Actualizado el 19 de Julio de 2013

Este humilde servidor, está con su chaleco puesto empuñando la bandera de la educación. Alberto Emilio Prado Morales

Es Alberto un defensor acérrimo, amante convencido, trabajador incansable, luchador insaciable del Programa Todos a Aprender. Cree que ésta es la gran oportunidad sobre la tierra de la sociedad colombiana.

A orillas de la más hermosa bahía del Caribe, ante el vigilante morro, la madrugada de un 20 de enero escuchó llanto de vida de Alberto. Desde que tiene memoria, el estudio ha estado presente en sus pasos por la vida. Las mejores aventuras de sus infantiles retozos las vivió en las escuelas públicas de Santa Marta. Las instituciones educativas siempre se mantenían en el bucólico despertar de los poemas que daban vueltas en las mentes de platónicos desconciertos a la luz de corazones sin puertos por visitar.

Su adolescencia lo sorprendió en la Normal para Varones de su ciudad natal. Allí tuvo la maravillosa oportunidad de entenderse con pequeñitos de la primaria en las observaciones de clases, los simulacros y las prácticas pedagógicas. En esta época incursionó en el teatro, primero como actor y luego como director. En esos momentos la vida le marcó su ruta definitiva, la cual tomaría sin retroceso posible: la educación. Lo que convirtió en su forma de vida desde los dieciocho años, cuando en compañía de unos familiares fundó un colegio privado en la creciente comunidad de Gaira.

La licenciatura en Lenguas Modernas en la Universidad del Magdalena lo vería ingresar en los años ochenta. Sus estudios los combinaba con el trabajo y con la escritura de textos líricos. Es la época de rodar por Colombia de la mano de las letras. Los poemas lo llevan por varias rutas a encuentros de literatura. Descubre que la patria se cuartea y que una de las formas de hacerla revivir es a partir de las letras. Se gradúa como licenciado en el año mil novecientos ochenta y nueve.

En mil novecientos noventa y cinco recibe grado como especialista. El convenio Unipamplona - Unimagdalena le otorga el título de Especialista en Metodología de la Enseñanza del Español y la Literatura. En esta oportunidad tuvo el gusto de estudiar con un gran número de docentes de quienes había sido estudiante en la universidad. Fue una experiencia enriquecedora el compartir con estas personas pues tuvo la posibilidad de explorar muy de cerca las teorías y concepciones de quienes el tiempo les había entregado un gran cúmulo de orientaciones con respecto a la formación de profesores. Tan pronto egresó de la especialización inició su ejercicio como docente universitario.

En la Universidad del Magdalena tuvo la oportunidad, por varios años de laborar en programas de licenciatura a distancia. Fue el espacio que le permitió desplazarse por las diversas sedes que Unimagdalena tenía a lo largo de la Costa Caribe colombiana. Su roce con la formación superior lo enfrentó a la posibilidad de ingresar a los ambientes de los grupos de investigación en donde dirige proyectos y participa como coinvestigador.

En su afán por mejorar su formación ingresa al programa de maestría en educación de la Universidad del Norte. Crece académicamente y se inicia en las redes académicas. Se convierten en pan de cada día los artículos, los capítulos de libro, las ponencias en eventos regionales, nacionales e internacionales, más que todo en los talleres de la Red Colombiana para la Transformación de la Formación de Docentes del Lenguaje.

En el año 2006 ingresa al servicio educativo público, habiendo aprobado el concurso de méritos. En el 2011, es seleccionado por el Ministerio de Educación Nacional para participar en el Programa de Transformación Educativa -hoy PTA- en calidad de tutor. Desde octubre del 2011 hasta febrero del 2012, participó como tutor en el municipio de Ciénaga, Magdalena. En marzo de dicho año se separa de ese digno ejercicio pues había aplicado como formador y fue seleccionado para desarrollar esta noble y digna función.

Alberto conoce el programa desde su base. Su participación como tutor lo acercó a los ejercicios de interacción en las instituciones educativas, le puso al frente la preocupación de los docentes de básica primaria por mejorar sus acciones pedagógicas, el deseo de ellos por recibir apoyos conceptuales, epistemológicos, buenos consejos y elementos para construir una didáctica contextualizada. Y es esto, sin duda, lo que ofrece el PTA.

Es Alberto, un defensor acérrimo, amante convencido, trabajador incansable, luchador insaciable del Programa Todos a Aprender. Cree que ésta es la gran oportunidad sobre la tierra de la sociedad colombiana. Con este programa se llegará a los mejores frutos en el país. No es posible que un programa con tantas personas dedicadas a la educación, con el irrestricto apoyo del ejecutivo y que cada día tiene más adeptos, pueda fracasar. Tampoco se pueden permitir ni los tutores, ni los formadores, ni los docentes del país, ni la sociedad civil, que este excelente sueño no consiga los ideales proyectados. Por eso cada uno de los miembros del equipo, cada uno de los integrantes de los gremios, cada uno de los profesionales, cada uno de los dirigentes, cada uno de los sectores de la democracia, cada uno de los estudiantes, cada uno de los directivos docentes, cada uno de los colombianos se debe comprometer con sacar adelante la calidad de la educación. Nadie puede estar fuera de este propósito.

Y ahora, más que nunca, este humilde servidor, está con su chaleco puesto empuñando la bandera de la educación y de verdad cree que no es sólo un lema, no es sólo un nombre, es en serio: TODOS A APRENDER.