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Educación para cada situación

En Colombia, de sus 44 millones de habitantes, el 25 por ciento de ellos vive en zonas rurales, el 30 por ciento son afrodescendientes o afrocolombianos, el 1 por ciento, indígena, y 8.000 son gitanos. Además, el 5 por ciento se encuentra en situación de desplazamiento forzado, el 13 por ciento vive en zonas de frontera, el 7.5 por ciento son jóvenes y adultos mayores de 15 años que no saben leer y escribir, y el 10 por ciento presenta algún tipo de discapacidad. Todos y cada uno comparten un mismo territorio. Políticas del Ministerio de Educación Nacional para las Poblaciones más vulnerables.

Un principio básico de derechos humanos en un estado democrático es proveer educación de calidad a todos sus habitantes. Este principio significa, entre otras cosas, responder a las necesidades comunes y específicas de la población diversa geográfica y culturalmente, lo cual representa un desafío mayor en la definición de políticas de Estado.
En la línea de la Revolución Educativa de transformar el sistema en magnitud y pertinencia, esto es, llegar cada vez a más niños con una educación que responda a sus necesidades educativas concretas, así como a sus expectativas de vida, a partir de 2003 el Ministerio de Educación Nacional cuenta con la Dirección de Poblaciones y Proyectos Intersectoriales. De esta manera se asegura que las poblaciones rurales, las etnias, los iletrados, los niños con necesidades especiales y capacidades excepcionales, los desplazados y los desmovilizados del conflicto armado, todas ellas poblaciones con mayores niveles de vulnerabilidad, tengan su propio espacio de creación y desarrollo a través de las políticas educativas.

Responder a las cosmogonías, expectativas, necesidades inmediatas y costumbres de cada una de estas poblaciones precisa de la consolidación de un sistema descentralizado, autónomo y coherente entre sus niveles, así como de modelos pedagógicos flexibles y pertinentes.

Modelos pedagógicosModelos pedagógicos
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De esta forma, el Ministerio y las Secretarías de Educación están consolidando la información detallada sobre cuántos son los miembros de estas comunidades, asi como cuáles son las condiciones y características de cada una de estas poblaciones en todo el territorio nacional. Asimismo, adelanta la identificación y el fortalecimiento de modelos pedagógicos apropiados para cada necesidad; además, continúa con la organización de la oferta en cada entidad territorial, la identificación de su ubicación y de los motivos de la inasistencia y la deserción escolar, y detecta las oportunidades pedagógicas que han consolidado las mismas comunidades, con el fin de abrir una oferta educativa atractiva, consecuente y apropiada con las necesidades específicas de cada poblador.

Dentro de esta lógica, y para citar un caso específico, se desarrolla una política de generación de cupos que, en muchas regiones, debe responder a una población naturalmente dispersa; es decir, pobladores que viven en zonas apartadas, lo cual implica que es la escuela la que debe llegar a los niños y no viceversa. Los retos de esta nueva perspectiva de prestación del servicio educativo se concentran, especialmente, en el acceso oportuno y en la pertinencia educativa, toda vez que en las zonas rurales dispersas un número significativo de niños se queda esperando un contacto con la educación, bien por factores económicos o porque el acceso geográfico no les permite llegar a las aulas. De igual forma, todavía muchos deben dejar sus estudios a mitad de camino, bien porque la cosecha demanda su mano de obra, porque el jornal no alcanza o porque para poder llegar hasta grado undécimo es necesario trasladarse a la cabecera municipal.

Por otra parte, también ocurre que los programas ofrecidos en las instituciones educativas no resultan lo suficientemente seductores para los padres de familia o para las mismas niñas y niños.

Así, Escuela Nueva, Aceleración del Aprendizaje, Postprimaria, Telesecundaria, Servicio de Aprendizaje Tutorial (SAT), Servicio Educativo Rural (SER), Cafam y otros (ver recuadro), no sólo contienen una perspectiva pedagógica apropiada para diversas necesidades, sino que cuentan con un conjunto de materiales, recursos y métodos para el aprendizaje y la actualización constante de maestros. El principio motor de su aplicación es brindar una oportunidad de acceso equitativo a la educación para cada niño, así como asegurar que los aprendizajes previos y el contexto propio de su desarrollo se tengan en cuenta a fin de que las destrezas y habilidades adquiridas les sirvan para su desenvolvimiento en la sociedad.

Por esta razón se trabaja con cada una de las Secretarías de Educación para consolidar un menú de alternativas pedagógicas que prevé el análisis, la adaptación de estos modelos y la capacitación a maestros para su eficaz desarrollo.

Por otra parte, la aplicación de estos modelos ha demostrado ser una de las alternativas más eficientes y eficaces, puesto que sus metodologías facilitan el aprendizaje de niños de varios grados escolares en un mismo salón con un solo profesor, que atiende, además, de manera particular, las necesidades de cada estudiante. Así mismo, los modelos buscan superar la extraedad y nivelar a los pequeños y grandes de acuerdo con el nivel apropiado de su desarrollo cognitivo y sicomotriz.

En este mismo sentido, la Revolución Educativa está orientando el sistema educativo colombiano para responder de manera oportuna y apropiada a cada una de las realidades económicas, culturales y sociales pero, en especial, es una prioridad la focalización de la inversión en aquellas poblaciones cuyas circunstancias y condiciones las posicionan en situación de vulnerabilidad.

Extraedad, escuela y desplazamiento

Un tema central a enfrentar, dadas las condiciones del conflicto colombiano, es el del éxodo masivo interno de pobladores. De acuerdo con la Red de Solidaridad Social, entre los años 1995 y 2002, 1.079.080 colombianos han sido desterrados a causa de la violencia (cifra que para algunos organismos no gubernamentales asciende a 2.500.000 personas), en su mayoría, el desplazamiento ocurre en las zonas rurales; de ellos, un 42 por ciento es población infantil.

El fenómeno los obliga a abandonar tierras, colegios y cotidianidad. Así, en muchos de estos casos, los niños dejan de estudiar alrededor de 2 o 3 años y al regresar a las aulas, están en edad avanzada para el grado o nivel educativo que cursan. Dos modelos educativos, Aceleración del Aprendizaje y Cafam les permite a los estudiantes nivelarse en el grado correspondiente a su edad y culminar el bachillerato.

Por otra parte, y dada la condición de desplazamiento, se requiere una atención distinta. Para responder a las necesidades sicoafectivas de estas poblaciones, el Ministerio de Educación viene liderando el programa Escuela y Desplazamiento (ver Por Colombia), propuesta pedagógica que tiene como propósito brindar a los maestros una herramienta potente de atención especializada.

A través de diferentes talleres de formación se fortalecen las capacidades de los maestros para desarrollar procesos que contribuyan a la recuperación socioafectiva, cognitiva y sicomotriz, así como a la reintegración a los ámbitos escolares. La aplicación de esta propuesta pedagógica facilita la elaboración del duelo ocasionado por los sucesos violentos que acompañaron su desplazamiento, la recuperación de la confianza en sí mismos y en los demás, y la formulación de herramientas metodológicas basadas en sus propias historias de vida. Escuela y Desplazamiento está divida en tres fases: recreación, escolarización no formal y reintroducción al currículo; procura desarrollar las dimensiones comunicativa, corporal, ética y estética de cada uno de los niños y jóvenes desplazados.

Adicionalmente, el Ministerio, en coordinación con la Organización Mundial para las Migraciones, está consolidando la información sobre las iniciativas de diversas fundaciones y organismos no gubernamentales que atienden a niños y jóvenes desplazados, así como a jóvenes y adultos desvinculados del conflicto armado. Algunas de estas iniciativas, adelantadas por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, la Universidad Nacional de Colombia, las Fundaciones Funiep para la Investigación, Educación y Pedagogía Regional, Canto a mí mismo, CedaVida, Dos Mundos y Urdimbre se orientan a restablecer las experiencias de vida de los pobladores desde la perspectiva de los derechos humanos y la infancia, formar formadores, a la atención sicosocial inmediata y la prevención de la vinculación de niños y jóvenes al conflicto armado a través de diversas perspectivas pedagógicas como la lúdica, el arte y el rescate de la narración oral, entre otros.

De otro lado, a partir de 1999 y hasta el 31 de marzo de 2004 se ha reportado la desmovilización de 1580 menores de edad, de los cuales 433 son atendidos por el sistema educativo; otros ya han recibido educación formal. Para ofrecer educación de calidad a cada uno de ellos, se realizó un diagnóstico educativo en conjunto con el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y las Secretarías de Educación, que permite identificar condiciones particulares y disponer de los recursos necesarios para contribuir de manera efectiva a llenar expectativas de vida. En este sentido, Cafam y el bachillerato por ciclos son modelos que permiten abordar desde la educación las particularidades de este otro fenómeno.

La importancia de lo binacional

Colombia limita con Panamá, Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela. En las fronteras habitan aproximadamente 5.7 millones de nacionales, que representan el 13 por ciento de la población. En su gran mayoría, son comunidades de desplazados por la violencia, población rural y, sobre todo, indígenas.

Este conjunto de poblaciones se enfrenta en primera instancia a un problema de oferta pues, en algunos casos, un país les ofrece Básica Primaria mientras en el otro terminan la Básica Secundaria y hasta la Media. Esta característica significó durante algún tiempo que los aprendizajes adquiridos en uno u otro lugar no fueran convalidados en su país de origen, al que casi siempre regresaban. Por ello, se vienen pactando políticas binacionales de integración curricular y atención especial, así como la focalización de la oferta pedagógica adecuada. Igualmente, cada uno de los modelos pedagógicos flexibles puede y es adaptado a las necesidades específicas de cada una de las poblaciones que habitan en las fronteras.

Cuatro grupos y varios saberes

Cuatro son los grupos étnicos colombianos: afrodescendientes, raizales, indígenas y gitanos. Muchas formas de ver el mundo, diversos lenguajes y múltiples voces que encuentran y construyen su propio espacio educativo.

Previo a la Constitución de 1991, en el país se comparte un marco jurídico que ordena la etnoeducación para preservar y enriquecer nuestras diferencias culturales. En el caso de los afrodescendientes, que habitan mayoritariamente en el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina, la política está orientada a respetar sus prioridades en lo que atañe al proceso de desarrollo y la preservación de su identidad propia. La situación de la mayoría de los afrocolombianos manifiesta niveles de vulnerabilidad de sus derechos sociales, en tanto que sus comunidades cuentan con los menores ingresos per cápita en el país; por otra parte, la mayoría de desplazados por la violencia son afrocolombianos.

En estos casos, la atención educativa se focaliza según el nivel o tipo de vulnerabilidad, pero en todos, las metodologías de enseñanza deben tener en cuenta el medio ambiente, los procesos productivos y la vida social y cultural de estas comunidades. Por ello, los materiales pedagógicos y las guías de aprendizaje de Escuela Nueva están en proceso de adaptación a la cosmogonía de los pobladores de la Costa Pacífica.

Para los indígenas, por su parte, la educación no es un ciclo que empieza y termina en determinada edad: es tan largo como el de la vida; un proceso que no debe estar separado de lo cotidiano ni de la vida en familia, ni un espacio reservado para los niños y los jóvenes. Es allí donde se hace visible el concepto de competencia, se materializa la idea de aprender a hacer, aprender a aprender, y adquirir conocimientos, habilidades y destrezas para la vida; en este sentido, sus proyectos educativos no son institucionales sino comunitarios. Adicionalmente, de las aproximadamente 90 lenguas indígenas del país, sobreviven 60, lo cual implica un reto para el sistema convencional de educación, puesto que no sólo es una obligación brindar educación en lengua materna y en castellano, sino que es un desafío permanente propender por su integridad y desarrollo cultural.

A su vez, la población gitana o pueblo Rom, como se autodenominan, está compuesta por 8.000 personas de las cuales sólo los niños y jóvenes de las últimas generaciones han accedido a la escuela. Ello obedece a que, durante los últimos años, la itinerancia de los gitanos ha disminuido notablemente y su concepción respecto a la educación convencional se ha transformado. Así, los hombres cursan hasta cuarto y quinto grado de primaria, mientras las mujeres sólo llegan hasta cuarto grado, toda vez que para ellos lo importante es aprender a leer, escribir y contar para el desarrollo de sus actividades económicas, basadas en la venta de animales y algunas artes y oficios.

Para el pueblo Rom, la libertad y las tradiciones orales son el instrumento más potente para conservar su cultura y, por esta razón, la gran mayoría de los adultos no saben leer y escribir. Así como ellos mismos lo afirman: "La implementación de la educación endógena, desde una perspectiva bilingüe e intercultural y en el marco cultural de nuestro pueblo, es la alternativa más saludable en cuanto a la deseable pervivencia de nuestro pueblo. De esta forma se aportaría al pueblo Rom una educación completa que mantenga en el individuo su identidad como Rom y que, además, le proporcione los conocimientos suficientes para brindarle la capacidad de tener una visión real y productiva de la vida social, local y global, permitiéndole hacer un mejor uso de sus recursos culturales y alcanzando así un mejor nivel de desarrollo humano".

En este orden de ideas, cada modelo, ajustado a las características y formas de vida de cada etnia, es una valiosa herramienta para el desarrollo de competencias matemáticas, comunicativas, ciudadanas y científicas.

Niños con necesidades educativas especiales

Los estudiantes con necesidades educativas especiales, por su condición de discapacidad o de excepcionalidad, se pueden y deben educar en los mismos espacios en los que se educan los demás. Este hecho representa un gran desafío para el sistema educativo, ya que ellos y ellas requieren de espacios accesibles físicamente, docentes con una actitud abierta, flexible y de especial calidad humana, y metodologías que respondan a sus particularidades.

En este sentido, el modelo de integración académica y social a la educación formal, en el cual estudiantes con discapacidad comparten un espacio pedagógico con estudiantes que no presentan esta condición, es una forma de garantizar el derecho que tiene esta población a recibir educación. En el caso de los estudiantes con discapacidad intelectual, es decir, que presentan Síndrome de Down u otro tipo de deficiencia cognitiva, es necesario evaluar su nivel de discapacidad para verificar si poseen las condiciones para ser integrados a una

institución de educación formal o se les debe brindar un programa de habilitación-rehabilitación. Esta última situación requiere de un trabajo concertado entre gobiernos locales, salud, protección y educación.

En este sentido, el Ministerio plantea a las Secretarías de Educación la urgencia de determinar la demanda real de estudiantes por tipo de necesidad educativa especial, con el fin de brindar oportunamente los apoyos pedagógicos requeridos para la organización de una oferta educativa que responda a sus particularidades: docentes y profesionales de apoyo, canasta educativa y asesoría técnico pedagógica, entre otros. De otro lado, los estudiantes con capacidades o talentos excepcionales integrados a la educación formal, constituyen otro tipo de reto para las instituciones y docentes, que invita a cualificar la práctica educativa.

Su situación también requiere ser identificada en forma temprana, con el objeto de brindar las condiciones pedagógicas, sociales y organizacionales que permitan potenciar sus capacidades e integrarse a la comunidad. Tanto quienes poseen capacidades

excepcionales generales para el aprendizaje, como los que tienen talentos particulares -científicos, tecnológicos, artísticos, subjetivos- se benefician de propuestas educativas que consideran sus características, que sean abiertas, flexibles, variadas y motivadoras, y que les permita dedicarse a las tareas, ser creativos y producir ideas, objetos o procesos en las áreas de su interés. Si las capacidades de estas personas no son identificadas, ni se da una respuesta adecuada a sus necesidades, se pierde la posibilidad de que éstas se desarrollen oportunamente y pueden surgir dificultades de adaptación a la escuela. Por ello, para cualificar el proceso educativo de los estudiantes con discapacidad o con capacidades excepcionales, el Ministerio de Educación está produciendo

orientaciones técnico-pedagógicas que permitan a instituciones y docentes mejorar la comprensión y las prácticas relacionadas con la educación de este grupo poblacional.

Letrados e iletrados

En el país, un 7.5 por ciento de personas, aproximadamente 2 millones de colombianos adultos, de los cuales 880.000 están en el rango entre 15 y 50 años, no saben leer ni escribir. Sin embargo, en algunos departamentos esta cifra asciende o supera el 10 por ciento en lugares en donde las políticas del Ministerio y sus recursos hacen especial énfasis.

En este sentido, la población iletrada es atendida a través de dos estrategias: de educación formal para adultos y de alfabetización; cada una se complementa con la formación para el trabajo, a través del cual se enseña a leer y escribir.

En el primer caso, la educación escolarizada, los adultos llegan a culminar hasta el grado quinto y grado undécimo en ciclos acelerados. Aprenden a aprender y desarrollan competencias básicas en los grados propios del ciclo de educación básica.

En la segunda estrategia, de educación masiva, los adultos aprenden a leer y a escribir a través de la radio y la televisión, medios que facilitan un mayor rango de cobertura.

Un mismo territorio

Cada uno de estos grupos poblacionales constituye una prioridad para la Revolución Educativa. Por lo mismo se están destinando recursos adicionales a través de diversos programas y se brinda una asistencia técnica permanente a las entidades territoriales que atienden dichas poblaciones. De esta manera, el reto no sólo es reconocer nuestras diferencias, sino también aceptar que en ellas radica una de nuestras mayores riquezas.

Asimismo, la vida contemporánea demanda ciudadanos y estudiantes competentes capaces de resolver sus problemáticas de manera creativa; ciudadanos que respondan aquí o en contextos internacionales a las exigencias académicas, profesionales y cotidianas del mundo de hoy.

Por ello, no sólo es preciso llegar a cada uno de los niños, niñas y jóvenes del país, sino que es necesario que un estudiante del Cabo de la Vela desarrolle las mismas competencias que su par en Leticia. Cada niño tiene el derecho de saber y saber hacer lo mismo que sus iguales en edad, sin importar su condición social, su ubicación geográfica, su raza y su contexto de existencia.

El reto de maestros y directivos es que la educación resulte ser un bien codiciado por los niños y sus familias, y que lo que aprendan en las aulas de clase les permita desarrollarse integralmente como seres humanos; que las particularidades de cada estudiante sean tenidas en cuenta para la adaptación de cada modelo pedagógico en procura de mayor pertinencia educativa, lo cual significa que sus características, expectativas y necesidades son un punto de partida para la preparación de prácticas de aula que faciliten el desarrollo de competencias matemáticas, comunicativas, científicas y ciudadanas y, en últimas, procurar que lo que se les enseña y cómo se les enseña los haga felices.

Educación para cada situación
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Altablero No. 28, MARZO-ABRIL 2004
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