Nací en un municipio del Suroeste de Antioquia, en el regazo de una familia joven, pero bastante conservadora. Desde niña siempre mostré gran interés por la enseñanza. Incluso, mi primer aprendiz, con tablero y tiza en mano, fue mi hermano menor. Sin embargo, cuando culminé la secundaria y se llegaba la hora de elegir una carrera, mi imaginación vagó por un sinnúmero de posibilidades, hasta que, finalmente, "ser maestra" venció cualquier otra profesión. Soy maestra de vocación. Siento verdadera pasión y alegría cuando estoy al frente de un grupo de estudiantes universitarios y estoy compartiendo parte de mis conocimientos.

Es una sensación bonita, que suelo manifestar verbalmente dentro de las clases, por ejemplo, cuando afirmo con gran orgullo "esto es una belleza..." al presentar algún resultado importante. Los estudiantes normalmente se miran entre ellos, me miran y sonríen, tratando de comprender la magnificencia de mi asombro. Por lo tanto, puedo afirmar que mi gran pasión definitivamente son la matemáticas, aunque hubiera deseado estudiarlas con mayor profundidad.

Soy Licenciada en Matemáticas y Física de la Universidad de Antioquia (2007). Hice mi estudio de Maestría en Educación en la misma institución (2011) y he sido docente de cátedra por casi cinco años. Actualmente soy docente del programa de Maestría en Educación en regiones e integrante del Grupo de Investigación Educación Matemática e Historia (UdeA.-Eafit). Además, he sido asesora y tallerista del Proyecto Polya de la Universidad de Medellín y la Escuela del Maestro. En julio del año en curso, fui nombrada profesional especializada por el Ministerio de Educación Nacional, para desempeñar el rol de Formadora en "Todos a aprender": Programa para la Transformación de la Calidad Educativa.

Me considero una mujer bastante afortunada. No porque tenga mucho dinero o porque tenga éxito en juegos de azar, sino porque he alcanzado grandes metas gracias a mi esfuerzo personal. En este sentido, pertenecer a "Todos a Aprender" ha sido una de las grandes bendiciones que he recibido. Poder contribuir con los procesos de aprendizaje de los niños y niñas del país, a través de la re significación de las prácticas pedagógicas, es una labor digna de ser admirada. Hoy todavía celebro con orgullo pertenecer al grupo de los 100 formadores de Colombia. Aún no me lo creo, pues además, soy una de las más jóvenes del programa. Y estar ahí, es una sensación realmente indescriptible.

Zaida Margot Santa Ramírez