Actualizado el 11 de Septiembre de 2012

"Mi experiencia de vida me anima a trabajar por los niños más necesitados de este país", "Todos a aprender" es mi gran aporte a la transformación de la educación en Colombia". Gloria Jeanette Rincón Aponte

Considero una bendición de Dios formar parte del equipo de formadores del programa: "Todos a aprender" ya que cuando viví en el extranjero por cuatro años aprendí a valorar aún más mi patria desde la distancia. Aprendí que Colombia, pese a todas las dificultades, es el mejor lugar del mundo para vivir. Creo firmemente que vale la pena trabajar por nuestro país ayudando a mejorar la calidad de la educación de nuestras instituciones públicas.

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Gloria Jeanette Rincón Aponte.
Formadora "Todos a aprender"
grincon@mineducacion.gov.co

"Mi experiencia de vida me anima a trabajar por los niños más necesitados de este país", "Todos a aprender" es mi gran aporte a la transformación de la educación en Colombia".
En la niñez mis padres tuvieron los recursos económicos para brindarme algunas comodidades. Esta situación cambió a los diez años de edad ya que ellos padecieron un revés económico por lo que mi madre tuvo que buscar un trabajo para volver a empezar. Ella en lugar de emplearse en una empresa, decidió comprar un carrito de comida para vender arepas de mazorca y empanadas en la plaza de Corabastos en Bogotá. Esta plaza tiene una particularidad: es la despensa de Bogotá por lo que sus actividades inician en la madrugada cuando la mayoría de bogotanas y bogotanos duermen. Para llegar con productos frescos a las 4.00 a.m. a la plaza, el proceso de elaboración de los mismos debe empezar a las 10.00 p.m. del día anterior.

Mi madre en la tarde del día anterior preparaba algunos de los ingredientes. A las 12.00 a.m se levantaban mis padres para iniciar el proceso de elaboración de 300 empanadas y 200 arepas. Mi madre me enseñó a "armar" las empanadas y desde los 11 años hasta los 17 la rutina fue levantarme a las 1.30 a.m. para armar 200 empanadas; con el tiempo fui adquiriendo práctica y las llegué armar tan rápido que lograba en hora cumplir con la meta con el fin de poder acostarme una hora más mientras mi mamá acababa de alistar las cosas para irnos a la plaza a vender los productos elaborados en casa.

Salíamos a las 4.00 a.m. arrastrando una hora el carrito hasta llegar a la plaza con mi mamá y dos hermanos más. Nos ubicamos en nuestro puesto para vender las arepas y empanadas. Ayudaba a mi mamá hasta las 7.00 a.m., me devolvía a dormir a la casa hasta las 11.00 para alistarme y estudiar. Esta rutina la cumplí durante el tiempo que estudie el bachillerato en la jornada de la tarde.

Las profesoras y el rector que sabían mi rutina siempre al final del año me otorgaban el "diploma al mérito". En ese entonces, me acomplejaba por tener que trabajar en la madrugada cuando todos dormían por lo que no le daba valor al reconocimiento que me otorgaban en el colegio por mi esfuerzo. Me sonrojaba cada vez que tenía que pasar al frente para recibir el diploma. ¿Qué me quedó de esa experiencia? Muchas cosas, entre ellas: el valor de madrugar para iniciar las actividades diarias y el aprender a trabajar y estudiar al mismo tiempo. Gracias mamá y papá por enseñarme el valor del trabajo y la constancia. He logrado seguir estudiando pagándome yo misma mis estudios de pregrado y posgrado. Por mi gran capacidad de trabajo y constancia he obtenido distinciones académicas por mis trabajos de investigación.

Considero una bendición de Dios formar parte del equipo de formadores del programa: "Todos a aprender" ya que cuando viví en el extranjero por cuatro años aprendí a valorar aún más mi patria desde la distancia. Aprendí que Colombia, pese a todas las dificultades, es el mejor lugar del mundo para vivir. Creo firmemente que vale la pena trabajar por nuestro país ayudando a mejorar la calidad de la educación de nuestras instituciones públicas donde seguramente existen niños y niñas como yo que también deben trabajar antes de ir al colegio a estudiar para ayudar a sus padres.

Agradezco a cada de los y las estudiantes a los cuales he tenido el placer de enseñar. El tiempo que la vida me ha concedido con cada uno de ustedes me ha ayudado a repensar mis actitudes, carácter y la manera de ejercer la docencia para encontrarle un sentido profundo a la educación. Gracias por la ternura, cariño, creatividad, alegría, entusiasmo, dedicación, optimismo, ganas de vivir y soñar que me transmitieron cuando estuvimos juntos.

Santiago Peña Escobar. Nariño