambientes para que se formen de la mejor manera. Si un profesor está siempre criticando y no es propositivo, sus estudiantes van a salir de ahí siempre a criticar y no a proponer, tenemos que tener siempre presente que nosotros somos la guía y que como nosotros actuemos, actúan nuestros estudiantes”.

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