Actualizado el 16 de Julio de 2013

Un camino por la educación. Rodolfo Noriega B.

El mismo destino, Dios y las circunstancias de la vida, me condujeron de la mejor manera y con cero traumatismos a estar en una de las mejores profesiones que desde tiempos ancestrales ha existido; la docencia.

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En la infancia, nunca vislumbré ser un maestro; no estaba en mis ideales estar de frente a un grupo de estudiantes. Cuando era pequeño soñaba con ser bombero, policía, soldado, alguna profesión de riesgo y aventura, pero jamás se me pasó por la cabeza enseñar; simple y llanamente a esa edad eso me parecía aburrido. Recuerdo que fui un niño tímido, muy dedicado al estudio y que ocupó los primeros lugares en las clases. Al ingresar al bachillerato, bastó sólo finalizar los dos primeros años para irme familiarizando con todos los docentes; la timidez quedó a un lado, el mismo medio me llevó a socializar. Los docentes me acogieron de buena manera; hablaba con casi todos mis profesores, con unos más que otros. A medida que iba avanzando en el estudio, fui más cercano a mis docentes, al punto que en los últimos años de bachillerato me convertí en monitor de alguna asignatura, incluso me reunía con pequeños grupos de estudio a quienes yo les orientaba y despejaba dudas en ciertos temas.

Después de muchas orientaciones que pedí a los docentes más cercanos para identificar qué estudiar en la universidad, terminé por ingresar a una licenciatura. Si bien es cierto, al inicio tenía algunas dudas sobre mi decisión -lo normal en muchos bachilleres recién egresados-. También es cierto que en sólo dos semestres de estudio me enamoré de la educación. Tanto fue el gusto y la pasión que con sólo tres semestres de estudio en la licenciatura inicié mis primeras horas como profesor en un pequeño colegio, y desde entonces fui entrando cada vez más a las múltiples experiencias que la docencia trae. En ese tiempo de estudios universitarios y experiencias en las escuelas fui conociendo mucho las diversas esferas en las que los colegios están inmersos; el nivel socio-económico, el entorno, la ubicación, el grupo de docentes y los padres de familia.

Al graduarme de la universidad, ya muy enamorado y entregado a la docencia, decidí seguir avanzando en formación académica. Ingresé a estudios de posgrados y seguí en la docencia. Para esos momentos también comencé como docente en una facultad de educación y llegué a contribuir desde mi labor como docente al mejoramiento y desarrollo de estrategias en docentes de la básica primaria. Ha sido muy gratificante que haya pasado por todos los ciclos de educación; pre-escolar, primaria, bachillerato, técnica, tecnológica, universitaria, extensión y docente de docentes. Toda la experiencia anterior me dio la oportunidad para llegar al programa "Programa Todos a Aprender".

El mismo destino, Dios y las circunstancias de la vida, me condujeron de la mejor manera y con cero traumatismos a estar en una de las mejores profesiones que desde tiempos ancestrales ha existido; la docencia, el papel de ser orientador y contribuir al desarrollo personal, profesional y cultural de otros que construyen una mejor sociedad y la incesante búsqueda de la equidad en nuestro país es lo que no se puede hacer sin dedicación, pasión y amor. Es así que como docente comprometido, siempre he querido hacer una labor más amplia, que deje una buena huella en la región y el llamado a pertenecer a un programa sin precedentes "Programa Todos a Aprender" me ha dado tal oportunidad.

Un camino por la educación. Rodolfo Noriega B.