Está por demás reconocido que la educación, por tratarse de un proceso humano, se encuentra inveteradamente sujeta a transformaciones permanentes mediadas por la necesidad de mejorarla. En esa medida, se recurre con frecuencia a la revisión de teorías, concepciones, métodos, procedimientos e instrumentos, en la perspectiva de buscar una correspondencia adecuada con las necesidades educativas de la población, de acuerdo con las exigencias propias de cada época de desarrollo y según los contextos. Es aceptado también que Colombia requiere con urgencia participar en los cambios que le permitan articularse a los procesos de desarrollo social, científico, tecnológico y productivo del resto de países, con la mira de mejorar y alcanzar los niveles de bienestar y calidad de vida que la población se merece.
Siendo ya muy claro el papel fundamental que la educación de los pueblos juega en estos propósitos, el Ministerio de Educación Nacional consideró la pertinencia de ajustar la normatividad en materia de currículo, evaluación y promoción de estudiantes y la evaluación institucional como componentes vitales del servicio público educativo, previa una minuciosa revisión de las estrategias que se venían aplicando, desde mediados de los años noventa en los establecimientos educativos de educación preescolar, básica y media, lo que permitió establecer claros indicios y percepciones relacionadas con inequidades en la calidad del servicio y desventajas frente al nivel de otros países y regiones, originadas parcialmente en las estrategias empleadas en el diseño y desarrollo del currículo, la evaluación y la promoción de los educandos.
Finalidades y alcances del Decreto 230 del 11 de febrero de 2002 |