Actualizado el 19 de Julio de 2013

Ponerse el chaleco del Ministerio cuando se ha tenido un recorrido desde lo sindical no es fácil. Mónica Patricia Medina Gutiérrez

El PTA no espera llegar con fórmulas mágicas a las instituciones educativas, pretende llegar a fortalecerlas con lo que tienen y con lo que llega.

Me llamo Mónica Patricia Medina Gutiérrez, soy palmirana de nacimiento y caleña de profesión. Mi primera infancia la viví en Bogotá, regresé al calor del Valle a los 6 años de edad, en Palmira, conocida como la Villa de las Palmas estudié casi toda mi primaria y mi bachillerato; a los 17 años después de graduarme orgullosamente del Colegio de Cárdenas y en música (clarinete y saxofón) de la Casa de la Cultura adscrita a Bellas Artes, me fui a Cali a formarme profesionalmente. Estudié francés en la Alianza Colombo francesa, a los 18 entré a la Universidad del Valle a estudiar Licenciatura en Literatura.

Por qué Literatura si era músico? Sencillo. Tuve la fortuna de vivir con una madre que siempre promovió en mi hermana y en mí la lectura. Tuve muy buenos maestros en mi educación básica, pero recuerdo especialmente al profesor Bonel Mejía, quien a través de la literatura nos hizo viajar y conocer otros mundos; y gracias a estas personas, y por supuesto a los excelentes maestros de la Universidad, comprendí que lo mío era enseñar. Recibir de Álvaro Bautista el afecto por el Quijote, de Amparo Urdinola el aprecio por los clásicos y en especial por Dante, conocer de la mano de Carmiña Navia toda la literatura latinoamericana, descubrir con Oscar Osorio la literatura peruana, en fin, tantos tan excelentes maestros que me formaron, fortalecieron mi deseo de enseñar. Enseñar a amar la literatura, o como dice William Ospina, compartir la felicidad,

[...] leer es mucho más que lo que nos enseña la alfabetización; leer es mucho más que organizar las sílabas y reconocer las palabras. Leer es un arte creador sutil y excitante, es una fuente de información, de conocimiento y de sabiduría, y es también una manía, una obsesión, un tranquilizante, una distracción y sobre todo una felicidad
[...]
crear lectores es micho más que transmitir una técnica: es algo que tienen que ver con el principio de placer, con las libertades de la imaginación, con a magia de ver convertidas en relatos bien narrados y en reflexiones nítidas michas cosas que vagamente adivinábamos o intuíamos
[...]
Se puede pasar por la vida sin leer libros, y ello no equivale necesariamente a ignorancia o desdicha, aunque yo personalmente creo que la felicidad de quien sabe leer es mucho más rica, matizada y diversa.....

Ospina, William. Lo que dejan los libros. En: La herida en la piel de la Diosa, Bogotá, Aguilar 2003 p 193-208.

Con este deseo continué mi formación, alternada con la práctica docente, de la Especialización en Enseñanza de la Lectura y la Escritura en la Universidad del Valle, programa que no solo fue hermoso y enriquecedor sino determinante en mi formación. Allí tuve la fortuna de formarme con los más exquisitos, queridos y exigentes docentes: Gloria Rincón, María Cristina Martínez, Gladys Stella López; y de ahí el paso a la Maestría en Lingüística y Español. Eduardo Serrano, Adolfo León Gómez, la profesora Tina Villareal, Lirca Vallés, entre otros, fijaron lo que ya honorables maestros habían hecho de mí. Una maestra comprometida.
Hablar de uno sin mencionar a quienes lo formaron es muy difícil y de alguna manera, hoy que soy formadora del Programa Todos a Aprender, considero la mención de quienes fueron mis maestros como un justo reconocimiento a su labor, como una forma de agradecimiento.

A los 35 años me gradué de Doctora en Gerencia y Política Educativa en la Universidad de Baja California, en el Campus Tepic, en México. Este giro en la formación tiene que ver con una convicción importante: desde el aula los maestros ponemos todo, el corazón, las ganas, el amor... pero se requiere una excelente gestión, dirección y comprensión de las políticas educativas. Si algún día tengo la posibilidad de ocupar un cargo de dirección educativa, debo estar preparada para ello.

En lo laboral, a mis 38 años tengo 19 de experiencia. Me he pasado media vida enseñando y de aquí en adelante será la mayor parte de mi vida. Empecé como muchos, en colegios privados, desde el 96 hasta el 2005 y recorrí todos los niveles, desde preescolar hasta grado once. Trabajé con el Programa de Mejoramiento Docente de Univalle en varios años lectivos. En 2005 ingresé al magisterio a la institución educativa INEM Jorge Isaacs de Cali, volví a la docencia universitaria como catedrática de la Universidad del Valle y desde el 2006 también he dado cátedra en la Universidad Autónoma de Occidente. La experiencia en docencia básica y en docencia universitaria, además de mi formación, me han permitido además en varias ocasiones prestar mis servicios al Ministerio de Educación como Par Académico para distintos programas de Especialización y Maestría en el país.

Desde marzo del 2012, dejé mi cargo en el INEM para aceptar la designación que honrosamente me hizo la Ministra de Educación, Dra. María Fernanda Campo, a quien agradezco infinitamente, para hacer parte del equipo de formadores del programa Todos a Aprender, programa que me ha enamorado y que de corazón todos los días trabajo para que los docentes que acompañamos en mi Cali del alma también amen. Por qué? Porque el PTA es una apuesta importantísima por la educación, me atrevo a decir que la más seria que se haya propuesto en las últimas décadas. Le estamos apostando al empoderamiento y fortalecimiento desde la base, desde los maestros mismos, con ellos de la mano como tutores; promoviendo la reflexión sobre la propia práctica.

Ponerse el chaleco del ministerio cuando se ha tenido un recorrido desde lo sindical no es fácil. Pero es gallardo reconocerle al MEN que este programa es serio, que tiene buenas intenciones, y que está pensado a mediano plazo; no es un taller de 8 horas que era lo frecuente en las intervenciones del MEN. El PTA no espera llegar con fórmulas mágicas a las instituciones educativas, pretende llegar a fortalecerlas con lo que tienen y con lo que llega. Y eso es importante. Espero que mi aporte desde la formación en lenguaje permita que la calidad de la educación se transforme. Sin lugar a dudas, yo ya soy una maestra transformada. En mi oficio de formadora espero aportar lo que más pueda para que cada día seamos más los maestros que nos dejamos tocar por el bichito del PTA, que en últimas es el bichito de la reflexión y la promoción de las buenas prácticas en educación.

Ponerse el chaleco del Ministerio cuando se ha tenido un recorrido desde lo sindical no es fácil. Mónica Patricia Medina Gutiérrez