Actualizado el 19 de Septiembre de 2012

Sonia Rincón Rodríguez

He tenido oportunidad de ser maestra en básica primaria, básica secundaria, media y educación superior; he sido una maestra en constante búsqueda, permitiéndome explorar lo que he ido encontrando en mi camino por la educación.

imagen foto_g.jpg

En mi infancia citadina me acompañaron, cuentos, poesías, canciones, trabalenguas, historias maravillosas, varias mascotas y algo de ballet. Cuando llegué al colegio ya tenía 6 años, y me conmocioné en una mole de concreto llena de niños y niñas gritando y correteando, yo era tímida, no fui al jardín, mis primeros años de vida los pasé en mi casa con mi familia y muchos primos. La primaria pasó rápido entre juegos y bailes. Me recuerdo adolescente interesada en libros sobre historias de otros tiempos, y las vidas de personajes incomprensibles como Raskolnikov o Madame Bovary. Otras veces, esforzada por comprender a Aristóteles y su lógica, a Platón, Descartes, San Agustín, o la poesía de Baudelaire, y deleitada con unos más cercanos como García Márquez, Borges y Cortázar. Además del gusto por la literatura, la música se convirtió en mi forma de conocer el mundo, y si no estaba imaginando cómo sería un lugar que describía algún libro, estaba imaginando quiénes cantarían tal o cual canción, porque en mi época de adolescente no había YouTube, redes sociales virtuales, ni menos internet o celulares; pero sí había cassettes, walkman y un programa de videos musicales donde vi por primera vez a Michael Jackson bailando Thriller!

A la edad de decidir carrera no veía nada más que dedicarme a las historias o a comprender el pensamiento humano. Me dejé influenciar por los adultos y escogí una licenciatura que tuviera literatura y algo más, por eso ingresé a estudiar licenciatura en Español - Inglés, en la Universidad Pedagógica Nacional, para ser "profesora", pero no tenía ni idea de qué era ser profesora. Mi ser de maestra se ha ido construyendo de vivencias, de pequeñas y grandes ilusiones o desencantos que hacen juego con mis anhelos y mis valores más profundos. A lo largo de estudiar lingüística, leer literatura, aprender inglés, pasar los espacios entre clases riéndome con mis amigos y salir corriendo a mi casa cuando iniciaba una pedrea, yo me fui enamorando de enseñar, y cuando llegué por primera vez a un aula, sentí que sabía mucho pero no sabía nada, me di cuenta que nunca iba a terminar de estudiar; y que más que enseñar, iba a seguir aprendiendo; ser profesora se volvió cada vez más interesante!

He tenido oportunidad de ser maestra en básica primaria, básica secundaria, media y educación superior; he sido una maestra en constante búsqueda, permitiéndome explorar lo que he ido encontrando en mi camino por la educación. Unas veces quién, otras veces dónde o cómo; siempre, tras alguna respuesta que conecte con lo que he ido siendo. Hoy adulta, veo a aquella niña que nunca soñó con ser maestra, convertida en una maestra feliz de haber encontrado ese camino. Desde hace ocho años me comprometí con la formación de aquellos que han decidido ser maestros y asumí la coordinación de una licenciatura en Educación Básica con énfasis en Lengua Castellana. Entonces, el siguiente paso en mi formación académica fue la Maestría en Educación de la Universidad Pedagógica Nacional, en la línea de investigación de docencia, y desde allí he cultivado mi interés por la investigación en desarrollo profesoral. Así, me he sentido maestra, aquella que dispone todo lo que está a su alcance para posibilitar que otros se construyan así mismos como maestros desde aquello que van encontrando como el sentido de educar.

En mi ser de maestra hay un compromiso con lo que significa ser maestro y educar a otros, y más en el fondo me habita un compromiso con lo que significa el crecimiento de las personas, el despliegue del ser humano; porque en la vida, no sólo necesitamos ir a una escuela, necesitamos una familia, una sociedad, un sentido de país, y sobre todo, nos necesitamos a nosotros mismos. Para comprometerme con otros, he tenido que renovar constantemente mi compromiso conmigo misma, mi capacidad de relacionarme, de ponerme en orden para que lo mejor de mi pueda estar al servicio de las personas, por eso quienes me conocen me escuchan hablar de mi formación en la Escuela Prh Internacional.

Siento que en la educación en Colombia, nos falta aún gran camino por recorrer; un camino en donde cada maestro pueda liberar lo mejor de él mismo para sus estudiantes y para su propia vida. Me siento feliz y privilegiada de hacer parte del Programa Todos a Aprender, porque siento que es una maravillosa oportunidad de aprender todos juntos a que cada aula de clase en Colombia sea ese lugar donde cada niño aprenda más y mejor, lenguaje, matemáticas, y muchas cosas más, pero sobre todo, es ese lugar donde entre todos podemos garantizar un mejor futuro a nuestro país.

Sonia Rincón Rodríguez